12 Jul Dos vidas en un instante
Por Marcelo Stiletano
Un relámpago cayó en 2007 sobre Paul Potts, y su vida cambió de un instante a otro para siempre. Por una vez tomó la decisión de superar eternos miedos y presentarse para una prueba en el reality show televisivo Britain’s Got Talent (equivalente en el Reino Unido de nuestro Talento argentino), y allí su interpretación de “Nessun Dorma”, la famosa aria de la ópera Turandot, dejó literalmente con la boca abierta a los jurados, al público y, de allí a través de Internet, al mundo entero.
Con ese triunfo, Potts dejó casi de un día para el otro el anonimato de una vida como tantas, en su caso como vendedor de teléfonos celulares en una gris población industrial de Gales. Desde entonces, una sucesión de grabaciones, presentaciones, reconocimientos y contratos millonarios transformó a este hombre que a priori carecía de dotes carismáticas o glamurosas en una celebridad internacional. El título de su primer álbum (One Chance) se transformó seis años después en el título de la película que cuenta su vida.
En nuestro país fue estrenado el 3 de julio por Diamond como Mi gran oportunidad, con el destacado (y poco conocido fuera del Reino Unido) actor británico James Corden como Potts, junto a Alexandra Roach, Julie Walters, Colm Meaney y Mackenzie Crook. “Nos hemos tomado algunas licencias para mantener la coherencia dramática, pero el arco general de la historia creo que refleja con exactitud la vida de un chico que fue víctima permanente del bullying en su infancia, que luchó durante mucho tiempo contra su timidez y que siempre tuvo el sueño de cantar”, dijo a LA NACION David Frankel, el director de la película, en una charla que tuvo lugar en el último Festival de Cine de Toronto, donde la película vivió su lanzamiento mundial.
El primer acercamiento de Frankel con el proyecto tuvo que ver con la ópera. El director, entusiasta seguidor de la lírica, encontró algún punto en común entre la historia de su padre y la de Potts. “Mi padre -explica- tenía una hermosa voz de tenor y siempre quiso ser cantante de ópera. Crecí alrededor de ese mundo y esa experiencia seguramente pudo haberme ayudado mucho en este proyecto. La historia de Paul es fácilmente reconocible, se parece mucho a la de Rocky o la Cenicienta. Alguien que cree en sí mismo y sigue adelante pese a todos los obstáculos. Es como si el personaje de Stallone se pusiera a cantar arias de ópera.”
-El reality show es uno de los géneros televisivos más expuestos a las críticas, pero su película no parece dispuesta a sumarse a ellas. Todo lo contrario.
-Por ahí podríamos pensar que los reality shows también tienen un lado bueno, ¿por qué no? Algunos de ellos proponen una manera diferente en términos artísticos de competir. Es cierto que por ahí siempre aparece algún chisme, luchas de egos y esas cosas, pero lo importante es que estamos en definitiva frente a una demostración de talento. Uno canta ópera, otro propone una versión de “Sobre el arco iris”, un tercero elige bailar. Y en el caso de la competencia que consagró a Paul Potts se superó otro prejuicio: creer que los realities de este tipo están solamente pensados para la gente joven.
-Potts está en las antípodas de esa imagen.
-Basta mirarlo. Es un hombre gordinflón, con una dentadura horrible, tímido al punto de hacerse daño a sí mismo. Nadie jamás lo había escuchado cantar ópera porque no se animaba. Y de repente, 10 segundos después de escucharlo en el reality, los jurados y el público empiezan a llorar. Todos en un instante sienten además que a partir de un aria operística se puede construir una historia de vida diferente. En plena preproducción de la película me hice esa pregunta: qué pasaba por la cabeza de un hombre de 36 años que pasaba el tiempo vendiendo celulares en Port Talbot. La posibilidad de animarse a mostrar y desarrollar un talento es absolutamente movilizadora. Eso me estimuló como pocas cosas a hacer esta película.
-¿Cuál fue el compromiso de Potts con la película? ¿Se relacionó bien con el proyecto? ¿Puso reparos?
-Desde el comienzo la actitud de Paul fue siempre de máximo apoyo. Colaboró con nosotros sin reparos. Recuerdo mi primer día de trabajo en esta película. Tomé un tren en Londres y me bajé en Port Talbot envuelto en frío, viento, nubes interminables. Esa ciudad me parecía el peor lugar del mundo para hacer una película. No tenía idea de lo que era eso. Le pregunté a mi productor si tenía sentido rodar acá. Pero enseguida Paul me llevó a la pequeña casa en la que creció, a la iglesia en la que se casó, empecé a relacionarlas con el entorno, algunas bellas colinas que aparecían en el fondo y todo empezó a cambiar. Fui descubriendo que también allí podía haber belleza, porque la historia de Paul nos invitaba a vivir esos sentimientos. Todo eso se profundizó cuando Paul se encontró con James Corden y el lazo entre ambos fue el mejor.
-Usted, acostumbrado a trabajar con estrellas como Meryl Streep, Tommy Lee Jones, Steve Carell, Owen Wilson y Jennifer Anniston, prefirió aquí rodearse de figuras menos conocidas.
-Es algo que desde el principio tuvimos en claro con James. Es interesante pensar que es un actor poco conocido en los Estados Unidos sobre todo y seguramente también en países como el suyo. Además de contar con un actor excepcional, sobre todo en su faceta de comediante, me parecía muy interesante, casi perfecto, recurrir a alguien que a los ojos del público también podía significar un descubrimiento. Podía reforzar cierto efecto buscado deliberadamente. Me da la impresión de que mucha gente va a creer que el verdadero Potts aparece en la pantalla y no un actor que lo representa.
-Para un fan de la ópera como usted debe haber sido difícil la decisión de mostrar en la película a un Luciano Pavarotti tan arrogante y creído.
-Es así. Admiro a Pavarotti sobre todo porque disfruto sus interpretaciones de Puccini, mi compositor predilecto. Y efectivamente fue difícil y con toda seguridad algo no del todo justo, porque quienes lo conocieron hablan de Luciano como una persona muy agradable y generosa. Pero como le decía al principio era importante también que nos tomáramos algunas licencias dramáticas. Lo cierto y definitivo es que Pavarotti siempre fue para Paul una guía, un héroe.
-La película comienza con una secuencia explícita de bullying de la que Potts es víctima en su tiempo de estudiante.
-Ese momento estuvo dirigido a marcar y delinear la personalidad de Paul y el temperamento que va adquiriendo durante el relato. Creo que el origen del bullying es completamente irracional. De repente le dicen a alguien: “No me gusta cómo me mirás, no me gusta tu actitud, tu postura”. Ejercer esa dominación puede dejar en una persona cicatrices de por vida. Paul estuvo expuesto a esa situación y por suerte tuvo la decisión de superarla. Cantó último y cantó mejor.
LA NACION