Apps para celosos, el sueño (o la pesadilla) de saber lo que hace el otro

Apps para celosos, el sueño (o la pesadilla) de saber lo que hace el otro

Por Teresa Buscaglia
¿Qué hace despierta a esta hora? ¿Con quién está hablando? ¿Está en Palermo? ¿Quién es esta nueva “amiga” de Facebook que le pone like a todo lo que postea? Éstas y muchas preguntas por el estilo son las que abren las discusiones en las parejas desde que las nuevas tecnologías nos permitieron pasar de la fantasía al indicio a través de los movimientos que pueden rastrearse en las redes sociales.
Si hasta hace poco Facebook y WhatsApp eran suficientes para stalkear al otro y ver a qué hora (y desde dónde) se había conectado, ahora hay muchos que descubrieron en Tinder, la app de moda que forma parejas a partir de geolocalización, un insólito aliado para dar rienda suelta a sus impulsos persecutorios respecto del ser amado. “Yo no uso Tinder para conocer gente, lo uso para ver dónde está un tipo que me gusta y que viaja mucho por su trabajo, entonces, con esta aplicación, puedo ver a cuántos kilómetros está. Ahí deduzco si ya volvió a Buenos Aires”, admite Sofía L.
Claro que el tema no termina ahí: diseñadas exclusivamente para rastrear a las parejas o a las personas de interés, existen nuevas aplicaciones que se suman a la lista para que celosos y paranoicos abran ojos y pantallas por igual. La empresa tailandesa Thai Spy, por ejemplo, diseñó recientemente una aplicación muy sofisticada de “espionaje de los celulares”. Su eslogan, dirigido exclusivamente al público masculino (tema aparte) dice algo así como: “Controla y traduce lo que ella está diciendo, mensajeando y pensando, en su celular”.

MONITOREO CONSTANTE
MSpy, por otro lado, es una empresa estadounidense que ha desarrollado una aplicación, legalmente autorizada, para controlar toda actividad en redes, mails y mensajería que se haga desde un celular. Su clientela está formada en un 40% por padres de adolescentes que quieren saber qué hacen sus hijos; un 15% de empresarios que controlan qué hacen sus empleados y un 45% restante formado por clientes diversos, entre los cuales hay una gran parte que busca espiar a sus parejas.
Andrew Lobanoff, su gerente de Ventas, explica el funcionamiento a LA NACION: “La empresa nació a raíz de que el 25% de los adolescentes en los Estados Unidos ha sufrido bullying virtual repetidamente. Los padres estaban muy preocupados por ello y necesitaban que se desarrollara algo así. De esta manera, sin buscarlo, fue usado para solucionar muchos conflictos familiares que incluyen los problemas de pareja o también el cuidado de los padres ancianos. Empezamos en 2011 y hoy tenemos 1,5 millones de usuarios, de los cuales un 7% son de la Argentina. Cada mes aumentamos la demanda en un 25% y nuestros clientes son hombres en un 62%”.
Como confirmación de esto, Bruzzi afirma que “monitorear a los hijos será algo cada vez más frecuente. Nuestra generación, padres de treinta y pico, nos podemos llamar padres digitales y tenemos que saber cómo cuidar a nuestros hijos en este mundo de redes sociales, aunque eso implique invadir su privacidad”.

SIN CORTES DEFINITIVOS
Según la psicóloga Paola Ferrioli Faraoni, que diariamente se enfrenta estos casos, esta conducta aumenta mucho la ansiedad. “Hace unos años, cuando una pareja terminaba una relación, no se veía más y listo. Hoy no es así, no se termina nunca, no hay un corte y eso provoca mucha ansiedad -plantea-. Se debe satisfacer la demanda del otro con inmediatez. Hay que responder porque el otro vio que estaba conectado o que el mensaje de Facebook ya fue leído. La información constante y actualizada del otro lleva a que una persona que padece celos normales se convierta en una persona con celos patológicos y obsesivos”, explica.
Para esta clase de celosos, precisamente, la tecnología también tiene diseñadas aplicaciones de fácil instalación que les prometen el paraíso. Mejor dicho, su paraíso, a saber: proveerles toda la información que necesitan, cada vez que lo crean necesario. Stealthgenie (“genio furtivo”, en su traducción más literal) es una de ellas: a partir de 60 dólares, esta app ofrece que en menos de cinco minutos el usuario pueda espiar cualquier teléfono y saber qué escribe, con quién habla, mensajea o chatea esa persona que le quita el sueño.
Mobile Spy va más lejos todavía: monitorea lo mismo que las demás, pero a ello suma la tecnología de live panel, es decir, un control remoto que, a través de la cámara del celular, permite ver lo que sucede en vivo, escuchar y hasta sacar una foto del momento que uno quiera. Y no nos olvidemos de Flexispy, que, además de todo eso, puede interceptar las llamadas en el momento mismo en que se realizan para no tener que esperar a escuchar la grabación. Ambos programas ofrecen estos artilugios detectivescos con un costo de 150 dólares al año.
Ahora bien, ¿qué implicancia tiene reforzar sospechas y persecuciones con estas herramientas digitales? ¿Puede servir de ayuda en algún caso concreto?
“La avidez del controlador no se satisface nunca, en eso consiste su enfermedad. Siempre quiere más, nada lo saciará. Confirmar lo que imaginaba no le devuelve la paz”, explica la Lic. Ferrioli Faraoni. La tecnología en sí misma no es el problema, claramente. “Es una herramienta que depende de su uso para ser considerada buena o mala. El problema radica en los seres humanos y su inseguridad a la hora de amar y ser amados”, completa la especialista.
De hecho, cuando una pareja es más sincera y comparte una misma manera de ver la vida, puede utilizar una aplicación que parece hecha a su medida: Couple Tracker. ¿En qué consiste? Se trata de un sistema basado en un acuerdo mutuo mediante el cual ambos se “vigilan” al mismo tiempo. Incluye Facebook, llamadas, textos y datos de GPS a distancia. Por supuesto, tiene sus reglas: ambas partes tienen acceso sólo a los primeros 30 caracteres de los textos de cada uno, y únicamente se puede seguir la ubicación mediante GPS con intervalos de 30 minutos.

ACÁ, ELLAS SON MÁS CELOSAS
En la Argentina, cuatro de cada diez mujeres espían a sus parejas, según un reciente estudio de investigación realizado por la agencia D’Alessio Irol. Ellas miran los celulares de sus parejas mientras se duchan o si queda olvidado en algún lugar de la casa. Los hombres, en cambio, se muestran más cautos y sólo un 20% admitió hacerlo también.
De todas maneras, un 94% de los encuestados, tanto hombres como mujeres, admite haber encontrado “mensajes sospechosos” en los celulares de sus parejas, según este mismo estudio. Es llamativo que esta práctica se dé, mayormente, en jóvenes menores de 24 años, mientras que el 72% de los adultos entre 40 y 50 años afirma no espiar a sus parejas porque “respeta su privacidad”.
La tendencia crece, se replica y adopta novedosas variables cada vez más rápido. El punto es que las aplicaciones pueden ser cada vez más sofisticadas, pero los celosos jamás se sentirán conformes… El escritor español Jacinto Benavente que, como buen dramaturgo, era un gran conocedor del alma humana, lo resumió de esta manera: “El que es celoso no es nunca celoso por lo que ve, con lo que se imagina, basta”. Será cuestión de tenerlo en cuenta antes de bajarse compulsivamente el Mobile Spy a los celulares..
LA NACION