14 May Madres e hijas
Por Soledad Calomeni
Pareciera que llegó la hora de la madre “new style”, fashion, adolescente, una nueva hermana.Con ella se puede intercambiar SMS, amigos, ropa y hasta tatuajes ! De qué se trata este cambio ? Será parte de los mal llamados “vinculos modernos” o una confusión generacional?Los especialistas están alertados.
Hay mil causas por las que, en algún momento, una mujer se transforma en la mejor amiga de su hija. Decir u oir el “basta!” en el matrimonio, querer ser diferente a la madre que tuvo, la crisis existencial,cambio de década, el fantasma de que los hijos se alejarán sino se flexibiliza el vinculo al extremo, el miedo a la versión cuarentona de la adolescente que era capaz de todo con su minifalda, la ansiedad y angustia por lo inminente : que tomen vuelo propio y digan “adiós”, la tentación de “controlar”, pero con onda y en forma amigable. Así son muchas madres hoy en día. Comparten con sus hijas desde carteras, botas, ropa, consejos de belleza,la forma de hablar, la peluquería… hasta … salidas y amigos. En los casos más extremos, ambas están unidas las 24 hs por el celular y se cuentan todo: secretos, se consultan, se miden, y todo queda disfrazado como por una excelente convivencia (envidiada por los de afuera que son de palo), y borrando así lo que los especialistas denominan “frontera generacional”.
La relación que parte entre madres e hijas es una de las más intensas y complejas de la vida. Quién, como mujer, no pasa gran parte de su vida hablando, contando, cuestionando, imitando, escapando, extrañando y, pensando en su mamá. Las mujeres, cuando tienen hijas chicas están en un nivel superior y ejercen una clara y evidente autoridad, pero al ir pasando el tiempo,la relación va tomando matices más simétricos e igualitarios. Al crecer, la voz de la madre se convierte en una voz más a la hora de tomar decisiones. Es justo en estos momentos en donde nace la madre-fusión. Y vale aclarar que la forma de “fusionarse” no es a través de escotes innecesarios, minifaldas, brillos, gym exagerada o consejos imbancables. Al contrario, esta clase de madres saben cómo agregarle modernidad a todo lo que hacen. Necesitan sentirse iguales a sus hijas y que ellas las consideren de la misma manera.
La maternidad y la amistad son conceptos incompatibles y opuestos entre sí. Una madre tiene el rol de fijar límites, dice 2no” pero también es el modelo de amor incondicional, de la guía emocional y de la conexión afectiva segura y confiable. Si se adopta el estilo moderno de mamá-amiga, entonces caen todos los aspectos anteriormente nombrados. Lo malo de querer mantenerse siempre joven trae como consecuencia directa que las hijas se vuelvan iguales a sus madres. La mamá inmadura que es incapaz de tolerar el paso de los años, puede caer en la ilusión de que entre ellas no hay diferencias. El secreto está en no descuidar a la hija, protegerla y que la mujer adulta funcione como modelo de la adolescente, y no a la inversa. Las chicas necesitan, además de una consejera, una madre que le ofrezca la experiencia guardada, una mano siempre lista y una compañia que estimule su maduración.
Libertad – Igualdad – Felicidad
Las mujeres de las generaciones anteriores a la década de los 70 vivían aún dentro del esquema básico en el cual papá era quien trabajaba y ellas pasaban todo el día y toda su vida rodeadas de los quehaceres y las cuestiones domésticas. El tiempo marcó otra diferencia : como muchas relaciones estaban basadas en el autoritarismo, esto generaba una especie de rencor en las hijas por tener que tomar una actitud de sumisión y sometimiento. No existía una salida, había que obedecer sin cuestionar o sino permanecer marginadas de la familia. En la actualidad, luego de quebrar ese molde y entre tantos divorcios y familias ensambladas, las relaciones se mezclaron , se democratizaron notablemente y conformaron un collage.Pero se ha llegado al extremo en el que son los jóvenes quienes deciden hasta cuándo, cómo, dónde,con quién saldrán de vacaciones, irán a fiestas, se reunirán, etc. Y, ambos padres, en este caso el hombre y la mujer adultos en la familia, aceptan sin discutir demasiado todo lo planteado por sus hijos. Buscan complacer sus deseos y creen que de esta manera pueden compartir su felicidad del presente, y la del futuro. Lo que realmente puede suceder es que al acceder y consensuar a todas las peticiones y deseos de los hijos e hijas, ellos no estarán iniciando el camino hacia la felicidad segura sino que perderán el rumbo y se encontrarán confusos frente a la falta de límites. En el mejor de los casos, muy a su pesar y demostrando un alto coeficiente intelectual y emocional , son los hijos quienes ponen a cada integrante de la familia en su lugar y en su generación, pero no siempre sucede y tampoco debería ser la solución.
Y qué sucede si, esa complicidad se transforma luego en una competencia ? Las hijas plantean estas cuestiones con resiganción y tristeza. Las madres – fusión son una consecuencia de esta epoca. Se mueven hacia los 50 las mujeres que supieron apropiarse de su cuerpo y se sienten poderosas usando la atracción física y erótica para vincularse. Ellas también atraviesan una revolución hormonal y no quieren ni aceptan disimularla. Son parte de familias en donde la figura masculina brilla por su ausencia : porque ve 100% natural esta relación o porque directamente no está.Esta competencia tiene dos caras: por un lado estas madres buscan verse igual de jóvenes que sus hijas, y por el otro quieren seguir siendo deseadas por los hombres. Y, en estos tiempos de amores líquidos, madres e hijas encuentran que la estabilidad afectiva sigue estando en el nido.
Los especialistas aconsejan volcarse hacia una postura de agradecimiento sobre lo que se es, tiene o ha vivido y salirse del estereotipo, de la preocupación por el desgaste físico, para ocuparse del aquí y el ahora y no malgastar tiempo en un futuro que no llega. Disfrutar ahora y no mañana. Hoy tienes el paraíso, la bondad en este mundo, que no es malo ni tedioso como se quiere demostrar solo te tienes conectar y buscar esa belleza.
REVISTA ELLE