Jorge Asis: “A mí me redescubren los hijos de aquellos que me negaron. Sé que soy muy leído por los jóvenes”

Jorge Asis: “A mí me redescubren los hijos de aquellos que me negaron. Sé que soy muy leído por los jóvenes”

Por Pablo Mendelevich
Su cadencia de voz es inconfundible. Quizá no se trata sólo de un decir pausado o de la manera en la que estira algunas vocales y reparte el énfasis. El secreto, lo diferente, más que nada, está en la prosa. Jorge Asís suele enriquecer los programas políticos de televisión a los que a menudo es invitado con una expresión de calidad literaria, única, probablemente más notoria debido al empobrecimiento general del habla política. Algo así sucede también con su sitio digital (“periodismo artesanal”, anuncia el encabezamiento), en el que aprovecha el oficio de escritor para aplicarles al análisis político recursos de la ficción, relatos cargados de imágenes.

-Lo conocemos como escritor, periodista, analista político, bloguero. ¿Usted qué dice que es?
-Profesional de la palabra.

-Esperaba que dijera que primero de todo es escritor.
-Soy profesional de la palabra: llegado el caso, me atrevería a hacer sermones. Para mí también el ejercicio de la palabra oral es una ficción.

-¿Siente que ahora hay más gente que lo conoce como observador de la realidad política, con su estilo tan personal, que por los libros?
-No, está mezclado. Quizá va a escuchar a alguien que le diga “el periodismo (o la política) mató al escritor”.

-Ya lo escuché.
-No es así. En realidad, la política y el ejercicio del periodismo político salvaron al escritor. Porque con algunas locuras mías hechas como escritor estaba directamente desaparecido.

-¿Se refiere al libro sobre Clarín, El diario de la Argentina (1984)?
-Puede ser uno de los temas, pero siempre estuve caracterizado por relaciones conflictivas. Ya antes de Clarín había artículos que hablaban de la reticencia a aceptarme. Son cosas que me aburrieron mucho y ya no quiero tratar. Pero en un momento muy difícil la política me volvió a dar un espacio, a partir de lo que pueden ser los atributos o las características de ese observador de la realidad, ese analista político que también incursiona en la política. Tengo demasiadas patas.

-¿Y cuál es su pata principal?
-En la Argentina, el periodismo político. Acá me cuesta concentrarme y terminar una obra literaria. Para terminar mis libros me voy, necesito alejarme de toda esta cuestión coyuntural.

-¿Se va adónde?
-Los últimos libros los terminé entre París, Amsterdam., lugares donde me conecto directamente con el escritor.

-Pero ahora se siente aceptado en todos lados, ¿no? ¿Qué cambió?
-Será que envejecí. Será que pasó el tiempo.

-O que lo domesticaron.
-No, creo que no. En realidad es un fenómeno mucho más interesante. A mí me redescubren los hijos de aquellos que me negaron. Sé que en este momento soy muy leído por los jóvenes. La generación anterior era mucho más reticente conmigo. Me colgaron cantidad de estampillas. Fui éxito resonante en una etapa indigna, me refiero a Flores robadas en los jardines de Quilmes y demás. En mi vida hubo un giro ideológico muy notorio. Fue hace cuarenta años, pero pesa. Me fui de la izquierda.

-¿Quiere decir que en su vida hubo un solo giro ideológico?
-No sé si hubo giros, lo que quiero decir es que me alejé de la militancia de izquierda. Tuve un sinfín de conflictos que derivaron en obstáculos que de a poco se aplastaron. Tal vez ayudado por mi envejecimiento. Ya no tengo los ofensivos 32 o 33 años de Flores robadas en los jardines de Quilmes, que vendía cientos de miles de ejemplares. Pero, bueno, eso no significa que yo esté entregado. Me rechazaban por distintos motivos., por el menemismo, que es otra de las estampillas fuertes con las cuales uno convivió. De la cual nunca abominé, al contrario, sigo siendo gran reivindicador de las grandes líneas de los años noventa, al margen de algunas cosas que podrían haber ocurrido y que sean reprochables.

-¿Aún hoy se definiría menemista?
-No, no, eso se terminó. Sí reivindico las grandes líneas de los noventa.

-Digamos que es un ser complejo, además de original.
-Si usted pone el éxito en años indignos, el paso por la izquierda, la categoría desde la marginalidad de un escritor medio señalado, desconfiado, sospechado, que se incorpora también al menemismo, es un cóctel más bien fuerte el que ofrece el personaje. He pasado momentos muy malos.

