14 Jul Mamá a tiempo completo
Las mamas primerizas de mi generación -tengo 36- tienen suerte. La “tendencia” en crianza que hoy gana más seguidores es aquella que se parece mucho a nuestro instinto. Pero también nos exige una dedicación full time a la que no estábamos acostumbradas. Esta moda celebra la lactancia a demanda al menos durante los primeros seis me¬ses y -si se puede y quiere- bastante más tiempo, y confía en que los bebés necesitan estar en brazos permanentemente.
Lo que estas teorías actuales sostienen que es mejor para un bebé muchas veces va a contramano de lo que creían nuestras mamas. Treinta años atrás, habían convencido a las mujeres de que si hacían upa a sus hijos los “malcriaban”, y ni podían hablar de compartir la cama con los niños porque se les tiraban encima psicólogos con palabras como “trauma”; y si tenían problemas con dar la teta enseguida les arrimaban las leches de fórmula con la promesa de que hasta eran mejores que la materna.
“Las mujeres estaban muy sometidas a una forma que no es precisamente en la que se puede sentir. Estos mandatos hicieron que la gran mayoría se adaptara anestesiando su sentir, lo que permitió que admitieran formas de parir y criar tan alejadas de lo instintivo, natural y amoroso. Pero muchas cosas comenzaron a ‘hacer ruido’, y las mujeres empezamos a despertar: hoy se nota un giro hacia otras formas que están más acordes con lo instintivo”, detalla Lorena Vaamonde, mamá de Luana y Ámbar, quien dicta cursos para embarazadas y puérperas.
Existen varios libros que se dedican a romper tabúes y difundir las nuevas hipótesis que pregonan el contacto madre-hijo por sobre todas las cosas. Algunos ejemplos son “Bésame mucho”, del pediatra catalán Carlos González; “Dormir sin lágrimas”, de la psicóloga Rosa Jové; y varios títulos de la psicoterapeuta argentina Laura Gutman, como “La maternidad y el encuentro con su propia sombra”.
“Cuando te han prohibido agarrarlo en brazos, dormir con él, darle el pecho o consolarlo, el niño llora más, y la madre vive ese llanto con impotencia, y a la larga con rabia y hostilidad. Todos estos tabúes y prejuicios hacen llorar a los niños, pero tampoco hacen felices a los padres. ¿A quién satisfacen, entonces? ¿Tal vez a algunos pediatras, psicólogos, educadores y vecinos que los propugnan? Ellos no tienen derecho a darle órdenes, a decirle cómo ha de vivir su vida y tratar a su hijo”, advierte Carlos González en esa suerte de biblia de esta nueva tendencia que es “Bésame mucho”.
PURO INSTINTO
Hoy reina el apego. El colecho (dormir en la misma cama con los hijos) tiene clubes de fans. Se festeja dar la teta por años. Los cochecitos pierden terreno frente a metros de telas que, quién lo hubiera imaginado, bien enroscadas alrededor de los cuerpos de mamas cargan hasta a los más rechonchos bebés. Lo malo es que muchas de estas lec-ciones de maternidad a veces nos ponen a perseguir una perfección imposible de lograr.
“Antes eran las abuelas o los pediatras estrictos los que bajaban línea. Ahora son libros ‘anti-pediatras estrictos’. En definitiva, siempre parece que la ‘posta’ la tienen otros. Lo difícil es confiar en que es al revés: la posta para cada hijo/a la tiene cada mamá. Por eso, yo elegí seguir mi intuición. Por ejemplo, con el colecho: con mi marido no teníamos pensado que Milo (6 meses) durmiera en nuestra cama. Y una vez que estuvo con nosotros, nos pareció lo más natural, cómodo y gozoso”, sintetiza Andrea Bianco (38).
Las madres estamos hechas de la materia de los seres humanos. Tan imperfectas como reales. Y a veces experimentamos un abanico de culpabilidades por no estar a la altura de estas nuevas tendencias que, si se busca seguir al pie de la letra, acogotan hasta a las más new age. Así lo admite Margarita Hernández (31), arquitecto y mamá de Salvador (4 meses): “Ni el hitlerianismo del libro ‘Duérmete, niño’ (una guía que propone dejar llorar a los bebés para que aprendan a dormir solos) ni el hippismo de Gutman me terminan de cerrar. Gutman es la base de muchas cosas que pienso, pero me parece que pone todo en la madre, demasiado, y el padre para ella es sólo el que trae la plata; y en nuestro caso no es tan así”.
