Hillary se prepara para ser “Madam President”

Hillary se prepara para ser “Madam President”

Por Richard McGregor
Las campañas presidenciales en Estados Unidos generalmente comienzan a gestarse el año anterior a las elecciones mimas, con el establecimiento de comités exploratorios y la recopilación de listas de adherentes y donantes potenciales.
Sin embargo, a más de dos años medio de las elecciones de 2016, el andamiaje de apoyo a la campaña presidencial de Hillary Clinton ya está construido en gran medida. Se establecieron dos comités políticos: uno recolecta nombres de voluntarios potenciales en los 50 estados; el otro recauda fondos. La unidad democrática de pronta respuesta -el equipo de campaña que instantáneamente rechaza los ataques de la oposición- ya está operando.
Un cuarto grupo, Madam President, fue lanzado el año pasado por Emily’s List, la red feminista activista, para enfatizar la importancia de que una mujer está al mando en la Casa Blanca. “No recuerdo haber visto este tipo de actividades desde tan temprano”, sostiene Harold Ickes, persona de confianza y asesor de larga data de Bill y Hillary Clinton.
La operación política que Barack Obama urdió contra ella con tanta eficacia en 2008 ahora está confluyendo con la de Clinton. Esto le da a ella enormes ventajas, quitando el oxígeno -y el dinero- a candidatos alternativos.
“Si alguien (más) se presenta, realmente es solo para ver si logra abrirse camino con vistas al futuro”, David Plouffe, ex asesor de Obama, declaró a Bloomberg Television. “Hacerse un nombre y conseguir un programa en MSNBC [la alternativa liberal al Fox TV de la derecha]”.
La supremacía temprana de Clinton conlleva riesgos evidentes. Fue ordenada principal favorita para la nominación en 2008, oportunidad en la que solo Obama, por entonces un extraño, logró derrotarla. Clinton lleva tanta ventaja a sus opositores potenciales de ambos partidos que no hay otro blanco al que dar más que ella.
Pero lo peor puede ser lo que el espectáculo dice sobre la política moderna en Estados Unidos, en la que funcionarios públicos de pura sangre y de todas las castas se ven obligados a gestionar campañas que atraviesan ciclos electorales e incluso de gobierno.
Lejos de ser una carrera de caballos, como los medios tipifican las contiendas políticas, la competencia por las elecciones de 2016 parece una caminata alrededor del mundo, con paradas técnicas para cambiar vestuario, agregar pasajeros y reponer efectivo. La campaña permanente -término acuñado en 1980 por Sidney Blumenthal, un periodista que luego se desempeño como asesor de los Clinton- apenas se detiene para dormir en el siglo XXI.
“Es una situación completamente sin precedentes”, afirma Vin Weber, ex congresista republicano y actual consultor establecido en Washington, en relación con el comienzo temprano de Hillary Clinton. “El precedente más cercano que me viene a la mente es Eisenhower en 1952, pero el proceso de nominación por entonces era completamente distinto”.
Asimismo, por ahora, es una campaña sin candidato. Aunque Hillary Clinton repita que aún no ha decidido presentarse y que no lo hará hasta el año próximo, las encuestas inundan los medios y reflejan su margen de ventaja sobre sus colegas demócratas y potenciales opositores republicanos.
Hillary Clinton y su esposo, por supuesto, están alimentando la histeria. La pareja por separado celebró doce
eventos o más en una sola semana a mediados de mayo antes del lanzamiento el 10 de junio del libro de Hillary, Hard Choices (Decisiones Difíciles), sobre su carrera como principal diplomática de Estados Unidos.
El libro mismo se destacó cuidadosamente, con la publicación de un pasaje en Vogue y otros aperitivos que generaron una oleada de ventas previas al lanzamiento.
El sentimiento palpable de cambio en la Casa Blanca y el Congreso, que apenas se pronuncian sobre asuntos significativos en materia de políticas, también enfocó la atención en Hillary Clinton. Aburridos de Obama, los medios incansables, agitados y sobrecargados siguen adelante, en busca de una contienda nueva.