-Que por lo que dice ya son historia.
-Mucha gente que antes quizá me miraba por la calle y contenía el insulto, ahora me felicita. ¿Pero sabe una cosa? No me lo creo. Lo que pasa es que ahora la gente que me felicita mira con asco o insulta a todo lo que tenga que ver con el kirchnerismo. Hoy los ángulos de lo denostado ya no me rozan. En mi caso me hay un peso específico que tiene que ver con la obra, que es lo que tiene que contar.

-Su obra literaria.
-Debo tener veintisiete o veintiocho libros de narrativa. Se reeditan ahora prácticamente todos y mucha gente que desconfiaba va a la obra y dice, bueno, por lo menos esto no es tan malo.

-¿Vive de sus libros?
-Vivo de mi profesión. De charlas privadas, sponsors, algunos convenios que tengo, y también de los libros. Debo admitirle que no vivo mal. Quizá si lo que yo hice en la Argentina lo hubiese hecho en Francia o en Estados Unidos., no sé cómo sería la comparación. Pero no me quejo.

-Volvamos a su pensamiento político. La reivindicación del menemismo está restringida porque, como dice, se trata de algo que ya no existe. ¿Pero cuál es su relación con el peronismo? ¿Se dice peronista?
-Lo podría parafrasear a Sebrelli respecto del socialismo. Sebrelli se definió una vez como un socialista solitario. En todo caso, con la actualidad del peronismo yo no tengo nada que ver. Si yo tuviera algo que ver con la militancia peronista afiliado como estoy al PJ de la Capital, mis jefes políticos tendrían que ser los muchachos de La Cámpora y Santamaría. Pero yo no tengo nada ver con este peronismo y tampoco nadie del peronismo me toma en serio como peronista, porque no me invitan a una sola reunión.

-Tampoco se le ocurrió desafiliarse.
-¡Si no existe! Ser del Automóvil Club Argentino te da mayor legitimidad y alguna función concreta que tener el carnet de afiliado al Partido Justicialista.

-Por lo menos la grúa.
-. Que te puede sacar de un pinchazo en la calle, no es un tema menor. Pero el Partido Justicialista. Mirá, si me tomaran en serio, con las cosas que escribo tendrían que haberme expulsado. Yo hablo del PJV, el Partido Justicialista Vegetal. Sí tengo una cultura relacionada con el peronismo y tengo muchos amigos peronistas culturales, que me reivindican a mí también como parte de ellos.

-Da la impresión de que su capacidad para comprender al peronismo, una habilidad que se le reconoce, no es ajena a la pertenencia.
-Mi pertenencia es una cuestión cultural. Vos no podés no tener una relación con el peronismo cuando analizás la sociedad argentina. El peronismo es para mí casi un medio de vida como el kirchnerismo, porque intento racionalizarlo. Hoy me encuentro con un compañero del peronismo que está incluso en las antípodas y hay un trato casi de pares.

-¿Quiere que el próximo gobierno también sea peronista o le da lo mismo?
-Cuando hago periodismo no tengo adscripción política alguna. Me parecería desleal. Si es por las fuentes, yo hoy hablo con todos, si bien para encontrarme con alguien del Gobierno tengo que hacer poco menos que un operativo comando. Que el próximo gobierno sea o no peronista no depende para nada de mi voluntad.

-Me imagino, ¿pero qué le gustaría?
-Nada, lo analizo en términos profesionales. Está instalado que sería un turno no peronista. Me parece que hay una sobrecarga de males que se le atribuyen al peronismo, como si lo descubrieran como culpable de todo el atraso. Esa facilidad interpretativa yo la impugno. No significa que yo defienda esto como peronista. Criticar la crítica de ninguna manera te acerca al criticado.

-Ve injusta la crítica, en definitiva.
-. Y riesgosa, sobre todo por la realidad que el próximo gobierno si es no peronista va tener que enfrentar. Acá hay un lugar común que dice que se ha administrado la pobreza, que no se anuló la pobreza. Por lo menos se la intenta contener. Y no sé si de una fuerza que no sea peronista esa temática va a estar tratada de otra forma.

