“Queríamos contar la historia de una escena que recorrió el mundo”

“Queríamos contar la historia de una escena que recorrió el mundo”

Por Ivana Romero
La imagen se repite de vez en cuando en la televisión, en especial en vísperas y durante el Mundial: Diego Maradona sale de la cancha celebrando como un chico tras el partido contra Nigeria; una enfermera rubia lo lleva del brazo. Parecía una imagen más de esa inagotable cantera de momentos épicos con las que Diego ha ido construyendo su vida y su leyenda (una vida y una leyenda que hemos abrazado como propia, hasta convertirla muchas veces en un abrazo agobiante, del que nuestro ídolo se ha soltado varias veces, con su capacidad increíble de morir y renacer de sus propias cenizas). Sin sospecharlo entonces, esa imagen registra el principio del fin. “Al margen de los hechos trágicos que costaron vidas –como los 71 asfixiados en la Puerta 12 del Monumental en 1968– el jueves 30 de junio de 1994 fue la jornada más triste del fútbol argentino. El anuncio de la expulsión de Maradona del Mundial 94 se siguió en la televisión como el final de una serie y se lloró en las calles como la muerte de un personaje célebre”, escriben los periodistas Andrés Burgo y Alejandro Wall. Y esa es la punta del iceberg de una investigación que se mete con el famoso caso del doping positivo pero también, con los mitos que socialmente circulan hasta el día de hoy alrededor del tema. El último Maradona (Cuando a Diego le cortaron las piernas) reconstruye esta trama a través de la voz de más de cuarenta entrevistados (la mayoría sólo accedió a hablar en off) y de un minucioso trabajo de archivo a través de diarios, revistas, libros e incluso los archivos de WikiLeaks. Editado por Aguilar y con edición al cuidado de Daniel Riera, este libro se puede leer en clave futbolística pero también como una no ficción que combina dos ingredientes explosivos: misterio y poder.

–¿Cómo surgió la idea de El último Maradona?
Alejandro Wall: –Al principio, queríamos contar la historia de esa escena que recorrió el mundo, la de la enfermera con Diego. Así que nos pusimos a buscarla. El asunto es que teníamos un nombre que resultó falso: Ingrid María Rodríguez. Es el nombre que circuló en muchos medios al principio. Su nombre real es Sue Carpenter y estuvo casada con un argentino, según le contó a Roberto Peidro, médico de la Selección, el mismo día que ella acompañó a Diego afuera de la cancha. Pasa que una vez que llegamos a esa historia, el libro había avanzado tanto hacia otros lados que terminamos construyendo una trama más ligada a los poderes que manejan el fútbol.
Andrés Burgo: –El fútbol siempre opera como un gran cono de silencio. La AFA, la FIFA, los futbolistas, todos tienen el código de no hablar. Así que la mayoría de la información no la pudimos sacar del fútbol sino de los costados, aunque hayan pasado 20 años. Casi nadie quiso dar su testimonio “en on”. Frente a esto, decidimos que la historia la teníamos que contar nosotros, contrastando lo que nos iban diciendo desde distintos lugares. Esta decisión fue compleja porque implica hacerte cargo de eso que estás escribiendo.
–Uno de los personajes fuertes es Julio Grondona, presidente de la AFA y vice de la FIFA.
AB: –Nunca se sabe si Grondona juega para AFA o para la FIFA. Y en ese momento, en junio de 1994, era un dirigente importante del organigrama de la FIFA pero no el número dos. Él tuvo mecanismos para actuar en defensa de Diego pero decidió ceder a las presiones de Joao Havelange y Joseph Blatter, entonces presidente y secretario general de la FIFA. El dóping fue dóping. La sustancia encontrada estaba prohibida e implicaba una ventaja deportiva. De eso no quedan dudas. Pero la FIFA decidió suspender a Maradona con retroactividad; o sea, Diego podía volver a jugar sólo en setiembre del año siguiente. Así que la FIFA no le dio posibilidad de defensa a Maradona en el Mundial y además presionó a la AFA para que lo retirara en un momento donde no existía una legislación unificada sino que se trataba caso por caso. En ese marco, Grondona asumió el costo de sacar a Maradona para preservar su propio poder.
–¿Cómo lograron hablar con Daniel Cerrini, el fisicoculturista que le preparaba las dietas a Diego y que, como ustedes señalan en el libro, fue también la mano que le dio las pastillas donde resultó que había efedrina?
AW: –Lo ubicamos en Miami, donde vive, y empezamos un intercambio de mensajes vía WhatsApp con largos períodos donde no contestaba. Luego él nos dijo que había sido un episodio que lo había perjudicado, que luego se había ido con su familia para reconstruir su vida y que ya estaba alejado y que no iba a hablar. Hasta que en febrero, después de mucha insistencia, dijo que llamásemos. Tuvimos un diálogo de unos cuarenta minutos donde se mantuvo en su versión oficial contando algunos detalles nuevos. Él mantiene los dichos de que le daba a Diego un suplemento dietario que no contenía efedrina, Ripped Fast; que cuando Diego está de gira lo llama el representante de Maradona, Marcos Franchi, y le avisa que tenía que llevar a Estados Unidos más suplemento. Lo cierto es que Cerrini no viajó en la gira previa y según él, en ese momento se decidió comprar Ripped Fuel, que sí contenía efedrina bajo el nombre de un vocablo chino, “ma huang”, como se indicaba en la etiqueta del producto. O sea, admite que Diego consumió efedrina pero también dice que lo hizo de forma involuntaria.
–También reconstruyen la meteórica recuperación de Diego en los meses previos al Mundial.
AW: –Y sí, visto ahora era un tiempo demasiado breve para ser real: comenzó a entrenar en abril de 1994, en la recta final para la gira previa al Mundial. Pero que Diego jugara ese Mundial le convenía a todo el mundo, desde las instituciones a los hinchas, desde los sponsors a los dirigentes. Eso sí, como hubo dóping, hubo talento. La efedrina te da ventajas deportivas pero por otro lado, no es como dicen por ahí, que si no se drogaba no hubiese podido hacer nada. De hecho, su preparación previa en La Pampa, como contamos en el libro, da cuenta de una mística importante. La efedrina existió pero sigue habiendo una dimensión del talento de Diego que va más allá de cualquier sustancia, que continúa inexplicable.
TIEMPO ARGENTINO