Si Clinton intentó desalentar a sus partidarios, no lo logró. Ready for Hillary (Listo para Hillary), el súper comité de acción política que está elaborando listas de adherentes potenciales se estableció apenas concluyeron las elecciones de 2012.
Mientras la mayoría de los organizadores del partido demócrata se tomaba su tiempo para celebrar la victoria de Obama luego de una campaña de reelección agotadora, Adam Parkhomenko comenzó a llamar a amigos para alentar a Hillary Clinton a presentarse.
“No soy una de esas personas que va a mirar tres o cuatro años atrás y preguntarse qué podría haber hecho para marcar una diferencia”, sostiene Parkhomenko, de 28 años, que trabajó en la campaña de 2008 de Hillary Cliton.
En una pequeña oficina en Arlington, Virginia, Ready for Hillary tiene alrededor de 20 empleados a tiempo completo. Se esbozan planes en pizarras para contactar a las comunidades gay y nativas de Estados Unidos, y también a los griegos, con los detalles escritos en helénico.
Tratándose de un súper pacman, la legislación en materia de elecciones prohíbe a Ready for Hillary aliarse con un candidato, o en este caso, uno potencial. Antiguos asesores de Clinton como Ickes al principio no los entusiasmaba ver al grupo en operaciones. Ickes es asesor informal del grupo.
“Si Hillary decide presentarse, lo tendremos bien organizado, como a Harold le gusta decir, en una parada de tren y si el tren llega estaremos listos para partir a tiempo”, sostiene Parkhomenko.
George Soros, el multimillonario megadonante ocasional de los demócratas, se incorporó como vicepresidente de finanzas del grupo. Aunque los súper pacman no tienen restricciones en materia de recaudación de fondos, Ready for Hillary establece un tope de donaciones de u$s 25000. “Soros puso el tope de u$s 25000”, sostiene Parkhomenko, “y estamos muy contentos de tenerlo”.
Durante los últimos seis años, Obama fue blanco de la clase de veneno que la derecha solía destilar a ambos Clinton. Pero los republicanos están volviendo a centrarse en el regreso potencial de la primera familia de los demócratas.
Karl Rove, ex asesor de George W. Bush, sugirió en mayo que Hillary Clinton podría haber padecido daño cerebral cuando se cayó y sufrió una conmoción cerebral en 2012. Fue una manera espeluznante de plantear el tema de la edad de Hillary Clinton como un problema -en 2016 tendrá 69, lo mismo que Ronald Reagan cuando fue electo en 1980- y un signo de lo que vendrá. Esta semana Rove la describió como “vieja y rancia”.
Luego está la sombra de su marido. Monica Lewinsky, la becaria de la Casa Blanca involucrada con Clinton durante su mandato como presidente, resurgió en la revista Vanity Fair el mes pasado. Pero los partidarios de Hillary Clinton insisten en que el objeto de debate debería ser ella, no su marido. “Ella será presidente”, afirma Ickes; Clinton “no será co-presidente”.
En materia de política, el campo de batalla es menos claro. Pero los republicanos están empezando a apuntar al mandato de Hillary Clinton como secretaria de Estado de Obama.
Para sus partidarios, los cuatro años que Hillary Clinton se desempeñó como jefe de la diplomacia de Estados Unidos la sacaron de la esfera de la política interna de escarificación y ayudaron a prescindir de los puntos débiles que pesaron sobre ella en 2008.
“Creo que la gente vio a una Hillary nueva y diferente… más sofisticada, menos combativa y realmente capaz de pisar en la escena internacional con confianza y conocimiento”, sostiene Ickes.
“Postularse para ser una mujer comandante en jefe en tiempos de terrorismo internacional tiene sus propias complejidades”, añade. “Realmente no entendemos del todo cómo la gente veía y consideraba eso [en 2008]”.
Edelman reconoce a Hillary Clinton como una “figura formidable, experimentada y con gran conocimiento del mundo”. Desde su paso por el Senado, también se ganó el “respeto a regañadientes” de algunos republicano, sostiene, posiblemente porque consideran que sus puntos de vista son más centristas que los de Obama.
