Ser joven y rica en Hollywood: una receta para el desastre

Ser joven y rica en Hollywood: una receta para el desastre

Por Natalia Trzenko
Para muchos de los turistas que visitan Los Ángeles hay un puñado de lugares imperdibles: el cartel en la colina que certifica que llegaron a Hollywood (que sólo podrán apreciar en toda su cinematográfica gloria desde la muy poco glamorosa intersección del Boulevard Hollywood y la calle Vine); el Teatro Chino, con todas las huellas de las estrellas de otros tiempos, y el tour por las mansiones de los famosos de hoy. Este último es un grupo variopinto que ya no se limita a los actores de la pantalla grande, sino que también incluye a sus pares televisivos y a un colectivo denominado “celebridades”. Como retrata Sofia Coppola en Adoro la fama, son jóvenes bellos y ricos siempre acompañados por un elenco estable de paparazzi, siempre al acecho de su inevitable tropezón.
Si a los chicos en el centro del relato del film de Coppola -basado en un caso real- los deslumbran los oropeles de Lindsay Lohan y Paris Hilton, hay que decir que no son los únicos. La fascinación de las revistas y los ciclos televisivos de todo el planeta aumenta a medida que las celebridades se meten en problemas.
Esta fórmula para el desastre se repite una y otra vez y suele tener en el centro del huracán a jóvenes mujeres que pasan de la cima de la fama al subsuelo de la infamia en tiempo récord. Muchos dirán que es cuestión de haber tenido demasiadas cosas demasiado pronto, como Lindsay Lohan. Precoz estrella de cine, a los 12 años -después de interpretar a las hermanas separadas al nacer de Sopa de gemelas-, el cuento de hadas de Lohan devino en película de terror. Problemas de adicción que la llevaron a la cárcel, acusaciones de robo y varios encuentros con jueces hartos de los adolescentes de Hollywood la transformaron en una suerte de intocable para los estudios, que ya no le creen sus repetidos intentos de rehabilitación.
A los 27 años, la que alguna vez fue la gran promesa del cine se dedica a vender sus entrevistas al mejor postor para saldar sus deudas. El acceso irrestricto a grandes sumas de dinero a la edad en que la mayoría de los chicos con suerte reciben una “semanalidad” de sus padres parece ser uno de los factores que complican la vida de las jóvenes estrellitas y las vuelven blanco tanto de los profesionales del chisme como de los curiosos que aspiran a ser como ellas.
De esa mezcla resulta un morbo que en los últimos años alcanzó proporciones inéditas. Las redes sociales ayudaron mucho a exponer y expandir la debacle de otra joven actriz, Amanda Bynes. A los 13 años, ya tenía su propio ciclo de comedia en Nickelodeon, a los 20 ya era millonaria y antes de cumplir los 25 anunció su retiro de la actuación para dedicarse al diseño de moda y luego a la música rap.
Grandiosos planes que Bynes anunció vía Twitter, desde donde el año pasado empezó a insultar a famosos músicos en extraños mensajes que delataban un estado mental alterado que se confirmó hace unos meses, cuando fue internada luego de encender una fogata en el frente de una casa en Los Angeles.
Las persecuciones a las que la sometieron los papparazzi durante meses sólo se detuvieron cuando sus padres le pidieron a un juez que la obligara a recibir tratamiento en un neuropsiquiátrico. A Paris Hilton, en el pico de su fama, ni siquiera la dejaron en paz cuando estuvo presa. Y a la jovencísima cantante y actriz Demi Lovato le sacaban fotos intentando mostrar en detalle las heridas autoinfligidas que ostentaba en sus muñecas. Que la estrellita de Disney admitiera sus problemas y se decidiera buscar ayuda profesional probablemente le salvó la vida y la carrera (es parte de la nueva temporada de Glee), además de evitar compartir el triste lugar que hoy ocupan Lohan y Bynes.
En Hollywood, los medios suelen ser inclementes con los famosos que, irónicamente, les aseguran su subsistencia, pero parecen ser aún más duros con estas chicas todavía adolescentes. Su nuevo objetivo es Miley Cyrus, atacada con una saña inédita tras su actuación en los premios MTV. Cada detalle de su vida fue analizado y criticado como si la cantante de 20 años hubiese cometido algún crimen. Y, por supuesto, los papparazzi armaron campamento en el frente de su casa, que ya es parada obligada en el tour de celebridades.
LA NACION