De qué manera y por qué razones matan las mujeres en la literatura

De qué manera y por qué razones matan las mujeres en la literatura

Por Natalia Paez

La literatura como ese lugar en el que se puede libremente asesinar,  como ese espacio al que acudir cuando se quieren ajustar cuentas, donde hacer justicia sin esperar décadas o ser profundamente injustos en un segundo. En el marco del Festival de Novela Negra de Buenos Aires, BAN!, la pregunta fue “¿cómo y por qué matan las mujeres?”. Bajo esa consigna las convocadas fueron las asesinas literarias Luisa Valenzuela (La máscara sarda, el profundo secreto de Perón, Seix Barral) y Elsa Osorio (La Capitana, Siruela). “Si bien las mujeres matan por los mismos motivos que los hombres, me interesa esta mirada de género. Creo que cuando un hombre mata a una mujer está matando a todas las mujeres, en un sentido lacaniano. En cambio, cuando una mujer mata a un hombre, está matando a esehombre en particular. A aquel que la lastimó, a ese que la engañó”, dice Valenzuela. “Fue rastreando en la literatura donde me puse a ver cómo y por qué matan las mujeres. Me acordé revisando mi propia producción, y me llamó la atención, un cuento que me resultó fallido. Que no me gustó cómo quedó, pero que escribí a partir de la convocatoria de dos antólogas chilenas que nos invitaba a un grupo de autoras a escribir sobre crímenes que tuvieran como protagonistas a las mujeres. Podíamos elegir tanto el rol de víctimas como el de victimarias. Yo escribí ese cuento en un verano, en Ibiza. Mientras todos se iban a la playa yo estaba en mi cuarto mata que mata. Y digo que el cuento fue fallido porque fue exagerado. En lugar de una asesina, yo puse a tres… Era todo en exceso. Y luego me di cuenta de que yo estaba también hablando de las condiciones sociales que las llevaban a cometer un crimen, me di cuenta de que en realidad esas tres mujeres también eran víctimas”, cuenta Osorio. “Esa también puede ser una mirada de género, la de las victimarias que siempre son también víctimas”, dice. El verano terminaba, entregó aquel texto que forma parte de la antología Crímenes de mujeres (Catalonia). Además de Osorio y Valenzuela están en aquel libro textos de las chilenas Lucía Guerra, Ana Vásquez-Bronfman y Virginia Vidal; la uruguaya Cristina Peri Rossi; la argentina Ana María Shua; la portuguesa Cristina Norton y la mexicana Mónica Mansour, entre otras. Los textos de la compilación retratan a mujeres que, cuando no son agujereadas por tiros o puñaladas, llevan a sus oponentes a la muerte usando herramientas como venenos, cortapapeles hasta los domésticos cuchillos de cocina. En el apartado donde se encuentran la biografías de los autores dice: “Elsa Osorio no mató a nadie pero le hubiera gustado hacerlo y lo logró con las palabras.” “Hay un deseo, a veces, de acogotar a alguien”, agrega con humor Valenzuela. “La idea del asesinato es sana, llevarla a la práctica es mala idea”, argumenta. “En los microrrelatos que comparto (ver aparte) el tema está tratado con humor”, explica. Uno de los cuentos de Osorio se llama “Siete noches de insomnio”, del libro Callejón con salida, y trata sobre una mujer que quiere cometer un asesinato que no se concreta. Y lo planea en siete noches sin dormir. Está exiliada en Madrid y reconoce a un hombre que había visto en un campo de detención adonde la habían tenido a ella secuestrada. Entonces planea matarlo. Pero todo le sale mal. “Lo interesante es que no llega a hacerlo porque el tipo la reconoce y huye de ella. En esta historia la situación se ha invertido a tal punto que es él quien escapa de ella, quien sale corriendo espantado”, dice Osorio. ¿Entonces, los crímenes de mujeres encierran en general a una víctima? “De alguna manera yo los pensé y escribí así inconscientemente”, responde Osorio. En su novela Cielo de tango hay un personaje que es una chica del interior que llega a la Capital y termina prostituyéndose, y enamorándose de un hombre