Un 1º de Mayo por 8 horas y sin trabajo infantil

Un 1º de Mayo por 8 horas y sin trabajo infantil

Tenemos presente la historia de los mártires de Chicago que dieron origen a la instauración del 1° de Mayo como el de Día del Trabajador. También recordamos la historia de los grandes sucesos vinculados al peronismo en cada celebración. Pero ha quedado borroneado el detalle de la celebración, por primera vez, del Día del Trabajador en la Argentina. La historia del movimiento obrero argentino ubica en la década de 1880 sus primeros grandes episodios. Y en ellos fue fundamental la intervención del Club Vorwärts, cuyo nombre original era Verein Vorwärts (que en alemán significa Unidos adelante). Esta organización socialista había sido fundada en la Argentina el 1° de enero de 1882 por un grupo de inmigrantes que respondían al Partido Socialdemócrata Alemán y que instalaron su primera sede en la por entonces calle Comercio (hoy Humberto I) al 800. Para 1886, cuando se produjo la ejecución de los anarquistas de Chicago en huelga, el Vorwärts argentino ya se había consolidado y tenía en la calle una publicación que se distribuía en alemán y en castellano. En 1889, se puso en marcha en París la Segunda Internacional. El alemán Wilhelm Liebknecht y el republicano francés Alejo Payret eran los representantes argentinos. Cuando volvieron, traían la misión de imponer el 1° de Mayo como fecha de homenaje a todos los trabajadores. Con ese objetivo, se redactó un manifiesto dirigido a “Todos los trabajadores de las repúblicas del Plata”, que subrayaba que “la Europa entera y la república de Estados Unidos se preparan para la gran festividad del primero de mayo del corriente año (1890)… No se mueven nuestros hermanos para obtener aumentos de salarios, casi siempre inútiles porque se elevan después los artículos de primera necesidad, sino en demanda de que las ocho horas de producción no sean más que ocho.” De inmediato, lanzaron un periódico llamado El Obrero, que expresó los primeros conflictos de un enfrentamiento que marcaría los siguientes 40 años del sindicalismo argentino: socialistas, por un lado, y anarquistas, por el otro. Los socialistas pretendían la combinación de un plan de lucha por mejoras inmediatas con una estrategia tendiente a imponer el socialismo. Los anarquistas, en cambio, rechazaban los grises: no se podía negociar con el sistema. El primer acto por el Día del Trabajador en la Argentina se produjo en la tarde del 1° de Mayo de 1890 en el Prado Español, que estaba ubicado sobre lo que actualmente es la Avenida Quintana, entre Ayacucho y Junín, en Recoleta. El día anterior, diversos grupos de trabajadores había salido a las calles a promocionar el acto y pegar carteles. Era obvio que la iniciativa no era bienvenida por el poder: tres dirigentes fueron detenidos de inmediato y las empresas amenazaron abiertamente a todos los que creían que podían sumarse. Aún así, aquel jueves hubo cerca de dos mil personas que escucharon a 15 oradores que se dirigieron a la concurrencia en español, italiano, francés y alemán. Al día siguiente, todos los presentes se encontraron con que se les había descontado el pago por la jornada. Pero el éxito del acto los animó a más: un mes después del acto, el Comité Internacional Obrero presentó una serie de demandas en la Cámara de Diputados. Se reclamaba la limitación de la jornada de trabajo a un máximo de ocho horas para los adultos, la prohibición del trabajo de los niños menores de 14 años y la reducción de la jornada a seis horas de los menores de entre 14 y 18 años, la abolición del trabajo nocturno, el descanso interrumpido de 36 horas como mínimo por semana y la prohibición del trabajo a destajo y por subasta. A comienzos de 1891, el 4 de enero, se creó la Federación de Trabajadores de la República Argentina, a partir de una convocatoria que el Comité Internacional hizo a todas las sociedades obreras. La flamante organización se proponía “la unión de los obreros de esta región para defender sus intereses morales y materiales, y practicar la solidaridad con los hermanos de todas las regiones en lucha contra el capital y sus monopolizadores”. En 1970, en la revista Panorama, Oscar Troncoso publicó un artículo sobre este primer 1° de Mayo en el que destacaba lo que sería el argumento del poder económico para combatir las primeras expresiones obreras: “Los diarios comentaron con asombro ese hecho, al que consideraban ‘extraño a las costumbres del país’. La Nación dijo, por ejemplo, que ‘había en la reunión poquísimos argentinos, de lo que nos alegramos mucho’. Otro periódico, La Patria, ironizaba porque ‘todos los oradores hablaron en el sentido de que era necesario que se aumentaran los salarios y se disminuyeran las horas de trabajo, lo que es algo que sobrepasa los límites'”.
TIEMPO ARGENTINO