Rubén Rada: sesenta años arriba de los escenarios

Rubén Rada: sesenta años arriba de los escenarios

Por Juan Manuel Strassburger
Es el señor de los tambores, del pelo afro y de la buena onda instantánea. Pero también el del canto sincopado y varios de los mejores discos que dio la música rioplatense de los últimos 40 años, primero con grupos míticos como El Kinto, Tótem y Opa, y luego con álbums solistas como Montevideo, una pequeña joya en su extensísima y rica discografía.
“En mi vida siempre convivieron ambos aspectos, el de músico de culto y el popular. Y eso me gusta”, dice Rubén Rada en comunicación telefónica, desde Montevideo, antes de –justamente– repasar su riquísima historia musical en el Teatro Opera el pasado sábado 31 de mayo.
“De mi época con La Banda para acá, voy a tocar de todo. Las canciones que no te olvidás de pedir a viva voz en cualquier concierto mío, como otras que no se recuerdan tanto”, adelanta y recuerda su primera irrupción fuerte de este lado de la orilla, a principios de los años ’80: “Fue durante la Guerra de Malvinas, cuando los militares prohibieron la música en inglés y el rock argentino empezó a escucharse en todos lados, a la par de gente como Mercedes Sosa, Baglietto, Teresa Parodi y yo mismo. Eso, más la vez que León Gieco me presentó ante su gente en un recital que ambos compartimos en La Rural en aquella época, fue mi punto de partida con el público argentino. A partir de allí fue todo para adelante. Por eso le estoy tan agradecido a León.”
–Más allá de tus seguidores, ¿cómo te llevás con el público en general, que te conoce de la tele y series como Gasoleros?
–Muy afectuoso. Todo el tiempo me paran y me saludan: “¡Eh! ¿Cómo andás, Negro Rada?” Desde el principio fue así. Recuerdo una vez, en los ’80, que tocábamos con el Dúo Fantasía, León, y Pedro y Pablo, y que en un estadio para 20 mil personas apenas fueron 2000. Sin embargo, al día siguiente nos cruzaron dos fans que no habían estado la noche anterior y que enseguida me empezaron a gritar: “¡Eh, Negro, sos lo más grande que hay!” (risas). Hay que tener en cuenta que mi música no es muy fogonera. Tiene muchos contrapuntos rítmicos, las melodías tienen sus vueltas y sus armonías, hay un montón de acordes. Eso sí: son melodías lindas, con algo de tango también.
–En 2011 llegó a tu vida Salvador, tu primer nieto. ¿Cómo sos como abuelo?
–¡Contentísimo con Salvador! Vino a alegrar la familia. Yo le hablo como te hablo a vos. Nada de hablar aniñado o en el supuesto lenguaje de ellos. Y te digo que a los dos años ya nos cuestionaba todo. Y salta con cosas curiosas que nos hacen estallar de risa. Por ejemplo, cuando dice que le gustan los “Hinchas Kuryaki”, el grupo donde toca su padre, mi hijo Matías. También baila Michael Jackson, Jamiroquai y Stevie Wonder. La gran diferencia que siento de cuando era padre es el tema de agacharse a agarrar los juguetes. ¡Es terrible!
–A 30 años de tu primer vínculo fuerte con el país, ¿cómo describís al Rada actual?
–Como un Rada muy pleno. Muy feliz con lo que tiene y con el cariño que recibe no solo acá o en el Uruguay sino en gran parte de Latinoamérica. Es ir a Brasil de paseo y que la gente también me salude y me diga que me quiere mucho. O que Ed Motta diga que creció escuchando mi música. O que los chicos de Illya Kuryaki también me digan cosas lindas. Pensá que hace 60 años que estoy arriba de un escenario. Y voy por más.”
TIEMPO ARGENTINO

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