02 Jun Infidelidad virtual: ¿Es engaño el coqueteo en las redes sociales?
Por Evangelina Himitian
Desde el fin de la infidelidad como causal de divorcio y en la era de las redes sociales , los límites de lo que configura un engaño en la pareja han cambiado. El escándalo mediático protagonizado por el conductor Jorge Rial reavivó la discusión: ¿dónde empieza hoy la infidelidad, en la consumación del engaño o a partir del juego de seducción, sea virtual o real? Los especialistas sostienen que se inicia mucho antes e incluso en forma independiente del contacto físico, sólo con el inicio de la posibilidad de un tercero.
“Empieza cuando una tercera persona se convierte en objeto de deseo sexual o amoroso de uno de los miembros de la pareja -apunta la psicóloga Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y especialista en relaciones humanas-. La existencia de la pareja supone un contrato implícito de amor, fidelidad y exclusividad, tanto afectiva como sexual. La aparición de un tercero, aunque sólo sea la idea de ese tercero, ya pone en jaque ese contrato.”
Los mensajes de WhatsApp, SMS, Facebook y los DM en Twitter se han convertido, según el abogado Leandro González Frea, especialista en tecnologías de la información, en el lenguaje por excelencia de la infidelidad.
Según apunta, en el estudio que lleva su apellido, el 80% de los juicios de divorcio que llegan a tribunales se inician con pruebas informáticas como mensajes de texto, correos electrónicos, chats o comunicaciones mediante las redes sociales.
“Hoy, WhatsApp y Facebook están a la cabeza”, afirma.
Si bien el nuevo Código Civil anulará la necesidad de demostrar de quién fue la culpa en un juicio de divorcio, todavía la legislación local contempla el adulterio como causal del fin de la pareja. “Las parejas que se separan son cada vez más jóvenes y, por esa razón, las redes sociales aparecen casi siempre como prueba del engaño. Ocurre que en estos casos, la parte engañada tiene una carga afectiva muy fuerte. Hay enojo, hay bronca. Por eso, la necesidad de demostrar que el otro causó el fin del vínculo”, explica el abogado.
Sin embargo, lo que una pareja celosa puede considerar infidelidad quizá no lo sea para la Justicia. Hace tres años, la Sala M de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil desestimó como prueba de infidelidad una serie de mails con contenido erótico que había mantenido un hombre con su amante. “No basta con el intercambio de palabras o mensajes cargados de erotismo y de fantasía entre dos polos de comunicación de la red, pues la infidelidad virtual, en tanto que no pase a 3D, no llega a consumar el encuentro carnal que configuraría el adulterio”, dijeron en su fallo los jueces Mabel de los Santos y Fernando Posse Saguier.
Dos años antes, la justicia de Chubut había negado la validez de los mensajes de texto como prueba de infidelidad. El tribunal consideró que, en esa ocasión, el marido había violado el derecho a la intimidad de la mujer al revisarle el celular sin su consentimiento, siendo que la Constitución Nacional garantiza la inviolabilidad de la correspondencia.
“Todo elemento que se pueda aportar es considerado -relativiza González Frea-. Tal vez no es una prueba concluyente, pero es un elemento probatorio que sumado a otros puede demostrar la infidelidad.” Según apunta el abogado, son las mujeres quienes con mayor frecuencia revisan el celular o los mensajes de correo o de las redes sociales de sus maridos. En la mayoría de los casos, no es una práctica habitual dentro de la pareja, sino que comienza a hacerse a partir de la sospecha de una infidelidad.
Pero ¿qué ocurre cuando la infidelidad no pasó de la virtualidad al 3D, como dice el fallo?
Un reciente estudio de la Universidad Tecnológica de Texas afirma que el engaño perpetrado “sólo” por redes sociales duele tanto como el que se concreta físicamente. La investigadora Jaclyn Cravens, especialista en Terapia de Matrimonio y Familia, usó datos del sitio Facebookcheating.com para analizar el impacto. Para eso entrevistó a más de 200 parejas y comprobó que el ciberengaño había sido origen de crisis y peleas entre ellos aun cuando no hubiera llegado a concretarse.
“Y el impacto emocional para la persona que ha descubierto la infidelidad virtual no es menos grave que el de los actos cometidos físicamente”, dijo Cravens.
Hace un año, la CNN publicó una encuesta en su página de Facebook en la que les preguntaba a los lectores cuándo comenzaba la infidelidad. ¿Inicia al fantasear, coquetear, comunicarse en Internet, abrazarse, besarse o al tener relaciones sexuales?, se preguntó. Obtuvieron más de 2000 respuestas. La conclusión de los entrevistados fue que uno puede engañar sin siquiera tener contacto físico. El 47% respondió que la infidelidad comienza cuando una persona envía correos electrónicos y mensajes de texto sin el conocimiento de su pareja. Sólo el 20% dijo que ser infiel es tener relaciones sexuales con otra persona. Y apenas el 13% dijo que besar era engañar y abrazarse, el 1%. Además, el 11% señaló que el engaño empezaba con el coqueteo.
“Aquí se suma el problema de la infidelidad y el de la deslealtad. La infidelidad presume la existencia de un tercero. Pero, en realidad, empieza antes de que llegue ese otro. El campo se prepara antes. Deslealtad es, además, apartarse de un proyecto común sin avisar. Es estar ausente afectiva o emocionalmente”, apunta Sergio Sinay, especialista en vínculos.
“La infidelidad se inicia por grietas dentro de la pareja. El tercero nunca llega solo. Siempre es un invitado de la pareja, tal vez, al mirar para otro lado durante las crisis. Nadie llega a destruir la felicidad de otros sin que alguien le haya dado lugar”, apunta Sinay.
“La infidelidad siempre es un síntoma de un vínculo deteriorado. Por qué alguien de la pareja empieza a seducir o a dejarse seducir por otro. Se amaban, el afecto estaba, pero sin querer, cayeron, buscaron, se sintieron a gusto con situaciones de este tipo. Trabajando con parejas que han pasado por este tipo de crisis, aunque el engaño no se haya concretado, uno encuentra que en el fondo había situaciones inconscientes de tipo conflictivas que no habían estallado. Con frecuencia es la ausencia de la comunicación emocional. Otra veces, la sexualidad es mala y no se habla de eso, o es buena, pero no se practica con frecuencia. Abrir la posibilidad a una relación con un tercero pone en evidencia una insatisfacción con el vínculo”, agrega Cruppi.
“Pero la característica de este tiempo es la infidelidad solitaria. Antes, el engaño tenía la contrapartida, el encuentro con un otro. Hoy, ese encuentro puede no haber llegado nunca y en pos de esa relación virtual haberse dilapidado la relación real. Es el vaciamiento total del vínculo -agrega Sinay-. Hoy, se puede ser infiel, solo.”.
LA NACION
FOTO: Pablo G. Feliz