Robin Williams: el adiós a una sonrisa franca

Robin Williams: el adiós a una sonrisa franca

Su nombre estaba directamente asociado a la comedia y a la sensibilidad. Su sonrisa franca, su mirada profunda de ojos celestes y sus películas para toda la familia sintetizaron una carrera que tuvo a Hollywood y las taquillas récord de su lado. Ganador de un Oscar y cinco Globos de Oro, archiconocido por películas como La sociedad de los poetas muertos, Buenos Días, Vietnam, En busca de mi destino, Jumanji, entre muchas otras, Robin Williams fue encontrado muerto por asfixia ayer al mediodía en su residencia en Tiburón, California. Al cierre de esta edición, no había confirmación oficial sobre si efectivamente se trató de un suicidio, publicó Tiempo Argentino. “Perdí a mi marido y a mi mejor amigo”, afirmó en un comunicado Susan Schneider, esposa del actor, que ganó un Oscar en 1997 con En busca del destino. “El mundo ha perdido a uno de sus mejores artistas y personas”, añadió en el comunicado. Aunque la información sobre su muerte fue difundida por dpa, CNN precisó que la esposa y el representante detallaron que el actor “había estado luchando contra una depresión severa”. Nacido en Chicago, Illinois, en el seno de una familia de clase media, Robin Williams desarrolló tempranamente su interés por la actuación. Hijo único de un ejecutivo de la industria automotriz y de una modelo publicitaria, no tuvo problemas en llevar adelante su vocación una vez que su familia se trasladó a California, tierra receptiva a las inquietudes artísticas en general. Corrían los ’70, y Hollywood empezaba a cosechar los frutos de una nueva generación de directores (Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Martin Scorsese, George Lucas, entre otros) que habían logrado revolucionar estéticamente los grandes géneros y al mismo tiempo otorgarles cierta mirada de autor. En ese contexto, el joven Robin probó suerte primero en la televisión, donde tras algunos papeles menores, encontró su primer momento de fama con Mork y Mindy, popular sitcom sobre un extraterrestre (el propio Williams) que arriba a la tierra y establecía relación con una joven universitaria llamada Mindy (interpretada por Pam Dawber). En el programa, Robin pudo dar una primera muestra de sus habilidades: rapidez para la improvisación en los diálogos y la comedia física; y un uso particular (y gracioso) de su voz nasal. “Siempre fui tímido. Pero siempre me gustó imitar a la gente. La primera persona a quien imité en mi vida fue a mi abuela. Y recuerdo que a todo el mundo le pareció gracioso. Creo que a partir de ahí le tomé el gusto a hacer reír. Una manera de escaparle a la timidez también”, reflexionó luego sobre aquellos iniciáticos años. Extramadamente popular en la televisión de los Estados Unidos de su momento (en Latinoamérica explotó más tarde), Mork y Mindy generó un gran merchandising y la promesa de una nueva estrellas en ciernes. ¿Podría Robin Williams pegar el gran salto y triunfar en el cine también? La respuesta llegaría la década siguiente, los ’80, donde terminaría protagonizando infinidad de comedias y films dramáticos donde el histrionismo de Robin treparía casi tan alto como su fama. Entre las década de los ’80 y ’90, Williams actuó en Popeye (con dirección de Robert Altman), Buenos Días, Vietnam (con la que ganó un Globo de Oro a mejor actor), La Sociedad de los poetas muertos (con el debut de Ethan Hawke, entre otros), Despertares (nominada al Oscar), Papá por siempre (donde se travestía de abuela para poder estar cerca de sus hijos), Pescador de ilusiones (donde interpretaba a un vagabundo), En busca del destino (con Matt Damon y Ben Affleck), Patch Adams (nominada al Oscar y los Globo de Oro) el doblaje de Aladino, entre muchas otras. En todas, pudo hacer gala de su humor políticamente correcto, su gran habilidad para conmover a la familia reunida frente a la pantalla y su talento innegable para hacer grandes morisquetas, elásticas y veloces muecas, y siempre caer parado: sin temor al ridículo o al qué dirán. “La comedia puede ser una manera catártica de enfrentarse a los traumas personales”, solía decir. En teatro, en tanto, alcanzó éxito con su versión de Esperando a Godot, mientras que en Broadway se lució con el stand up, haciendo divertidos comentarios sobre la política exterior estadounidense. En la esfera pública, en tanto, empezó a ser cada vez más reconocido como un actor sensible a las causas humanitarias y a las ONG. Sus últimos años, sin embargo, no fueron tan exitosos. Si bien no dejó de estar presente en Hollywood y en la memoria del gran público, sus protagónicos no alcanzaron el impacto acostumbrado. Y, de a poco, empezó a dejarle su lugar como uno de los grandes comediantes del cine estadounidense a otros actores más jóvenes. Son de esta época: Noches blancas (2001), Retratos de una obsesión (2002), La memoria de los muertos (2004), Licencia para casarse (2006) y Una noche en el museo 2 y 3 (2009 y 2014). En etapa de post producción quedan tres películas, donde participó Williams y que tenían sus estrenos programados para la segunda mitad del 2014 y principios de 2015. Para esta época, ya eran conocidos sus problemas con las drogas y el alcohol, iniciados durante los ’70, y nunca debidamente tratados durante largo tiempo. Así fue que en 2006 decidió internarse en una clínica de rehabilitación y admitir públicamente su condición: “Después de muchos años de sobriedad, me he encontrado bebiendo nuevamente. Por eso decidí tomar medidas proactivas para así aliviar también a mi familia”, declaraba. “Pido que respeten mi privacidad y de la mis seres queridos durante este tiempo”, indicó. La recuperación pareció en un momento que había sido completa, ya que en 2011 ofreció su participación en un especial de Discovery Channel sobre el funcionamiento y la prevención en el uso de las drogas. Y todo parecía andar sobre rieles durante un buen tiempo. Sin embargo, hace apenas unas semanas, a fines de julio pasado, los tabloides volvieron a informar sobre una nueva recaída (la tercera) del actor en el alcohol y su posterior internación. Sus fans y sus seres queridos se ilusionaron con que el tratamiento diera lugar a una recuperación definitiva. No pudo ser.

