“Llevé los negativos envueltos en una camiseta de San Lorenzo”

“Llevé los negativos envueltos en una camiseta de San Lorenzo”

Por Natalia Páez
El rescate de la figura de un antropólogo intrépido y humanista, olvidado por la historia de esa ciencia. Un hombre que lo arriesgó todo hasta dejar la vida por su pasión de retratar a los pobladores originarios de América del Sur, un alemán con perfil de aventurero, Max Schmidt (1870-1950). Un hombre que a diferencia de otros antropólogos que se metían en la intimidad de las tribus de esta zona, lo hacía en completa soledad y así llegó a convivir con indígenas del Mato Grosso brasilero y de Paraguay para tomar fotografías de incalculable valor etnográfico y estético. Ese es el objetivo del libro Hijos de la Selva de los antropólogos argentinos Diego Villar y Federico Bossert que fue presentado en Buenos Aires como un homenaje a este hombre y que presenta también un perfil menos conocido, insospechado, del actor Viggo Mortensen en su rol de editor y amante de la fotografía. Un rol que juega a la usanza de los viejos editores –que junto a los autores– participaban hasta del detalle más fino de cada libro que buscaban publicar.
En un diálogo con el público, Mortensen contó que él mismo cargó las placas de vidrio en las que estaban impresos los negativos de estas fotos –que fueron seleccionadas del patrimonio del Museo Etnográfico Andrés Barbero, de Asunción, en Paraguay–. “Las llevé personalmente a los Estados Unidos para poder revelarlas con gran calidad y tuve que cargar las placas de vidrio envueltas en telas, incluso en alguna camiseta de San Lorenzo por cábala, pero con gran responsabilidad para que no se rompieran, habían confiado en mí los responsables del museo”, contó Mortensen, dueño de la editorial Perceval Press que ya se encuentra trabajando en la edición de otro libro relacionado con la fotografía etnográfica.
Los autores comentaron que como parte de su trabajo de investigación sobre el Chaco paraguayo, dieron con este tesoro documental y contactaron hace cinco años a Mortensen, para interesarlo en un proyecto para hacer un libro sobre la labor etnográfica de Schmidt.
“He aprendido mucho durante este viaje”, dijo el actor durante la presentación del libro que además de reflexionar sobre las fotos publicadas cuenta la historia de este antropólogo alemán olvidado en el tiempo, que terminó sus días contagiado de lepra y del cual mucho de su material fue quemado por miedo al contagio. Se anunció que todo lo recaudado de la venta del libro, que cuesta 250 pesos, será donado al museo Andrés Barbero. Alguien le preguntó a Mortensen si no estaba tentado de hacer una película con la historia de este aventurero de principios del siglo pasado, y él respondió en tono humorístico que por las dolencias por las que tuvo que pasar el personaje, era una película para Herzog.
Tanto los autores como el editor destacaron la riqueza académica de las fotos pero hicieron hincapié en su valor estético. “Yo pedí a Diego y Federico que hicieran su selección por el valor etnográfico, científico. Y que una vez que concluyeran me dejaran a mí seleccionar algunas de las fotos por su belleza. Y la verdad es que luego vimos que todas son muy bellas”, destacó Mortensen.
Max Schmidt, nació en Altona (Alemania), fue un abogado que, luego de estudiar antropología, se mudó a Sudamérica para investigar los pueblos originarios durante la primera mitad del siglo XX, hasta su muerte, en Asunción, en 1950. En Paraguay dirigió el museo que hoy es Andrés Barbero donde fueron halladas sus placas de vidrio con las fotos que hoy son parte del libro y que rescatan su trabajo, comentó el autor Diego Villar.
“El principal valor de las fotos es etnográfico. Agrega valor información sobre lo que sabemos de estos grupos. Schmidt hacía etnografía de salvataje, promovía un viaje y registro minucioso de las culturas. Nos muestra al detalle por ejemplo formas de hacer nudos para construir tejidos o el detalle de sus elementos de pesca. Pero hay otro interés y es la mirada de Schmidt sobre estos grupos y su admiración pro ellos, no los priva de su subjetividad, nos muestra sus emociones”, explicó Bossert. Los autores destacaron la mirada humanista de este antropólogo que –a diferencia de sus colegas europeos y eurocéntricos– tenía gran respeto por la individualidad de cada una de las personas retratadas (muchas aparecen con sus nombres más allá de la tribu a la que pertenecían). “Y en muchas de esas fotos se ven retratadas también sus emociones, lo que podríamos llamar el alma”, agregó Bossert para referirse al carácter humanista del trabajo de Schmidt. “Conseguí convencer a uno de los caciques del carácter inofensivo de mi aparato fotográfico. Le pedí que mirara en el espejo de la cámara y me coloqué delante de la lente. Al comprobar que ser reflejado así no me provocaba ningún daño, siguió mi ejemplo y así pude fotografiar a todo el grupo”, dejó escrito Schmidt sobre el método que utilizaba para poder meterse en la vida cotidiana de sus retratados.
Mortensen anunció que tiene en preparación otro libro similar, pero sobre los pueblos originarios de Salta. El método que utilizaron para este es la autoentografía. Esto es, dejar que sean los mismos protagonistas quienes tomen las fotos de lo que consideran relevante para contar su cultura. El actor dijo que le gustaría que “todos los gobiernos sudamericanos pudieran colaborar” en iniciativas de este tipo, para rescatar la cultura de los pueblos originarios.
TIEMPO ARGENTINO