El hit argentino llegó al Clásico de los Millones

El hit argentino llegó al Clásico de los Millones

Por Julián Iglesisas
Mulambo decime qué se siente/ No tener estadio para jugar/ Ganar solamente por los pitos/ Y tener el apoyo de la prensa sucia/ Edmundo te humilló/ Pedrinho te calló/ En el Maracaná soy tu mayor terror/ 7-0 ya te gané/ El Chocolate se repitió/ La favela otra vez se calló.
Tanto sonó el “Brasil decime qué se siente” –la versión argentina del tema de Creedence Clearwater Revival– durante el Mundial, que en Brasil se la terminaron apropiando. Lo hizo la hinchada de Vasco da Gama para burlarse de Flamengo. Y detrás de la letra se esconde una parte de la historia de uno de las rivalidades más importantes no sólo de Río de Janeiro sino probablemente de todo Brasil: el “Clásico dos Milhoes” (Clásico de los Millones), llamado así porque, según las estadísticas, cerca de la cuarta parte de los habitantes del territorio brasileño son torcedores de alguno de esos dos equipos.
Las estrofas provocadoras del tema no precisan de mayores explicaciones, pero para comprender las chicanas con nombres y números propios hace falta un glosario explicativo. “Mulambo” es un término despectivo que refiere a una persona de aspecto roñoso, con el que se ataca a los hinchas de Flamengo, que con los años adoptaron el apelativo como propio y lo llevan con orgullo. Algo similar a lo que ocurre con el “bostero” y la gente de Boca.
La cuestión del estadio refiere a que el Fla juega como local en el Maracaná, que es propiedad del Estado de Río de Janeiro, porque su cancha, el Estadio da Gavéa, no fue remodelado nunca desde que se inauguró en la década de 1930 y tiene capacidad para apenas 4 mil personas. Claro que por tratarse del equipo con más hinchas de todo el país (y, dicen, del mundo), cualquier otro escenario le quedaría chico al Mengao.
La humillación de Edmundo se dio en 1997, en una goleada 4-1 del Gigante de la Colina, en la que el delantero marcó tres goles y luego de convertir el último salió bailando del área a modo de festejo. Claro que, unos años antes, cuando jugaba para Flamengo, el Animal se había agarrado los genitales frente a la tribuna del Vasco.
Lo de Pedrinho, en tanto, refiere a la final de la Copa Guanabara de 2000: Vasco goleó 5-1 y el10, después de convertir el quinto, se llevó el dedo índice a la boca para mandar a callar a la tribuna del Fla. Un rato después, Pedrinho se puso a hacer jueguitos en la mitad de la cancha y recibió un planchazo de un rival, que derivó en una gresca generalizada. Ese día nació el término Chocolate para hablar de una humillación futbolística, porque el encuentro se jugó durante las Pascuas. Por último, la parte que habla del 7-0 se refiere a la máxima goleada de la historia en el clásico, hace largo tiempo atrás: el 26 de abril de 1931, Vasco aplastó a Flamengo por el Campeonato Carioca justo el día que se inauguraba el estadio da Gávea.
La rivalidad entre ambos clubes había nacido un par de décadas antes de aquel partido y no precisamente en una cancha, sino en el agua: tanto Flamengo como Vasco surgieron como clubes de regatas y protagonizaron numerosos enfrentamientos en los primeros años del siglo veinte. El primer cruce en una cancha de fútbol fue el 29 de abril de 1923 y terminó con victoria del Gigante de la Colina por 3-1. Desde entonces, se enfrentaron en 383 ocasiones, con una leve ventaja favorable al Mengao, que ganó 143 veces, contra 129 del Vasco. Empataron en 111 partidos, entre los que se incluyen los últimos dos cruces: igualaron 1-1 en ambos duelos de la final del Campeonato Carioca 2014, que le dieron el título a Flamengo por haber terminado mejor colocado en la tabla general del certamen. Se trató de la 55º definición que protagonizaron ambos equipos entre todas las competencias, de las cuales 22 fueron por el Campeonato Carioca, 22 por distintas competiciones estaduales y una por la Copa de Brasil (de formato similar a la Copa Argentina): en 2006, Fla ganó 3-0 en el global.
A lo largo de la historia, grandes futbolistas vistieron la camiseta de ambos clubes, como es el caso de Romario, que surgió en Vasco a mediados de los 80, pasó por Flamengo a mediados de los 90 y luego regresó a su primer hogar, después de haber sido ídolo de ambas instituciones. Sin embargo, las máximas glorias de ambos clubes fueron contemporáneas y fue a partir de ellos que el clásico alcanzó su máximo esplendor: en los 70, Zico brilló con la rojinegra y Roberto Dinamita con la banda negra en el pecho. En 1976 llegaron a congregar 175 mil personas en el Maracaná.
Hoy, el Clásico de los Millones sólo puede jugarse en competencias estaduales, porque el año pasado Vasco descendió a Segunda en el Brasileirao. De todos modos, la rivalidad está tan viva como nunca. La canción que le dedicaron a su rival de siempre así lo demuestra.
EL GRAFICO