Sensibles a los alimentos

Sensibles a los alimentos

Por Elena Peralta
En la película Una suegra de cuidado , Jane Fonda esconde un puñado de nueces picadas en el postre de Jennifer López, su nuera en la ficción, con el sólo objeto de arruinarle el casamiento. Inmediatamente la chica empieza a brotarse y a hincharse. La escena es mucho más común de lo que imaginamos. Y no siempre por obra de una suegra malvada. Las alergias alimentarias crecen y pueden provocar muchos malos ratos si no son detectadas a tiempo.
Según la Fundación para el Estudio del Asma y otras Enfermedades Alérgicas (Fundaler), en el país el 5% de los chicos y el 2,5% de los adultos es alérgico a algún alimento. El porcentaje nos acerca a los Estados Unidos, el país con mayor cantidad de alergias del continente. Allí registran un 6% de su población infantil y un 3,7% de los adultos con alergias a alimentos. Y es una patología que va en aumento. En los Estados Unidos -según la Asociación Norteamericana de Alergias, Asmas e Inmunología- pasaron de 21 mil a 51 mil casos en diez años.
No se sabe bien por qué aparecen cada vez más casos. El rechazo al huevo, por ejemplo, viene creciendo en nuestro país sin demasiadas explicaciones, junto con la leche y los mariscos son la principal fuente de reacciones. Algunos estudios médicos las relacionan con la dieta moderna. Cada vez se consume más comida procesada, hay más transgénicos, aditivos y químicos en las frutas y vegetales. La carga genética también pesa. “Si los dos padres son alérgicos, sus hijos tienen un 75% de probabilidades de serlo”, asegura Wenceslao Sánchez de la Vega, vicepresidente de Fundaler.
La mayoría de las alergias aparece en la infancia. “La leche es una de las primeras alergias de los chicos. Casi siempre se presenta en forma de urticaria”, explica Sánchez de la Vega. Lo bueno es que se puede contrarrestar. El tratamiento consiste en administrar, bajo control médico, pequeñas dosis de leche hasta que el organismo la tolere y no produzca más reacciones. Si esto no sucede, la indicación es no consumir lácteos, pero también leer muy bien las etiquetas porque muchos preparados pueden contener trazos lácteos.
El 90% de los alérgicos reacciona con más de un alimento. Hay familias que deben luchar con mapas de alergia que llegan a sumar varias decenas de productos. Las reacciones más comunes por comer o tomar algo que nos da alergia son los problemas respiratorios (asma o rinitis), en la piel (urticaria, eccemas y dermatitis), gastrointestinales (vómitos, dolor de panza, diarrea y dificultades para deglutir). Además hinchazón en párpados, cara, labios y lengua; y picazón en la boca, garganta, ojos, piel y nariz. Si bien no es la más frecuente, la anafilaxis es la consecuencia más temida. “Es una reacción alérgica generalizada, incluso con pérdida del conocimiento, que puede ser muy grave, hasta mortal y que requiere atención urgente”, explica el doctor Natalio Salmún, presidente de Fundaler.
“Las personas alérgicas producen un anticuerpo específico llamado IGE cuando ingieren un determinado alimento. Esto hace que el organismo libere histamina, la sustancia que produce los síntomas alérgicos”, detalla Héctor Suli, médico especialista en alergia e inmunología de la Clínica San Camilo.
Aunque técnicamente no es una alergia, la celiaquía obliga a restricciones en la dieta. “En realidad es una falta en el sistema enzimático del intestino que no tolera el gluten”, explica Sánchez de la Vega. Una de las principales reacciones es la diarrea.
Cada alimento que probamos por primera vez dispara un período de sensibilización en el organismo. Por eso, la mayoría descubre sus alergias en la infancia, el período de mayor “experimentación” alimenticia. “Las proteínas de la leche de vaca, el trigo y el huevo son las primeras en sensibilizar. En el adulto, el maní, la soja, frutas secas (nueces y avellanas), el pescado y los mariscos”, agrega Suli.
Una de las alergias más complicadas es el látex, presente en los guantes con los que se manipulan los alimentos. A veces los pacientes reaccionan a una comida un día sí y otro no. Se los estudia y se descubre que la alergia proviene de los guantes que usó la persona que lo preparó. También complica mucho en la primera infancia ya que está presente en chupetes, tetinas y en muchos juguetes que van a parar a la boca de los chicos.
¿Una alergia puede durar toda la vida? “En general esto sucede con el maní, los frutos secos, los pescados y los mariscos”, dice Salmún. La buena noticia es que las reacciones a la leche, el trigo, la soja y el huevo mejoran y desaparecen con el tiempo en un alto porcentaje de casos. Aprender a vivir con alergias no es fácil, sobre todo para los chicos porque desencadenan otro problema pediátrico: la falta de crecimiento, que puede restarles un promedio del 5% de altura y peso respecto de un chico de su edad sin alergias. A veces el camino al diagnóstico es el inverso. “Cuando un nene no crece bien, una de las razones puede ser una alergia alimentaria no descubierta”, asegura Andrea Cotti, médica pediatra y Jefa de Nutrición Infantil del Hospital Austral.
El diagnóstico es clave. Entre el momento en que un marisco (uno de los alimentos que provocan reacciones más graves) ingresa al cuerpo hasta la anafilaxis o la asfixia por un edema generalizado pueden no mediar más de 30 minutos. El peor de los finales se puede prevenir con sólo un cambio de menú.
CLARIN