Florecen las aplicaciones para franquear las barreras del idioma

Florecen las aplicaciones para franquear las barreras del idioma

Por Sarah Mishkin
Pocas actividades son tan difíciles e insumen tanto tiempo como el aprendizaje de un idioma. Pero después de trabajar y viajar por Asia, Medio Oriente y Europa, sé lo molesto que puede resultar perderse y no poder preguntar cómo llegar a un sitio, o tener hambre y no poder leer el menú del restaurante. Por suerte, hay una nueva generación de aplicaciones que puede ayudarnos.
Para aprender un idioma:
Podemos viajar por períodos cortos a vivir y trabajar en el extranjero o chatear regularmente con hablantes nativos, pero las mejores aplicaciones ofrecen una alternativa decente… e incluso la más cara cuesta más barato que un pasaje de avión.
Una opción cara podrían ser las aplicaciones de Rosetta Stone que funcionan en forma de versión grupal o individual del software de aprendizaje de idiomas de la compañía (iOS y Android, suscripción de 12 meses por u$s 299/£ 299 en el Reino Unido). La metodología es original e inmersiva: las palabras se repiten en voz alta o como texto mientras se va agregando progresivamente gramática más compleja para que los estudiantes puedan reconocer y asimilar estructuras. Hay pocas explicaciones explícitas, lo cual convierte a Rosetta en una experiencia positiva para aquellos que tienen tiempo para seguir, pero frustrante si se desea ir más rápido.
Una opción más económica es Babbel, que incluye una aplicación y la comunidad en línea (iOS, Android, u$s 12,95 por mes/u$s 83,40 por año) y ofrece clases de idiomas del danés al turco. La aplicación ofrece clases breves, incluyendo audios de pronunciación, y evalúa al alumno pidiéndole que complete frases o una palabras escritas con su correspondiente traducción.
Pero cuesta justificar el gasto, ya sea en Rosetta o Babbel, cuando existen buenas alternativas gratuitas.
Duolingo (iOS, Android) ofrece clases cortas similares en términos de contenidos básicos, y evalúa a los alumnos mediante juegos a medida que estos ascienden de nivel. Por ahora, ofrece cinco idiomas europeos y los niveles superiores todavía son bastante básicos, pero para quienes recién empiezan, es una opción conveniente en función de los costos. Duolingo también enlaza con Facebook para mostrar el progreso de tus amigos, de modo que uno pueda sentirse superior o insuficiente, dependiendo de cuánto estudie.
Lo usé en mis trayectos al trabajo para pulir mis conocimientos de gramática francesa. Que esté logrando un progreso significativo en transformar sustantivos femeninos a partir de los masculinos es discutible. Pero al menos estoy venciendo a mis amigos que también usan la aplicación y, posiblemente, impresionando a los extranjeros que me miran con aire de superioridad en el metro de San Francisco.
Un buen compañero para cualquiera de las aplicaciones es Anki (gratis para Android y web, u$s 24,99 para iOS), que se financia con donaciones. Uno escribe el vocabulario que desea aprender y Anki utiliza un algoritmo para asegurarse de que uno recorra cada una de una de las series de tarjetas con la frecuencia suficiente para realmente aprender.
Otros recursos gratuitos en línea incluyen los de las cadenas nacionales. La BBC ofrece clases de idiomas del alemán al urdu. Hay un puñado de canales de medios franceses y Al Jazeera de Qatar, entre otros, que ofrecen clases y ejercicios interactivos.

Para hacer traducciones:
Pero, ¿quién tiene tiempo para todo eso? No muchos de nosotros. Y por eso recurrimos a aplicaciones de traducciones como Jibbigo (iOS, Android, descarga gratis con algunas compras de aplicaciones), Vocre (iOS u$s 4,99, Android u$s 0,99) y Google Translate (iOS, Android, web, gratis).
Al igual que sucede con cualquier traducción por computadora, parecen un poco robóticas pero son útiles… y más claras que la estrategia de gesticular y hablar a gritos que algunas personas adoptan en el extranjero. La aplicación Google Translate ofrece una cantidad de idiomas llamativamente grande (afrikaans o hmong, ¿los conocen?). Para algunos textos, incluidos caracteres chinos y japoneses, se puede tomar una imagen de las palabras y recibir una traducción.
Jibbigo tiene una funcionalidad más limitada, pero los ejercicios hablados son un poco mejores: se puede traducir texto del inglés a un idioma extranjero y luego escuchar una versión hablada.
Vocre es mucho más entretenido. Está diseñado para traducir conversaciones: se sienta una persona a cada lado del teléfono inteligente, igual que si jugaran al ajedrez. El teclado se corre a un lado de la pantalla, cerca de la persona a la que le toca el turno de hablar, y la traducción resultante se muestra tanto en forma hablada como escrita. Se requiere paciencia y una conexión a internet, pero es fácil pensar en situaciones en las que Vocre sería muy útil.

Simple y sencillo
Algunas aplicaciones de traducción, tales como Waygo (iOS, gratis), sobresalen en un solo aspecto. Lo único que hacen es traducir los menúes y carteles del chino y el japonés al inglés: basta con escanear el menú con una cámara de teléfono inteligente para obtener una traducción (incluso funciona con carteles de la calle). Waygo capta muchas de las sutilezas de las dos lenguas: “rana” en chino suele escribirse con dos caracteres que individualmente significan “campo” y “pollo”, lo que podría sorprender a alguien esperando ver aves de corral. Lo más conveniente para los viajeros que no cuentan con un paquete de datos en el extranjero es que Waygo no requiere una conexión a Internet.
EL CRONISTA