No obstante, cuando Clinton entregó el mando a John Kerry, el proceso de paz israelí-palestino fue languideciendo y la reconciliación política que podía llegar a impedir una nueva guerra civil en Afganistán se mantuvo distante. Siria ardía en llamas, Egipto no estaba muy lejos del colapso y las armas rebalsaban Libia.
Cualquier respeto bipartidista que los republicanos pudieran haber albergado por ella se dispersó tras el anuncio el mes pasado de un comité de selección en el Congreso sobre el ataque contra el consulado de EE.UU. en Benghazi, Libia, antes de las elecciones de 2012. Cuatro estadounidenses, incluido el embajador, fueron asesinados.
Retratado durante mucho tiempo como un escándalo a la par del Watergate en el circuito de retroalimentación de los medios conservadores, los republicanos planean utilizar el comité para asegurarse de que Benghazi se quede en los titulares”. Eso se le podría volver en contra a Clinton dado que es la única vez que EE.UU. pierde un embajador desde 1979”, dice Edelman.
Clinton debería sentirse halagada en cierta manera. Los republicanos le temen por ser una candidata aguerrida con formidables habilidades de recaudación de fondos en un momento en que todavía están digiriendo sucesivas derrotas y la insurgencia del Tea Party.
“Su campaña presidencial probablemente batiría todos los récords de recaudación de fondos”, afirma Michael Toner, ex jefe de la agencia reguladora del gasto en campañas, aliado a los republicanos”. “Ella y su esposo pueden recaudar cientos de millones de dólares y los republicanos estarán ávidos de detenerla”. Si se presenta, afirma Toner, “el escenario está dado para la carrera presidencial más cara de la historia”.
Candidatos por la izquierda
Algo dice del dominio de Hillary Clinton entre los demócratas el hecho de que entre los opositores sondeados para enfrentarla en la nominación del partido se encuentra Bernie Sanders.
El senador socialista de Vermont no tiene posibilidad alguna de plantear un desafío creíble. Pero puede llevar a cabo la tarea que muchos en el partido quieren… empujar a Hillary Clinton más hacia la izquierda.
“Si se presenta, ¿será tan fuerte como se requiere hoy para ganarse a la clase multimillonaria que tiene tanto poder? No estoy segura de que lo haga”, Sanders declaró a The Washington Post.
Hillary Clinton, en términos generales, es centrista en un partido que ha virado a la izquierda en términos de política económica en los últimos años y se muestra más agresiva cuando los demócratas están cada vez más reacios a las intervenciones militares en el extranjero.
Los candidatos que se discuten como posibles oponentes en las primarias demócratas vienen todos desde la izquierda, especialmente Elizabeth Warren, la senadora de Massachusetts y pesadilla de Wall Street, y Martin O’Malley, el gobernador de Maryland.
En sus discursos, Hillary Clinton infla la administración de su esposo de la economía de la década de 1990, sin detenerse en que él también presidió una desregulación del sistema financiero que muchos de la izquierda culpan de ser el semillero de la crisis de 2008.
Cómo manejar Wall Street mientras se sigue recaudando dinero allí sigue siendo difícil. “Ese es el conflicto central en la izquierda centrista del Partido Demócrata, pero es difícil decir exactamente cómo se fija”, declara Mark Schmitt, de la New America Foundation.
Los demócratas lograron hacerse un festín con la profundización de las divisiones entre los conservadores en los últimos años. En un ambiente así, Clinton podría necesitar una primaria competitiva para revitalizar a los votantes demócratas.
“Quiere evitar que las personas la desafíen, pero también sacar a la gente al campo… querría que esto fuese una coronación entusiasta”, afirma Ruy Teixeira, del Centre for American Progress, un comité asesor liberal de Washington.
Pero el mayor problema para los demócratas probablemente no sea si Hillary Clinton se presenta. Ante semejante escasez de alternativas, el partido confía en que ella levante la mano.
“Si no se presenta”, afirma Vin Weber, ex congresista republicano, “será un gran problema para los demócratas”.
EL CRONISTA