22 May “Yo prefiero no estar en Facebook”
Por Uriel Bederman
“En la superficie, Facebook proporciona un valioso recurso para satisfacer la necesidad básica de los seres humanos de entablar conexiones sociales. Sin embargo, en lugar de mejorar el bienestar, nuestros hallazgos sugieren que puede socavarlo”, afirmó un estudio a cargo de la Universidad de Michigan, publicado en la revista científica Plos One en agosto de 2013.
Sobre la base del comportamiento de casi un centenar de usuarios, el informe advirtió que, en cambio, las conversaciones cara a cara sí generan satisfacción con el paso del tiempo. La incomodidad ante la exposición en aquella visitada vitrina digital es uno de los argumentos más recurrentes en boca de aquellos que, aun siendo internautas frecuentes, eligen mantenerse por fuera de Facebook.
“Si bien soy consciente de que me pierdo una cantidad considerable de noticias de actualidad, eventos que seguramente me interesarían y chismes de mi entorno, tomé la decisión de no usar Facebook, principalmente por una cuestión de pudor. Y en segundo grado por desconfianza al manejo de información en Internet -cuenta a LA NACION Francisco Picone, guitarrista y arreglador musical-. Me daría mucha vergüenza ver fotos mías y que estén disponibles para girar por todo el mundo. Sé que hay muchas herramientas de control de privacidad para evitarlo, pero creo que justamente el concepto de Facebook está relacionado con compartir, difundir y mostrar. Y creo fervientemente que una vez que te escrachan no hay vuelta atrás. Tu foto llegó a China, Nueva Zelanda y Alaska al instante, y allá quedará para toda la eternidad. Si alguien en algún lugar del mundo se interesa por eso, no importa, la posibilidad la tienen: con que las vea mi mamá me alcanza para ofuscarme. Preferiría ser yo quien elija qué compartir y, aunque resulte inevitable que lo hagan otros, me enojo mucho cuando mis amigos publican fotos en las que aparezco”.
A modo de remate, Picone comparte una frase que se ha convertido en una máxima para muchos: No dejes a Facebook unir lo que la vida ha separado, en referencia a los reencuentros con antiguos compañeros de escuela y amigos de la infancia.
AUSENTES, PERO CURIOSOS
Acorde con su deseo de no figurar en Facebook, Marina prefiere resguardar su identidad incluso en esta nota. “Me llevo muy mal con las cosas que no puedo dominar”, admite y confiesa su recelo ante el hecho de que alguien pueda buscarte y encontrarte de forma tan sencilla, pudiendo saber mucho más de lo que podría encontrar en una guía telefónica o en un resultado de Google.
Maestra en un colegio primario, reconoce que si bien no usa Facebook, sí tiene una cuenta abierta. “Quería conocer el mecanismo y la única forma era armar un perfil. Después me arrepentí.” In extremis, y en tono confidencial, reconoce que en verdad lo hizo para espiar los movimientos de su marido.
“Creo que tengo algo interesante para decir, si quieren publicarlo, no es con mi nombre. Soy un hombre de negocios y se los voy a negociar -argumenta Pedro, empresario del rubro textil que, aunque reconoce que Facebook es una herramienta comercialmente útil y su empresa tiene una página oficial en la red social, ha preferido no subirse a la gigantesca ola como usuario particular-. Cuando surgió Facebook estaba volviendo a cambiar de carrera, y no estaba conforme con lo que estaba haciendo en mi vida y no lo quería exponer en la Web. Por otra parte, cuando encontré Facebook, a mis 20 años, aparecían ex compañeras de la escuela, de la facultad, etcétera, y veía que a todas les gustaba mostrar sus fotos en la playa y hablarte, y me pareció que era una falta de respeto a mi novia de por entonces. Tal vez en el fondo yo tenía miedo de estar baboseando todo el día con ellas. Entonces tomé la medida de no tener Facebook. Además, hay algo que no me gusta y no me cierra de andar haciendo de la vida propia un museo para los demás.”
