11 Jul Los delincuentes sexy son furor en las redes sociales
Por Noelia Ramírez
A tono con la locura desatada en las redes sociales la semana última, si Internet fuese un jurado, Jeremy Meeks, el delincuente más atractivo de Internet, habría sido liberado sin cargos y sacado a hombros de prisión. Casi 200.000 fans en su página de Facebook lo corroboran, así como los 4500 dólares que su madre ha conseguido recaudar hasta ahora para su liberación. Qué importa si el joven de 30 años fue arrestado por robos y posesión de armas, y que la policía de su ciudad asegure que es “uno de los delincuentes más peligrosos de la zona”, con un amplio historial delictivo por pertenecer a la banda Northside Gangster Crips. Los internautas, aliados bajo el hashtag #FreeJeremyMeeks, creen que un hombre tan atractivo no merece estar entre rejas y debería reconducir su carrera a la de modelo, como prueban la multitud de memes que se han creado imaginando que protagoniza campañas para Givenchy, Dolce & Gabbana o Hugo Boss. Por ahora anda bastante lejos del millón de dólares que se ha fijado como fianza para su liberación.
El efecto Meeks no sorprende a nadie. Tal y como destacó Think Progress a propósito de este caso, un estudio ya lo predijo en 1975: la gente atractiva recibe mejor tratamiento en el sistema legal estadounidense. En 2007, los británicos también evidenciaron que los presos feos tenían más posibilidades de ser declarados culpables en un juicio. Para los que vivan alejados del fenómeno viral de los últimos días, pongámonos en situación: el 19 de junio último, la policía de Stockton (California, EE.UU.) cuelga en su página de Facebook la foto de un delincuente detenido en una operación policial contra una banda que había perpetrado robos y tiroteos en la zona. El mugshot (foto de la ficha policial) de Jeremy Meeks se expande y comparte por la red a un ritmo vertiginoso. La noticia del delincuente sexy da la vuelta al mundo e Internet se vuelve loco. Al día de hoy acumula más de 90.000 likes, y algunos comentarios a propósito de su foto son tan explícitos y delirantes como “Puede robar mi casa y asaltarme cuando quiera”, “¡Viólame!” o “¡Dios mío! ¡Qué cosa más linda! ¡Qué guapo, chulo, bello, hermoso y papito está!”
¿No se está cruzando una delicada línea? ¿En qué momento el atractivo de una persona puede librarla de todos sus crímenes?
La erótica de la delincuencia no es algo nuevo. Ahí están las groupies de Ted Bundy (asesino en serie responsable de asaltar y matar únicamente a mujeres), Charles Manson (responsable de idear múltiples asesinatos) o la devoción virtual que todavía inspira Lewis Payne, implicado en la conspiración por asesinato de Lincoln. Quizás el problema de hoy radica en que la red alienta estos fenómenos.
Buzzfeed publica periódicamente listas con fotos de fichas policiales y hombres atractivos. Una de ellas, titulada 13 mugshots, acumula casi un millón y medio de lecturas. Y no todo son historias de locuras momentáneamente colectivas en torno de una cara bonita. Meagan Renea McCullough, una residente de Florida que fue arrestada por conducir borracha en 2010, vio cómo la foto de su ficha policial se convertía en el meme Attractive convict y su foto comenzó a viralizarse en 2012. Tras denunciar acoso y tener que bloquear a usuarios en las redes sociales, la cosa acabó en juicio en febrero último, cuando McCullough llevó a los tribunales a una empresa que rastrea el pasado de personas en Internet por utilizar sin su consentimiento su foto policial para publicitarse.
El periodista Chris Ostendorf reflexionaba sobre el fenómeno Meeks en un artículo de opinión en el Daily Dot y analizaba cómo la ficción televisiva ha conseguido idealizar y encandilar a la audiencia con criminales como Tony Soprano o las mujeres de Orange is the new black. “La complicación que surge hablando del atractivo de criminales, sobre todo masculinos, consiste en que sus rasgos son usados como una excusa para justificar su comportamiento. La sexualidad casi siempre concede el privilegio, pero dependiendo de la naturaleza de los delitos de un criminal, aquel privilegio puede ser una frontera peligrosa”, destacaba. Porque una cosa es idolatrar a un criminal ficticio al que no le importa matar, pero que extrañamente vive encariñado con los patos de su piscina, y otra es endiosar al criminal más peligroso de la ciudad.
LA NACION