12 May Una adicción brasileña: por qué los nombres raros son furor
Por Simon Romero
Cuando llegó a la adolescencia, Wonarllevyston Garlan Marllon Branddon Bruno Paullynelly Mell Oliveira Pereira hizo lo que cualquier persona cohibida, preocupada por las burlas despiadadas de sus pares hubiera hecho: les rogó a sus padres y a los tribunales que le permitieran cambiarse el nombre.
“Nunca tuve nada en común con Marlon Brando” , dijo, en referencia al actor estadounidense por quien le pusieron algunos nombres. Así es que, con el permiso de sus padres y del sistema jurídico, redujo los nueve nombres y apellidos a cuatro: Bruno Wonarleviston Oliveira Pereira.
“No quería ir por la vida con algo más complicado que eso”, explicó el estudiante universitario, de 19 años. Tener un nombre extraordinario es algo generalizado en Brasil. Sólo hay que echar un vistazo a los cronogramas de amigos brasileños en Facebook o estar en la fila en una oficina pública y escuchar cuando un burócrata llama a las personas que esperan que les sellen documentos.
Algunos académicos dicen que la práctica surge de una tendencia a tener en mayor estima a ciertos países ricos que a Brasil, lo que provoca que algunos padres prefieran nombres que suenen extranjeros y que puedan parecer ilustres.
Una tradición menor para honrar a presidentes estadounidenses produjo nombres como Abraao Lynconn Sousa Santana y Francisco Lindon Johnson Menezes da Luz Junior. El otro lado de la división ideológica también está representado en un nombre como Mao Tse Tung Lima de Moura.
Otros dicen que refleja siglos de inmigración, conquista y esclavitud, un proceso en el que se mezclaron culturas autóctonas, africanas, europeas y asiáticas para producir una fusión de identidades.
En un país con un conjunto de tradiciones musicales, desde el melodioso bossa nova hasta la música country, los expertos en nombres también mencionan la forma armoniosa en la que resuenan algunos nombres insólitos cuando los acuñan los padres antes del nacimiento.
Por supuesto que un nombre como Sherlock Holmes da Silva, pronunciado Sheri-Loqui Joli-mis en Brasil, tiene un tono distintivo.
“Si le preguntás a alguien por qué escogió un nombre, te dice que fue por el sonido”, señaló Elaine Rabinovich, una psicóloga que investigó las prácticas para poner nombres en Brasil.
Algunos países, como Alemania e Islandia, regulan estrictamente los nombres que pueden elegir los padres. Sin embargo, en Brasil, donde no hay restricciones, poner nombres parece un deporte de competencias. La vecina Venezuela también compite con sus Stalin, Nixon, Hiroshima, Tutankamón y Taj Mahal.
Cambiarse el nombre es muy complicado en Brasil y requiere de la aprobación de un juez que determina si es ridículo u ofensivo. El proceso es a menudo interminable y laborioso, como lo son muchos asuntos burocráticos en el país, y se necesita un abogado.
“La tendencia de los tribunales es a negar cambios de nombre”, señaló Gerson Martins, un abogado especializado en ayudar a los brasileños a cambiarse el nombre.
Aunque son muchos los brasileños que se quejan de sus nombres extravagantes, otros los disfrutan.
“Tengo un nombre maravilloso que hace que sobresalga en la multitud”, señaló Creedence Clearwater Couto, de 34 años, un estudiante llamado así en honor a la banda norteamericana de rock Creedence Clearwater Revival.
“Ahora, casi nadie en Brasil sabe quiénes son, y el 90% de las personas no puede pronunciarlo correctamente”, notó Couto.
Mientras que la elite tiende a adherirse a los nombres tradicionales en portugués, como Pedro, Gabriel, Julia y Carolina, es evidente que la cultura popular estadounidense fascina a amplios sectores de la sociedad, lo que explica nombres como Oleúde José Ribeiro, un atleta retirado, cuyo nombre de pila es la ortografía fonética de Hollywood.
No lejos de San Pablo, un canal de televisión encontró hace poco a una familia en la que a siete hijos los llamaron en honor a Elvis Presley: Elvis, Elvisnei, Elvismara, Elvislei, Elvicentina, Elvislaine y Elvislene.
Algunos brasileños advierten que poner nombres se volvió algo tan extremo que son necesarios los límites. “Llegamos a un punto en el que hay que hacer sonar la alarma”, notó Osny Machado Neves, de 73 años, un abogado que trabajó durante más de 35 años en una notaría pública. Estupefacto por los nombres con los que se topó, compiló unos 8000 en un libro.
“A veces los padres no saben el trauma que infligen a sus hijos”, expresó Neves, al mencionar nombres de pila como Colapso Cardíaco.
Varían tremendamente las fuentes de inspiración. José Miguel Porfirio, un acordeonista en Recife, llamó a sus tres hijos Xerox, Autenticada y Fotocópia, palabras que vio en un cartel en un registro civil.
Luego está Petroswickonicovick Wandeckerkof da Silva Santos, un prodigio del fútbol que -con 12 años- ya empezó a entrenar con el Corinthians, uno de los principales equipos de Brasil.
Hasta en un país inundado de nombres asombrosos, sus nombres de pila llamaron la atención. “La mujer en la notaría pública me dijo que estaba loco”, comentó Dos Santos en una entrevista. “Pero le dije que yo llamaba a mi hijo como yo quería.”
LAS RAZONES QUE EXPLICAN EL FENÓMENO
Estima
Según académicos, la práctica de poner nombres infrecuentes surge de una tendencia a tener mayor estima a ciertos países ricos que a Brasil.
Ilustres
Hay padres que prefieren nombres que suenen extranjeros y que puedan parecer ilustres.
Proceso
Hay quienes creen que la práctica refleja siglos de inmigración, conquista y esclavitud, un proceso en el que se mezclaron varias culturas en Brasil.
LA NACION