05 May De la fábula de Pepe Romero a un triste final
Por Julián Lichene
Frío, impiadoso, el Torneo Final bajó el martillo por segunda vez en pocos días y decretó el descenso de All Boys a la primera B Nacional. Hace una semana, la sentencia había recaído sobre Argentinos; esta vez le tocó el conjunto de Floresta, que en los cuatro años que duró su paso por la elite tuvo varios picos de protagonismo, como el quinto puesto en el Clausura 2012.
Aún envueltos en llantos, los hinchas aplaudieron el esfuerzo y la entrega de sus jugadores, una vez consumada la derrota frente a Boca. Era un desenlace imaginable porque ya no se veía una salida; la carga de frustraciones se había hecho muy pesada.
Esta fábula del Albo había comenzado el 23 de mayo de 2010, día de la victoria por 3-0 frente a Rosario Central, en el Gigante de Arroyito, que cerró el mano a mano entre ambos por la Promoción.
Aquel triunfo en tierra rosarina dejó atrás 30 largos años de penurias deportivas y económicas. En ese período, el club deambuló por distintas categorías del ascenso y, lo peor de todo, llegó a estar clausurado el 13 y 14 de marzo de 2000, por el pedido de quiebra de dos ex empleados que trabajaban en la utilería (Eduardo Moreno Martínez y Hugo Santis).
A mediados de aquel año, una asamblea decidió destituir a Pablo Brey como presidente del club y en su reemplazo apareció Roberto Bugallo, que se mantiene hasta hoy. Y el gran punto de inflexión en el aspecto deportivo se dio el 2 de abril de 2007, cuando a José Santos Romero, Pepe para los amigos, le pidieron que tomase el control del equipo porque la situación de Néstor Ferraresi ya era inmanejable.
Romero cumplió con todos los pasos obligatorios en el club: logró el ascenso de la B Metropolitana a la B Nacional en 2008 -conquista que había alcanzado en 1972 como jugador del club- y a mediados de 2010 lo llevó hasta la máxima categoría. “Es demasiado en muy poco tiempo. Después de haber pasado por tantas cosas malas… La verdad es que todas esas cosas te ayudan para no confundirte. De eso no hay que olvidarse nunca”, decía por entonces con una sonrisa tímida, en una entrevista con LA NACION.
Hubo victorias resonantes frente a los equipos grandes; durante varios tramos de distintos certámenes, All Boys se animó a jugar de igual a igual en cualquier cancha, frente a cualquier rival. Incluso, llegó a estar bastante holgado con el promedio. Sin embargo, el desgaste fue inevitable y Romero se alejó luego del Clausura 2012.
Todo lo que siguió después de la salida de este ícono del club fue negativo. Llegó Julio César Falcioni como un revitalizador del equipo, pero su gestión tuvo un balance deficiente. Y hace una rueda surgió Ricardo Rodríguez como una última rueda de auxilio, aunque el lastre ya era demasiado grande.
La pretemporada de este año alteró el escenario en forma total. Los inconvenientes financieros y el atraso en los pagos al plantel encendieron los chispazos y hubo declaraciones muy duras entre el presidente Bugallo y el plantel. Una de las consecuencias fue el adiós de Mauro Matos, que pasó a San Lorenzo.
“Dimos todo lo que pudimos, no tenemos consuelo. El club era mucho quilombo, pero la gente nos apoyó”, dijo Leonel Di Plácido, una buena síntesis del triste final.ß
Aunque matemáticamente aún no están a salvo Racing y Olimpo, la lucha por mantener la categoría parece limitarse a Tigre, Godoy Cruz, Quilmes, Colón y Rafaela. A partir de sus promedios actuales y de los puntos que podrían obtener hasta el final del torneo, estas son las posibilidades de cada uno de los equipos más comprometidos. Argentinos y All Boys ya perdieron la categoría.
LA NACION