El corazón del sur italiano

El corazón del sur italiano

Nápoles es la tercera ciudad más grande de Italia, detrás de Roma y Milán. Dueña de una historia fascinante, fue griega, romana, bizantina, francesa, española, austríaca y, por supuesto, italiana. Y esa diversidad, incluso cuando supuso dos siglos de opresión virreinal y extrema pobreza, ha originado una personalidad única y difícil de explicar. A todo esto hay que sumarle el lazo perfecto que los años de Diego Maradona han construido entre napolitanos y argentinos para que cualquier viajero se sienta en casa en apenas minutos.
La geografía también juega un papel importante: la bellísima Bahía de Nápoles, el volcán Vesubio con su constante amenaza y la fértil llanura de la Campania conforman un escenario idílico.
Una vez allí, hay mucho para conocer. Y vale aclarar que elegir diez imperdibles siempre implica alguna injusticia cuando se trata de destinos de tanta riqueza.

Castel Nuovo: este castillo llevó el nombre de nuevo para distinguirlo de sus antecesores, dell’Ovo y Capuano, cuyas dimensiones no eran suficientes para albergar a toda la corte angievina. Su construcción comenzó en 1279, bajo el reinado de Carlos I de Anjou, y en el siglo XV, Alfonso V de Aragón encaró una remodelación integral de todo el conjunto.

Teatro San Carlo: diseñado por Giovanni Medrano por encargo de Carlos I de Borbón, es uno de los teatros de ópera más antiguos del mundo. Fue inaugurado 40 años antes que La Scala de Milán, en 1737, y durante mucho tiempo presentarse allí significaba la cumbre en la carrera de los cantantes líricos.

Duomo: la catedral más importante de la ciudad también data del reinado de Carlos I de Anjou, y al igual que el Castel Nuovo fue remodelada y ampliada hasta convertirse en un edificio diferente. En mayo y en septiembre, el Duomo es la sede de rito en el que se licúa (o no) la sangre de San Gennaro, cuyo busto está ubicado en la Cappella del Tesoro.

Plaza del Plebiscito: es la más grande la ciudad, alrededor de la cual se suceden atractivos como la iglesia de San Francisco de Paola, el Palacio Real y el Palacio de la Foresteria. Allí se organizan eventos al aire libre, conciertos y es un centro de reunión tradicional en la ciudad.

Galleria Umberto I: con sus pisos de mármol y su gran techo de hierro y cristal es, junto a la Galleria Vittorio Emanuele de Milán, una de las más bellas e imponentes de Italia. En su interior hay excelentes tiendas y cafés para disfrutar de lo más elegante de la ciudad.

Nápoles subterránea: desde la Plaza San Gaetano se pueden encarar visitas guiadas por una red de túneles que se extienden hasta 40 metros por debajo de la ciudad y que tienen su origen hace más de 5000 años, cuando losprimeros habitantes excavaban en busca de materiales para la construcción de fortificaciones.

Pompeya: es un espectáculo único: descubierta en el siglo XVI y desenterrada dos siglos más tarde, la ciudad completa se puede recorrer entre restos petrificados de utensilios, animales, personas y hasta hogazas de pan. Es un paseo de día completo

Isla de Capri: admirada desde épocas de la República Romana, esta pequeña isla de apenas 10 kilómetros cuadrados es dueña de grandes acantilados, cerros, extensas arboledas, fincas bellísimas y el más azul mar Mediterráneo.

Palacio Real de Caserta: ubicado al norte de la ciudad, el palacio de Caserta es el Versalles local. Ideado por Carlos III de Borbón (luego rey de España) y construido por Luigi Vanvitelli a partir de 1754, incluye excelsos jardines, un teatro, pabellones de caza y una fábrica de artículos de seda.

Sorrento: esta encantadora urbe ubicada en el extremo Sur del Golfo de Nápoles es el mejor mirador de la propia ciudad y del monte Vesubio, además de un destino costero, con sus tiendas de artesanías, su muelle y sus cafés y restaurantes sobre la costa.
EL CRONISTA

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