Esta nueva ola también tiene sus detractores. Muchos le ven cierta tendencia a convertir al bebé en el más alto objetivo de una pareja. “Desde que fui madre por primera vez, hace 26 años, las cosas cambiaron bastante. Pasamos de que los padres dijeran ‘Esto es así porque sí’ a que el niño no debe frustrarse y que somos los adultos los únicos que podemos llevar cualquier frustración, haciéndose ellos, de este modo, dueños de nuestros tiempos, nuestra cama, nuestra comida, nuestra pareja, ¡nuestra vida!”, analiza Edith Diez, una partera que propone vivir los alumbramientos de manera respetada. Muchas embarazadas se sienten sobrepasadas por las ideas que están en los libros de moda. Se habla del contacto permanente, alimento permanente y cuestiones de ese estilo. Pero ¿eso es posible? ¿no es una idealización que lleva a las mujeres y a sus parejas a una situación de extrema tensión, sobre todo cuando se están estrenando como familia? Me pongo a pensar en los mamíferos, como pienso siempre cuando pienso en el parto, y entonces me pregunto: ¿están en contacto permanente? ¿con alimento permanente? Desde lo más instintivo, me contesto: hacen lo que el medio les permite y se van autorregulando como grupo o familia. Por lo tanto, creo que cada pareja que estrena el título de padres quizás podría intentar hacer lo que después de cada prueba y error mejor le dio resultado y lo que más se ajusta a su sentir. Siempre habrá fórmulas maravillosas y tips de moda, pero la aventura de la crianza es realmente vertiginosa, comienza un día y no termina nunca.
No hay crianza perfecta. Muchos dirán, con acierto, que lo mejor es seguir el instinto. Aún así, ¡qué cantidad de mensajes recibimos las mujeres que aumentan absurdamente nuestra capacidad de frustración! “No tenía idea de cómo criar a un bebé, entonces todos los consejos me parecían un notición. Y también recibí muchas sugerencias inútiles: ¡es una pavada pensar que hacerles upa los malcría! Pero tuvo que decírmelo una amiga para que me diera cuenta”, confiesa María Mansilla (39), periodis¬ta y mamá de Antonio (4 años).
“Mi suegra es de decir: ‘Dejala llorar’, cosa que no se me ocurriría hacer ni loca, aún sin haber leído ningún libro. ¿Acaso si alguien que yo amo me llama y me cuenta que está mal voy a taparme los oídos y dejar de responder? Y mi mamá es la típica psicóloga de los años 70, de decir: ‘No duermas con tu hija, y mucho menos te bañes con ella, después salen psicóticos’. Ridículo. Duermo y me baño con mi hija, ¡por supuesto!”, advierte Sofía Alberro (30), profesora de música, con la preciosa y rolliza Lila (5 meses) a upa. “Prefiero recibir el apoyo y la experiencia de mujeres que hoy pasan por lo mismo que yo. Más que pedir consejos, me alivia y reconforta compartir con otras lo que me pasa”.
TÍRATE, QUE HAY RED
Otras mujeres: ahí está el verdadero apoyo. Más allá de los expertos del momento, la mayoría coincide en que su grupo de amigas de siempre o una red de mujeres que conocieron durante el embarazo o el puerperio son su gran sostén cuando se sienten desorientadas. “Hay que poder cortar con lo que manda la sociedad de lo que está bien o mal y darnos la libertad de criar a nuestros hijos siguiendo el corazón, entendiendo que cada uno es un ser diferente, que no existen recetas, que cada bebé es único y cada una vive la crianza a su manera. Pero esto no se logra sola, creo que es necesario recuperar la tribu, relacionarse con otras mujeres que estén pasando o hayan pasado por lo mismo y conectarse desde la emoción, el amor, los sentimientos”, confia Paula Montes (32), profesora de Educación Física, mamá de Camilo (4 meses).
Frente a la catarata de teorías que dan vueltas, muchas contradictorias, generar lazos con otras mujeres que están en nuestra misma situación nos hace ver más claramente el camino a seguir. “Tenía una pila de libros de Laura Gutman. Al final, me sirvió más llamar a otra madre con un bebé, porque una está desbordada y no piensa en la sombra, el inconsciente ni Freud. Estás más en lo diario y descartas las fórmulas, recetas y consejos que no se basen en la practicidad”, asegura Nuria Docampo Feijóo (36), empresaria, mientras Ulises (10 meses) practica sus primeros pasos sosteniéndose de una silla.
“Las ideas sobre el cuidado de los hijos, como las ideas políticas o religiosas, dependen de una convicción personal más que de un argumento racional”, advierte el pediatra González. No se trata de vivir la maternidad como una circunstancia idílica a la que hay que entregar la vida. Alcanza con seguir el instinto y que nada lo frene.
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