No pudo resistirse al “chamuyo” de los porteños

No pudo resistirse al “chamuyo” de los porteños

Soy de Leipzig, Alemania del Este. Me preguntan a cada rato los argentinos si soy francesa por mi acento, en particular por la letra “r”. Hacen bromas sobre mi dicción, pero soy alemana. Nací en 1969 y viví mi infancia antes de la caída del muro y luego, con la apertura, me fui a estudiar al Oeste.
Estoy en Buenos Aires hace ya casi 6 años. Es un lindo tiempo para adaptarse a la cultura, aprender y estar muy segura en el idioma y construir una red de lindas amistades, porque acá a la gente le gusta lo familiar, lo relacional-social. Conocer la parte dulce de los argentinos y el “chamuyo” de los hombres me encantó también.
Yo vine a esta ciudad como “expatriat” (expatriada) de la casa matriz de Volkswagen Alemania, para el lanzamiento del proyecto de la camioneta Amarok, en VW Argentina, y me terminé prendando de Buenos Aires. También hubo una historia de amor; me enamoré de un porteño y decidí quedarme por algunos años más en Buenos Aires.
Me costó acostumbrarme al “chamuyo” porteño de los hombres, a ese modo tan intenso de estar interesados en una mujer, porque en mi cultura esas cosas no pasan. Pero al final me acostumbré tanto que ahora me costaría conocer a un hombre que no fuera así de caballero y atento con la dama que lleva al lado. Los porteños son muy interesantes y atractivos, como alemana me sorprendieron muchísimo.
Mi vida en Buenos Aires tiene como marco a esa gran familia de amigos que se fue tejiendo tanto en los distintos trabajos como en las clases de baile: ellos me ayudaron a sentirme como en casa, adoro esa sensación de amistad tan apegada Estuve trabajando además en un equipo multicultural compuesto de brasileños, argentinos y alemanes y pude experimentar en carne propia los posibles problemas, pero también el potencial de las diferencias culturales en el equipo. El desafío más grande era enfocarnos en establecer el mismo compromiso para lograr los resultados deseados, en un equipo de personas muy diferentes. Me sentí muy aceptada en el mundo masculino de la empresa.
Después de tanto tiempo de vivir acá me adapté tanto a la cultura que ya no cumplo más con el prejuicio típico de la “puntualidad alemana”: todo se toma mas liviano, menos presión y menos rígido. Esto me ayudó a ser flexible frente a las circunstancias. Una cosa que también destaco es que la gente pone mucha importancia en las relaciones interpersonales. Los alemanes están más dedicados o enfocados al objetivo y acá mas importancia tiene la relación con las personas.
¿Una similitud que tenemos? La cultura culinaria. Como está tan globalizada, tanto aquí como allá comemos pizza y pastas y McDonald’s. Aunque extraño el gusto de la cerveza alemana, pero me encanta el asado argentino.
Actualmente mi gran pasión es el emprendimiento que generamos con Alexis, mi socio porteño en Esí-Egó — Counseling & Coaching y Eberhardt & Vidal Consulting. A ambos nos apasiona la consultoría y coaching profesional, donde combino mi experiencia en empresas con una vocación de servicio que desde hace tiempo vengo desarrollando. El coaching es una disciplina reciente que se enfoca en desarrollar el poder de las personas y equipos para lograr lo que se proponen, de una manera, ágil, amena y contundente. Me asocie con Alexis, a quien conocí en un curso, y nos hicimos grandes amigos.
En mi tiempo libre disfruto bailar salsa. Así fui flexibilizando mi columna alemana, ya que me gustan los bailes latinos: salsa, bachata y zumba. Me encantaría fundar una familia y profundizar mi desarrollo como coach internacional. Con Alexis creemos que esto sería un gran aporte para lo que el mundo hoy está necesitando. En el coaching decimos que todo es una conversación y que cuando algo falta, está faltando una conversación. Proviniendo de un país originalmente dividido, me parece que dedicarnos a favorecer las relaciones de confianza y comunicación es el mejor legado que podemos dejar.
CLARIN

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