TRADICIONALES
Otro reporte académico, en este caso emprendido por la Universidad de Humbolt y la Universidad Técnica de Darmstadt, dos claustros alemanes, sostuvo que ser testigo directo de la vida de los demás a través de Facebook puede derivar en celos rabiosos y tristeza. “El seguimiento pasivo despierta envidia y los usuarios anhelan especialmente la felicidad de los demás, el modo en el que los otros pasan sus vacaciones y socializan -anotaron los investigadores-. Nuestras conclusiones muestran que los usuarios perciben frecuentemente Facebook como un ambiente estresante, lo que podría, a largo plazo, dañar la sostenibilidad de la plataforma.”
No es la primera vez que, sobre la base de argumentos variopintos, se pronostica el eclipse de Facebook. Sin embargo, la firma con sede en Palo Alto, California, se muestra pujante. Fundada bajo el nombre Thefacebook.com en 2004 por Mark Zuckerberg, entonces un joven estudiante de Harvard, en la actualidad Facebook cotiza en la Bolsa de Valores, suma compañías a su entorno, como Instagram, el popular mensajero WhatsApp y el especialista en realidad virtual Oculus VR, y ostenta una cartera de suscriptos de más de 1300 millones de personas, apareciendo, de este modo, como el principal competidor del coloso Google.
¿Debe ir Zuckerberg por aquellos usuarios que se niegan a entrar en la red social? Oigamos más razones que esgrimen los usuarios que hasta ahora preferían mantenerse aparte de Facebook, pero que podrían cambiar esa actitud en el corto plazo.
DIFUSIÓN
Podría ser el caso de Gabriel Spiller, baterista que elige avanzar con paso medido en las arenas virtuales. “Siempre fui reacio a incorporar enseguida los cambios tecnológicos. Me gusta que se naturalicen primero y ver su utilidad real más allá de la moda o la novedad. Hoy me siento empujado al uso de Facebook porque puede ser una herramienta laboral, de difusión de material, importante. Pero el costo de ese uso lo percibo todavía muy alto. Me parece que para que funcione como forma de difusión es demasiado invasiva del tiempo personal, pues hay que estar constantemente actualizando fotos, datos, saludando y comentando tu opinión sobre absolutamente todo.”
Facebook es una de las aplicaciones en idioma español más descargadas en entornos móviles, según dijo la firma Softonic. Además, el 90% de los argentinos conectados a Internet afirma participar en las redes sociales, lo que equivale a unas 20 millones de personas, según explicó Enrique Carrier de la consultora Carrier y Asociados.
Pero ¿qué siente ese 10% restante que sigue prefiriendo los vínculos tradicionales? Hernán, un arquitecto que en conversaciones vía e-mail con LA NACION agradeció, también, la posibilidad de mantener en reserva su nombre completo, dijo: “¿Por qué no tengo Facebook? Simple, no me llama la atención, no le daría bolilla y me sentiría forzado a entrar y participar por el simple hecho de tenerlo. Ojo, me parece que está genial y es una herramienta fabulosa, pero entre WhatsApp y los asados con amigos ya tengo cubierta mi sed social”.
En diálogo con LA NACION, Alberto Arébalos, responsable de comunicaciones de Facebook en la región dijo: “En América latina el desafío es manejar el crecimiento, es el más explosivo que ha tenido Facebook en su historia, mayor que el que tuvo Google en su momento”. En específico, en la Argentina el caudal de la Red supera los 22 millones (cerca del 50% de la población total del país). De ellos, 14 millones ingresan a diario en la red social, según estadísticas reveladas por Reuters en agosto de 2013.
¿CÓMO TE ENCUENTRO?
Que, al conocerse, dos personas intercambien su Facebook en vez de su número telefónico o que sepamos más sobre la vida de nuestros amigos por las fotos que publican en un muro virtual antes que por una conversación en un café son síntomas del éxito que ha forjado el joven empresario estadounidense.
Por ende, quien se mantiene firme fuera de las filas de esta red social elige una suerte de invisibilidad contemporánea. Al respecto, cuenta Francisco Picone: “Le pregunté a un desarrollador amigo si conocía a alguien que no tuviera Facebook, además de a mí. Me respondió que sí, aunque no frecuentaba a esa persona hacía algunos años. Yo tuve curiosidad por hablar con alguien que compartiera mi elección y cuando le pedí el contacto me dijo un poco bromeando y un poco en serio: es imposible dar a alguien que no tiene Facebook'”.
LA NACION