-En realidad, lo que se señala es que la pobreza no disminuyó ni mucho menos al ritmo de una economía que según el Gobierno creció a tasas chinas.
-Ahí vamos a si calificamos a este gobierno de peronista o no. Yo creo que este gobierno tiene un origen peronista, pero Cristina, La Doctora, como yo la llamo, entró en una vorágine de declinación a partir del intento de gestación de un movimiento de incondicionales para atenuar, lateralizar la importancia de lo que podría llamarse el aparato justicialista. Me refiero a la creación de Unidos y Organizados, La Cámpora, todos estos grupos que le llenaron un estadio y que pudieron hacer creer que lo otro podría pasar a un segundo plano. Sí puedo pensar que La Doctora no tiene como objetivo ser sucedida por otro peronista.

-¿Qué va a quedar del kirchnerismo?
-Me parece que La Doctora va a apostar a ser la jefa de la oposición del engañoso turno no peronista que se viene. Va a tratar de hacerse fuerte y de mantenerse. Tiene una estructura que no es menor. Sería necio negar que hay un 22% de hierro que la sigue. Podrá tal vez dispersarse, pero no hay un interés de emigración hacia otra parte.

-¿Cómo es su vida periodística actual? ¿Cómo se organiza? ¿Se reúne con fuentes de información o trasnocha con amigos de la política?
-Escribo por lo general a la madrugada. Quizá me despierto 3, 4 de la mañana; soy un insomne utilitario, es un insomnio que vivo sin culpa. Entro a las 4 de la mañana a todos los medios para ver lo que tienen, pero sobre todo para saber lo que no tienen. ¿Para qué vas a leer en mi portal lo que ya salió en LA NACION, Clarín, Página 12? Trabajo varios temas simultáneamente. Tengo fuentes. Lo que no hago es comprarme la agenda diaria: si todos hablan de una misma cosa, yo no.

-¿Temas actuales?
-Publico una vieja miniserie que se llama Mauricio, Sergio y Daniel. La vengo publicando desde hace un año y medio. Son tres tipos con los cuales muchas veces se sostiene la realidad política. Massa es un aporte informativo desde que estaba en la rotonda, dando vueltas sin atreverse a decidir por qué camino agarraba. También tengo El Factor Milani, una miniserie que anduvo muy bien, fue muy reproducida.

-¿Y en cuanto a sus fuentes?
-Tengo los contactos que puede tener cualquier periodista, celular, mensajes de texto, alguna gente que viene a mi departamento, charlas con amigos. Quizás entre el momento en que inicio la investigación sobre algún tema y su publicación pueden pasar dos meses.

-¿Y de la literatura cuándo se ocupa?
-En Buenos Aires me es muy difícil. Estoy muy tomado por la política y por la política internacional, que me encanta, la sigo, pero escribo menos. Si saco un texto de política internacional, tengo el sesenta por ciento de interés que si publico sobre cualquiera de estos muchachos.

-Déjeme preguntarle por su paso por la Secretaría de Cultura.
[Interrumpe] -La peor etapa mía como funcionario. Fue un grave error haber aceptado.

-Es difícil encuadrarlo. ¿A quién piensa que se parece?
-A mí me hubiera gustado en otro momento hacer la literatura y el periodismo que hace Mario Vargas Llosa. Me hubiera gustado ser Vargas Llosa, decidir en qué lugar vivo y de vez en cuando sacar un artículo y pronunciarme por algo. Como no es eso, no tengo un modelo. Yo publico un promedio de dos o tres textos por semana. Con cualquiera de los miembros honorables de mi redacción -Carolina Mantegari, Oberdán Rocamora, Osiris Alonso Damomio- salen dos o tres artículos. No tengo un par con quién compararme. Sobre todo porque creo que hago un portal bastante original, que es el que me salvó.

-Y aparte de Vargas Llosa, también escritor, periodista y político, ¿a qué escritor le gustaría parecerse?
-Me hubiera gustado ser Jorge Amado. Me hubiera encantado escribir Gabriela, clavo y canela.

-¿Qué está escribiendo ahora en literatura?
-Debo tener diecisiete archivos distintos con relatos, alguna novela. Cuando me voy me llevo dos pendrives con todo el material. Ahora salió una novela que se llama Dulces otoñales.

-La vi: una novela erótica.
-Un lujo que me doy para contrarrestar tanta actualidad política. No tiene nada que ver con esta cuestión… Sé que desorienta un poco.

-Tanto desorienta que me surge preguntarle si su propia vida tiene algo que ver con este libro.
-¡No, para nada! En la Argentina cuesta admitir la existencia de la literatura. En cuanto ponés la palabra yo, todos creen que es una autobiografía. Y cuando ponés la palabra yo arrancás mintiendo..
LA NACION
FOTO: Ignacio Coló