20 Jun Volvieron los X-Men: uno de nosotros
Por Alberto Armendariz
Los mutantes están de vuelta. ¡Y por partida doble! Es que en X-Men: Días del futuro pasado, que se estrenó a mediados de mayo en la Argentina, estas criaturas superpoderosas conducidas por el profesor Charles Xavier cruzan caminos entre un apocalíptico futuro y un pasado nostálgico que posee la clave para cambiar el destino de la humanidad.
Así, por esta nueva entrega de la consagrada saga mutante -la tercera a cargo de Bryan Singer, luego de haber dirigido las dos primeras, de las siete realizadas hasta ahora- desfilan las versiones jóvenes y veteranas del Profesor X, encarnado respectivamente por James McAvoy y Patrick Stewart, y del malvado Magneto, personificado por Michael Fassbender e Ian McKellen; además de personajes recurrentes como el infaltable Wolverine (Hugh Jackman), Mystique (Jennifer Lawrence), Storm (Halle Berry), Beast (Nicholas Hoult), Kitty Pryde (Ellen Page), Rogue (Anna Paquin) y Cíclope (James Marsden). Ambos Profesores X llegaron a Brasil para promocionar el film.
Stewart, de 73 años, y McAvoy, de 35, participaron de una multitudinaria conferencia de prensa en la que evitaron referirse al escándalo que por estos días involucra al director de la película, Bryan Singer, acusado de haber abusado sexualmente de un adolescente en 1999. Sin embargo, Stewart no dudó en agradecer a Singer por haberlo convencido 14 años atrás de ponerse en la piel del maestro de los mutantes, papel que ya ha encarado en cuatro de las películas de X-Men. “Al principio, me resistí un poco porque ya estaba muy identificado con otra historia de ciencia ficción”, cuenta el actor inglés en referencia a su popular personaje del Capitán Jean-Luc Picard en Viaje a las estrellas: La nueva generación.
“Ya había hecho algunas películas de acción que me trajeron cosas buenas, pero también muchos reveses. Entonces Bryan Singer me tranquilizó diciendo que éste X-Men no sería uno más de esos films de acción en que los personajes son lineales y triviales, que sería algo más profundo”, explica Stewart, quien reconoció que, como no sabía nada de los famosos personajes creados en los 60 por Marvel Comics, recibió de la producción un baúl lleno con las historietas para ponerse al día.
En su personaje del Profesor X, mutante parapléjico que tiene la habilidad de leer y controlar las mentes, Stewart ve las cualidades de un verdadero líder que sirve de ejemplo tanto dentro como fuera de la pantalla grande. “Su talento no es sólo leer la mente de otras personas, sino ponerse en su lugar. Se necesita sabiduría para entender lo que el otro siente, por lo que está pasando. Y el líder de un grupo o de una nación precisa tener esa capacidad de ponerse en el lugar de los demás, ver a través de sus ojos. No es sólo sentarse en las Naciones Unidas o en la Unión Europea, sino sentir empatía con los demás. Si uno hace eso en su día tras día, conseguirá tener éxito en su liderazgo”, resaltó el actor, que pasó más de dos décadas haciendo teatro con la Royal Shakespeare Company antes de lanzarse al cine.
La historia de X-Men: Días del futuro pasado comienza en un aterrador futuro no muy lejano en el que los X-Men y el resto de los mutantes están al borde de la extinción, arrinconados por un ejército de Centinelas, máquinas creadas por el científico Bolivar Trask (el siempre excelente Peter Dinklage de Game of Thrones) que logran copiar las habilidades mutantes de Mystique luego de ser detenida. El Profesor X decide entonces usar las habilidades mentales de Kitty Pryde para transportar a Wolverine al pasado, hasta 1973. Su misión: convencer a las versiones jóvenes de Charles Xavier y de Magneto de trabajar juntos para evitar que los Centinelas de Trask se lancen a la destrucción del mundo.
¿Suena complicado? Puede ser, pero para James McAvoy la gracia de los X-Men hace que estos “superproblemas” resulten mucho más próximos y cotidianos. “Vamos al cine para vernos a nosotros mismos. Uno de los aciertos de X-Men es que son superhéroes muy humanos. Son perseguidos, abusados y sufren prejuicios por ser diferentes. Algunos no revelan su condición de mutantes: están en el armario, con miedo a salir de él. Todo eso es parte de la experiencia humana; si no sucede contigo, ocurre en tu familia, entre tus amigos, en el mundo”, señaló el actor escocés.
Sentado a su lado, Stewart coincidió en que estamos viviendo un tiempo de gran intolerancia, resentimiento y odio, como quedó demostrado hace un par de semanas con el secuestro de las niñas en una escuela de Nigeria a manos de un grupo extremista musulmán que se opone a la educación de las mujeres. Aun así, se declaró optimista en relación con el futuro de la humanidad.
“Viví mucho y pude ver la caída del Muro de Berlín, la paz en Irlanda del Norte, el fin del apartheid en Sudáfrica. Siempre sentí que el mundo evoluciona. Nos estamos dirigiendo hacia un período de violencia extrema, pero he visto cómo hemos transformado la realidad y hemos encarado grandes obstáculos en el pasado. Veo a Ian McKellen, que se propuso luchar por los derechos de los gays en un tiempo en el que los actores no hacían eso y hoy ser respetado por el gran actor que es. Veo ahora a Ellen Page [quien interpreta a Kitty Pryde y hace pocos meses reveló que es lesbiana] siguiendo el mismo camino y tengo que ser optimista. Mucha gente que antes no tenía voz hoy la tiene”, apuntó.
Más allá del diagnóstico de la sociedad actual por parte de los dos protagonistas de X-Men, ambos actores aceptaron que si pudiesen tener la habilidad de ser transportados al pasado cambiarían algunas cosas de sus historias personales.
“Yo le diría a mi versión más joven que rechace algunos papeles. Hice varias películas malas -relató McAvoy, entre carcajadas de la audiencia-. Pero lo que más me gustaría hacer sería observarme cómo era a los cinco años, ver lo que hacía entonces, porque no tengo memoria de esa edad. Cuando era chico, quería tener la habilidad de que la gente me quisiera, quería tener la confianza de un superhéroe. Otro poder que me gustaría tener es ser invisible, para huir de ciertas situaciones.” Por su parte, Stewart fue bien preciso: “Si pudiese cambiar algo de mi pasado, me diría a mí mismo que me divierta más, que no me tome la vida tan en serio”.
Tal vez por eso, los dos actores británicos buscaron aprovechar al máximo su breve estada en San Pablo. Después de dar un paseo por la mayor ciudad brasileña, por la noche fueron a cenar a D.O.M., el restaurante del aclamado chef Alex Atala, considerado el mejor de América latina y ubicado en el puesto número siete a nivel internacional, según el más reciente ranking de la revista Restaurant. Pero lo que más entusiasmado tenía a Stewart era la cita que tendría al día siguiente con el técnico de la selección nacional de Brasil, Luiz Felipe Scolari. “Soy fanático del fútbol. Espero que el encuentro les traiga suerte en el Mundial. ¡Y para mi selección [la de Inglaterra] también!”, comentó sobre el campeonato, que comenzó en esta ciudad el 12 de junio y tendrá su final en Río de Janeiro el 13 de julio.