21 Jul El origen del peronismo visto a través de 16 ventanas diferentes
Por Juan Pablo Cinelli
Aunque no surgió de la nada, sino de una serie de procesos políticos y sociales muy específicos, puede decirse que en términos relativos el peronismo surgió de manera muy rápida y masiva. En términos orgánicos puede decirse que se trata de un ente que nació grande, con las ventajas e inconvenientes que tal condición conlleva. Fue esa magnitud la que propició que el movimiento impusiera muy prontamente y con tanta efectividad el programa social impulsado por sus líderes, Juan Domingo y Eva Perón. Pero ese tamaño desmesurado y el rígido alineamiento detrás de la pareja también requirió un complejo modelo de organización interna. Es imposible no pensar en el peronismo como una clásica estructura de pirámide en cuyo vértice superior sólo hubo espacio para Perón, mientras el conductor estuvo vivo, y poco es lo que saben los no iniciados acerca de aquellos que ocuparon los estratos de liderazgo inmediatamente inferiores. Justamente mirar hacia abajo dentro de la estructura del peronismo original se encarga el libro La segunda línea: Liderazgo peronista 1945–1955, publicado en conjunto por Eduntref, sello editor de la Universidad de Tres de Febrero, y la editorial Pueblo Heredero de la Asociación Amigos del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, entidad que dirige de manera honorífica Lorenzo Pepe. No hay mejor libro para volver a entrar en el peronismo tras haberse conmemorado ayer el 40º aniversario de la muerte de su líder.
La comprensión del peronismo es un tema que ha ocupado a una multitud de autores y pueden llenarse varias bibliotecas con el material bibliográfico que estos han producido. Lo novedoso e interesante de La segunda línea es que propone un recorrido por los hombres en los cuales Perón delegaba distintos hilos de liderazgo en el interior de esa inmensa red socio– política en que casi inmediatamente se transformó el peronismo, incluso antes de que el 17 de octubre de 1945 se convirtiera en su fecha de nacimiento oficial. Nombres reconocidos como los de John William Cooke, Héctor Cámpora, Ramón Carrillo, José Gelbard, Domingo Mercante o Juan Pistarini conviven en las páginas del libro junto a otros cuyo eco ha reverberado mucho menos en el gran cañón de la historia peronista. Carlos Aloé, Angel Borlenghi, Juan Bramuglia, Delia Degliuomini, José Espejo José Figuerola, Miguel Miranda, Roberto Pettinato, Alberto Teisaire y Juan Velazco completan la lista de dieciséis nombres desde los cuales Raanan Rein y Claudio Panella, responsables de compilar los textos dedicados a cada uno de ellos, proponen volver a analizar al peronismo desde la periferia del poder que irradiaba Perón. El propio Panella confirma que desde esas 16 ventanas el peronismo se ve muy distinto. “Desde su mismo nacimiento el peronismo ha sido estudiado predominantemente a partir del lazo directo forjado el líder carismático y las masas, eludiendo casi por completo la función mediadora de personalidades provenientes de distintos sectores sociales y políticos que hicieron su aporte al surgimiento y consolidación del peronismo”, dice el compilador. “Estas personas ofrecieron ideas, experiencia, capacidad de gobierno, vinculaciones con el mundo político, gremial y empresario y habilidad para promover apoyos al líder. Con mayor o menor suerte estos intermediarios contribuyeron con su labor al ascenso de Perón y aportaron lo suyo para darle forma al justicialismo”, completa Panella.
–¿En qué momento estás personas empiezan a colaborar con Perón?
–Los integrantes de esta segunda línea no surgieron “a consecuencia” del éxito peronista sino “antes y durante”, es decir jugando un papel decisivo en el mismo debido a la función que cumplieron. En otras palabras, el éxito peronista hubiera sido imposible de lograr sin la acción de estos intermediarios.
–Aunque el valor de los nombres que integran el libro es innegable, hay otros cuya ausencia es notoria, como los de Cipriano Reyes o Raúl Apold. ¿En base a qué criterio se realizó la selección de las figuras retratadas?
–Incluir en un solo libro a todos los integrantes de esta segunda línea hubiese sido una tarea imposible de lograr, aunque creemos que las 16 síntesis biográficas allí expuestas son lo suficientemente representativas de la misma como para brindar al lector una aproximación cabal a su conocimiento. Convocamos para ello a colegas de reconocida trayectoria que desde hace tiempo vienen trabajando sobre distintos aspectos de la historia del peronismo, los cuales nos brindaron sus saberes a partir de analizar la trayectoria de cada biografiado y su desempeño en el movimiento peronista. Pero seguramente merecen ser abordados otros personajes además de los estudiados en el libro y de los mencionados Reyes y Apold, como por caso Hipólito Paz, Jerónimo Remorino, Alfredo Gómez Morales, Armando Méndez San Martín, Eduardo Vuletich, Ignacio San Martín o Arturo Sampay.
–¿Cómo puede definirse el liderazgo de estas figuras teniendo en cuenta que su capacidad de maniobra siempre estuvo limitada a lo que el propio Perón determinara? ¿Puede hablarse de liderazgos cuando nadie se atrevió a cuestionar al líder y quienes lo hicieron, como Augusto Vandor o Montoneros (sin entrar en los complejos detalles de ambos casos) no recibieron la mejor de las reacciones por parte del líder y de sus compañeros?
–Estas figuras tenían un poder acotado a su función, a su tarea específica y ninguno de ellos intentó cuestionar el liderazgo de Perón y Evita dentro del movimiento justicialista. Sin embargo no siempre fue armónica la relación entre ellos (en algunos casos decididamente mala) y su influencia o participación fue diversa: algunos se fueron del gobierno mientras Perón todavía era presidente, otros se alejaron de la política luego de 1955 y otros siguieron militando desde distintas posiciones, como por ejemplo John W. Cooke o Delia Parodi.
–¿Este tipo de liderazgos fragmentarios son un punto de partida para entender un movimiento cuya estructura es capaz de contener formas de pensamiento e ideologías por completo opuestas?
–Sin lugar a dudas. Si uno observa las distintas procedencias de estos personajes –militar, política, sindical, empresaria, de la burocracia estatal–, su ideología, su desempeño, sus acciones, sus expresiones o su ubicación dentro del peronismo, se da cuenta de lo amplia que resultaba esa visión de antaño.
–¿Cuál es la novedad que el libro ofrece dentro de una materia tan recorrida como la historiografía del peronismo y qué creen que aporta a la mirada de un movimiento tan complejo y revisado?
–Efectivamente, la historiografía sobre el peronismo es vastísima y no solamente en nuestro país, por lo que al libro lo entendemos como un aporte al mejor conocimiento y comprensión de ese primer peronismo, de su heterogeneidad, de su complejidad, de su riqueza, lo que viene a demostrar además que todavía quedan aspectos y cuestiones por indagar de este movimiento político.
TIEMPO ARGENTINO