Una serie clave en su carrera

Mork & Mindy fue el gran éxito televisivo del actor. Mork, su personaje era un ser extraterreste que llegó del planeta Ork por órdenes de su líder “Orson”. Mork aterrizó en su nave con forma de huevo, cerca del poblado Boulder en Colorado, donde conoce a una joven estudiante universitaria llamada Mindy (Pam Dawber). Ella le da alojamiento en su departamento donde Mork va aprendiendo sobre la conducta humana y da reflexiones sobre ella. Fue transmitida de 1978 a 1982 en los Estados Unidos. En los 80 se vio en Latinoamérica.

Talento especial en el stand up

El carisma y vehemencia de Robin Williams se reflejó al máximo en su faceta de artista de unipersonales y grabaciones de discos de humor. Ahí es donde mejor lució sus mil voces e imitaciones de famosos que perfeccionó en sus comienzos, cuando el stand up le cubría los gastos. Cuando su carrera despegó, nunca dejó de lado sus unipersonales, que registró en discos que ganaron Grammys y especiales de antología, como Off the Wall, An Evening With Robin Williams, Live at the Met y Weapons of self-destruction.

Entre el amor y el odio

Por Santiago García. Robin Williams arrancó su carrera con dos películas muy raras de dos directores muy importantes: El mundo según Garp y Popeye no podía plasmar en el cine el éxito que tuvo en la tevé durante la década del ’80. De todas maneras, eso cambió cuando hace Buenos Días Vietman y La sociedad de los poetas muertos (cabe destacar que está dirigida por Peter Weir). Esa es su mejor actuación. Allí combina histrionismo, emoción y drama. En forma comparativa con todo lo que hizo después, esa se puede considerarse su actuación más sobria. Luego hizo Despertares pero no pudo despegarse nunca más de su histrionismo, por eso a partir de ahí los cinéfilos se alejan de él y se vuelve un artista más popular donde, por supuesto, agota su crédito, porque ese exceso provoca cansancio. Pierde prestigio, gana popularidad, es muy populista, muy de la calle, de la persona que se sienta frente al tele a ver una película frente al televisor y dice “¡Qué gran actor es Williams!”. Hizo muchas películas malas. Fue odiado y querido. La última imagen de La sociedad de los poetas muertos lo refleja a la perfección: en donde unos lo aplauden de pie y otros los miran sentados. Soy uno de los que odió sus malas películas, pero me dolió su pérdida. Al enterarme de la noticia, muchos descubrimos que lo queríamos. Y eso no tiene precio.

 

Mork & Mindy
La “sitcom” que lo lanzó a la fama, como simpático extraterrestre del planeta Ork. Los capítulos originales salieron al aire de 1978 a 1982.

Buenos días, Vietnam! 
De 1987. Un gran muestrario de su histrionismo, aquí como conductor y musicalizador en un programa de radio para los soldados en Vietnam.

La sociedad de los poetas muertos
De 1988, dirigida por Peter Weir. Williams es un profesor de ideas innovadoras en una escuela aristocrática de 1959.

Pescador de ilusiones
De 1991, de Terry Guilliam. Es un linyera rescatado por un conductor de radio (Jeff Bridges), y juntos intentan buscar el Santo Sudario siguiendo una leyenda.

Hook
De 1991, dirigida por Steven Spielberg, con Dustin Hoffman como Garfio y Julia Roberts como Campanita. Williams es nada menos que Peter Pan.

Jumanji
De 1995, sobre las aventuras de un padre junto a sus hijos, sumergidos en un mágico juego de mesa. Recaudó 262 millones de dólares y es todo un clásico.

Los secretos de Harry
De 1997, dirigida por Woody Allen, también el protagonista, un escritor. Williams tiene un pequeño rol, como alguien “fuera de foco”, literalmente.

En busca del destino
También de 1997. Ganó un Oscar a la mejor actuación secundaria por hacer del psicólogo de Will Hunting (Matt Damon), el Dr. Sean Maguire.

Patch Adams
De 1998, basado en una historia real. Un médico que utiliza el humor para ayudar en el tratamiento de pacientes en neuropsiquiátricos.

Insomnia
De 2002, de Christopher Nolan. Un thriller psicológico, sobre una serie de crímenes en un pueblo de Alaska. Con Al Pacino y Hilary Swank.

FUENTE: TIEMPO ARGENTINO