que la deja. Y ella misma luego es testigo, ve cómo su amor sale de la iglesia casándose con otra mujer. La mujer que socialmente le convenía. “Ella entonces lo mata y de esa forma también se reivindica en la sociedad. Ahí ví que otra vez mis asesinas eran también víctimas”, explicó. En su primer libro, Ritos privados (Losada, 1982) una mujer mata a su marido hundiéndolo en la bañadera. Se trata de esas parejas simbióticas, donde la línea que separa a dos individualidades es difusa. Luego de cometer el asesinato, la mujer de este relato empieza a adquirir gestos del difunto, de algún modo ha matado una parte de sí misma. “La mujer que da la vida no puede quitarla, hay como una imposibilidad desde los mitos a que la mujer perpetre crímenes”, dice Valenzuela siguiendo con la reflexión acerca de las particularidades de las asesinas. “Hay una novela que me impresionó muchísimo, de la escritora española Lola López Mondejar, un libro muy bien hecho donde hay una madre que mata a sus hijos. Terminás muy mal con esa historia pero al mismo tiempo es una novela valiente. Porque es una mujer que mata a los hijos en venganza al marido porque ella ha tenido una maternidad desde el patriarcado, desde la validación de la condición femenina a través de parir hijos. Hablando con la autora me decía que mucha gente se acercó a ella identificados, no con el hecho de matar a los hijos –está claro– sino con la condición de la sumisión femenina”, explica la autora. Y agrega: “Una vez me dieron un premio en Italia y me organizaron muchas actividades, era casi un castigo, íbamos de acá para allá. También estaba Mempo Giardinelli… Una de ellas era ir a un psiquiátrico de mujeres que habían matado a alguien de su familia. Y a todos nos horrorizaba. Y en parte es porque hay algo que resulta inaudito, y es que una mujer sea una asesina.” Con buena convocatoria BAN! que es el festival de novela policial de Buenos Aires sigue en su tercera edición, consolidándose en el circuito negro internacional. Con la visita del griego Petros Márkaris y otros autores que llegaron desde España, Italia, Estados Unidos, Francia, México, Congo, China y Uruguay así como especialistas y escritores locales continuará con su programación hasta el sábado. «       Neil Franklin Hoy a las 21, en el marco del BAN!, Neil Franklin. En el Centro Cultural San Martín.     Relatos de Valenzuela Cena –¡Qué plomo, Gaby, ya estoy harta! Porque al Arnoldo lo buscan de la oficina, lo buscan sus familiares preocupados, los amigos todo el tiempo me llaman para preguntarme dónde está, ¿y qué querés que les conteste, decime vos? No tengo por qué contarles que noches atrás para nuestro aniversario de bodas me citó, ¡vaya sorpresa! En un restaurante fino. Pero como de costumbre me dejó esperándolo horas, asi que me harté y me pedí un pollo al estragón que era una delicia. Estaba chupando los huesitos cuando por fin llegó el Arnoldo muerto de risa, sin disculparse ni nada. Casi sin saludar me dijo: “Por un momento pensé que estabas imaginándote que esos eran mis huesos y los chupabas con ganas de comerme vivo.” Mirá qué gracioso el Arnoldo, ahí yo también me reí pensando en nuestro matrimonio tan insulso, nada que ver con el pollito aromático y suculento. Pero sobre todo reí con ganas porque acababa de descubrir una faceta oculta en la chata personalidad del infeliz de mi marido. –Mirá qué suerte tenés, Elmira, novedades a esta altura. Y qué le descubriste por fin al chanta, ¿un muy disimulado sentido del humor? ¿inesperada imaginación? ¿Don de fantasía? –Nada de eso. Le descubrí una muy rara capacidad premonitoria… Sin título Con mi manera simple de resolver problemas no siempre me ha ido bien. Ahora mismo, sin ir más lejos, me encuentro internada en una cárcel de máxima seguridad. Reconozco sin embargo que antes viví momentos sublimes: cuando compré el matarratas, por ejemplo, o cuando él comenzó con las convulsiones tan vistosas. (Inédito)

FUENTE: TIEMPO ARGENTINO