La fortuna de los Borbones, el mayor secreto de Estado

La fortuna de los Borbones, el mayor secreto de Estado

Por Martín Rodríguez Yebra
El 23 de diciembre de 2004, Juan Carlos de Borbón le prestó a su hija Cristina 1,2 millones de euros sin intereses para ayudarla a comprar un palacete en Barcelona. El dato salió a la luz nueve años después, en la investigación contra la infanta y su esposo, Iñaki Urdangarin, por el fraude del Instituto Nóos.
Más allá de su valor como prueba judicial, esa revelación aportó una novedad única: por primera vez se conocía información concreta y certificada sobre una operación financiera del rey.
Fue una pieza aislada del rompecabezas. No hay secreto de Estado mejor guardado en España que la fortuna de Juan Carlos de Borbón y de su hijo, el nuevo rey Felipe VI .
¿Son nobles que viven rodeados de lujos a costa del presupuesto del Estado o unos magnates que esconden un patrimonio personal astronómico, digno de los grandes multimillonarios del planeta?
La absoluta opacidad sobre los bienes de la familia Borbón impide conocer la respuesta y alimenta versiones escandalosas. La revista Forbes solía colocar a Juan Carlos en la lista de las mayores fortunas europeas: llegó a atribuirle 1700 millones de euros. El especialista belga en presupuestos de las casas reales Herman Matthijs elaboró un informe en 2012 -muy difundido- que elevó esa cifra a 1900 millones.
La Casa Real siempre calla. A pesar de que la popularidad de Juan Carlos I entró en un tobogán empinado a partir del caso Nóos y de papelones personales como sus cacerías VIP en África, los intentos por recuperar la imagen de la monarquía jamás incluyeron echar luz sobre los bienes de los Borbón.
Los reyes de España no están obligados a presentar una declaración patrimonial al asumir el trono ni al abdicar. El monarca en ejercicio cuenta con una protección constitucional que impide abrir investigación alguna sobre su persona. A Juan Carlos I el gobierno busca blindarlo de denuncias o pesquisas indiscretas con una ley que le otorgará fueros extraordinarios.
Felipe VI juró la semana pasada con la promesa de actuar con “honestidad y transparencia”, pero por el momento no dio indicios de que romperá con el tabú sobre la fortuna familiar.
El mayor gesto del Palacio de la Zarzuela para atenuar el secretismo financiero de la Corona ocurrió el año pasado, cuando decidió publicar cómo distribuye el rey la partida presupuestaria que le otorga el Parlamento para gestionar su casa.
Se supo entonces que de los 7,7 millones de euros girados en 2013, el rey se asignaba para sí 292.752 euros brutos, de los cuales una mitad es sueldo y la otra, gastos de representación. El salario de un ejecutivo medio en una gran empresa.
Aun así, se desconoce cuánto se gasta en seguridad, en viajes al exterior, autos oficiales y otros rubros relacionados con el mantenimiento de la monarquía y que salen del presupuesto de distintos ministerios.
La Casa Real se vio forzada también el año pasado a dar explicaciones sobre la herencia que recibió Juan Carlos I de su padre. El diario El Mundo publicó que Don Juan de Borbón había dejado a sus tres hijos al morir, en 1993, unos seis millones de euros en inmuebles y en dinero depositado en bancos suizos.
¿Había mantenido Juan Carlos cuentas en Suiza siendo el rey de España en ejercicio? Ante la amenaza de otro escándalo, la Zarzuela prometió una respuesta. Se tomó tres meses para informar que esos fondos “nunca fueron transferidos a España” y que Juan Carlos I “no tiene en estos momentos” ninguna cuenta en el extranjero.
La revelación de esos datos desmontó el mito de que Don Juan había muerto en la pobreza después de conducir la Casa Real en el exilio durante el franquismo. El periodista José María Zavala, autor del libro El patrimonio de los Borbones, sostiene que el padre de Juan Carlos heredó a su vez de Alfonso XIII (y administró en adelante) una fortuna equivalente a 145 millones de euros actuales.

DATOS FANTASIOSOS
Políticos republicanos añaden denuncias escandalosas -sin pruebas a la vista- sobre supuestas comisiones cobradas por sus gestiones como impulsor de los negocios de las multinacionales españolas. Su relación con la lobbista alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein regó las suspicacias.
En sectores monárquicos y en el gobierno señalan que los cálculos sobre la fortuna son fantasiosos. Y que muchas veces se les atribuyen a los reyes la propiedad de bienes que son del Estado, como los palacios y sitios reales. También aclaran que los regalos oficiales que recibió el rey emérito durante los casi 39 años en el trono no le pertenecen. El ejemplo más conocido es el lujoso yate Fortuna, a bordo del cual salió retratado durante años en las tapas de las revistas del corazón. Por orden de la Casa Real, el Estado lo devolvió en 2013 a los empresarios de las Islas Baleares que lo habían comprado para disfrute del monarca en sus veranos en el Mediterráneo.
LA NACION