21 Jun Las Gacelas versus Las Panteras
Por Daniel Balmaceda
Por iniciativa de Antonio Maura, el fundador del club Tortugas, se organizó un partido de polo de mujeres el domingo 26 junio de 1938. Se enfrentaron Las Gacelas y Las Panteras. El primer equipo formó con las hermanas Sara y Adela Fernández Ocampo (también conocidas como Nani y Nana, de 20 y 21 años) como delanteras. De número tres, la profesora de taquigrafía Mabel Aberg Cobo (léase Méibel, por favor) y de back, Rosa María de Bary Tornquist, quien además era la capitana. Nana y Nani habían aprendido a taquear en Las Higueras, a 15 kilómetros de Ascochinga. Mabel (de 25 años) era pariente de Rosa María (de 28), quien comenzó a jugar en el campo y era tan fanática del polo que se construyó una casa -Santa Bárbara- junto al Tortugas para estar siempre lista. Lucía un sobrehueso en la nariz, producto de un tacazo. Las Panteras, por su lado, contaban con Susana Inchauspe, Lucy Wilson Nevares, Ayllen Lacey y Dougall Drysdale, back y capitana, también.
Los jueces del partido, Martín Inchauspe y Enrique Quito Alberdi (el árbitro fue Alberto León) les prestaron caballos a las chicas. Maura, por su parte, cedió un tobiano a la señorita De Bary. El tamaño del campo de juego fue reducido a la mitad.
Durante el primero de los cuatro chukkers pautados, Las Gacelas arrinconaron a Las Panteras. “Un certero shot dirigido por la señorita Aberg Cobo equivalió a una válvula de escape para tanta ansiedad contenida”, comentó el cronista de La Razón. La profesora de taquigrafía abrió el marcador: 1 a 0 para Las Gacelas. En cuanto a Las Panteras, contaban con el saque potente de la señorita Drysdale y el oportunismo de Ayllen Lacey, quien estrelló una bocha en el mimbre. “Las jugadoras ensayaron toda suerte de recursos desde el enganche de tacos hasta el pechazo limpio, en el que la señorita De Bary Tornquist llegó a destacarse”, informó una de las crónicas.
Al iniciarse el nuevo chukker empataron Las Panteras gracias a un golpe de larga distancia que embocó la señorita Drysdale. El swing perfecto “habrá despertado envidia en más de uno de los musculosos espectadores”, sugirió un periodista preocupado por marcar el contraste de géneros. Pero la alegría del equipo de Drysdale duró poco, ya que, en un entrevero, Nana Fernández Ocampo desniveló otra vez, y al rato fue su hermana quien aumentó la diferencia, gracias a un certero pase de Rosa María De Bary.
Un nuevo gol anotó Nani F. O. en el penúltimo chukker. El cuarto parcial fue accidentado: el caballo de Nana mordió la mano de Susana Inchauspe, quien le gritó al petiso: “¡Bárbaro, no me muerdas!” Fue atendida al borde del campo y regresó con todo el entusiasmo a completar el juego. La campana anunció la finalización del partido, pero las chicas tenían ganas de más. Resolvieron jugar un quinto chukker y fueron ovacionadas. Aunque pasó sin pena ni gloria, salvo por un penal de 40 en manos de la señorita Drysdale que pasó cerca. Terminó 4 a 1. Las ganadoras recibieron cuatro copas de plata y protagonizaron el acontecimiento deportivo de la semana.
LA NACION