Cómo “borrarse” de Internet

Cómo “borrarse” de Internet

Googlearse a uno mismo puede ser una experiencia reveladora. Cuando el motor de búsqueda se detiene, aparece la lista de nuestra presencia online. Por lo general, la encabeza el perfil de Linkedin y Facebook, la cuenta de Twitter y algo más relacionado con los estudios o el trabajo presente o pasado. Algunos enlaces azules no tienen nada que ver con nosotros, sino con alguien que se llama igual o parecido en alguna parte del mundo. Pero, por lo general, se ven las huellas que nosotros mismos fuimos dejando de manera voluntaria en el vastísimo terreno digital.
Sin embargo, también puede pasar que lo que internet dice de nosotros no es lo que querríamos ver o directamente no es cierto. Entonces, empiezan las preguntas. ¿Por qué esta web publica que soy moroso, si pagué esa deuda hace años? ¿Cómo puede ser que aparezca mi foto en ese sitio, al que no di mi consentimiento? ¿Por qué esa empresa tiene mis datos personales, si ni siquiera la conozco o no recuerdo habérselos dado?
Incluso puede suceder que hayamos publicado cierta información de la cual hoy nos arrepentimos. Es el típico caso de una imagen que en algún momento nos pareció graciosa, pero que ahora sería un desastre en manos de un jefe o la pareja. Pero ahí está, al alcance de todo aquel que tipee nuestro nombre o llegue a ella por alguno de los entreverados caminos virtuales.
Entonces surgen nuevas preguntas: ¿cómo me borro? ¿Cómo hago para que internet se olvide de mí?

El derecho al olvido
Aunque no está consagrado de forma explícita, en Uruguay y otras partes del mundo existe el derecho al olvido. Se trata del derecho del titular del dato a que su información personal pueda ser borrada, porque ha pasado determinado tiempo y ya es obsoleta. Sobre todo, cuando esa información es perjudicial para la persona.
En Uruguay, este derecho está contenido en la ley de datos personales (no 18.331). Lo que garantiza es la posibilidad de solicitar al responsable de una base de datos que elimine cierta información. Y, si este no lo hace, da la oportunidad de denunciarlo o incluso recurrir a una acción judicial de habeas data.
Según explicó María José Viega, directora del Instituto de Derecho Informático de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, este derecho se vuelve más difícil de poner en práctica sobre la información que se publica online.
“Internet tiene un efecto multiplicador. Por más que un sitio suprima tu información, esta puede estar replicada en múltiples webs y es muy difícil saber en cuántas”, sostiene.
En el mundo, el debate del derecho al olvido en internet gira en torno a quién tiene la responsabilidad: si los buscadores como Google o los sitios web que estos indexan.
El tema está en boca de varios países en este momento, incluyendo a Argentina, donde existe un proyecto de ley que pretende regular la responsabilidad de los buscadores de internet y de las redes sociales por contenidos publicados por terceros.
Pero hay quienes levantan su voz en contra de esta tendencia, y es una voz que suena fuerte: la de los buscadores. En concreto, Google se hizo oír en España cuando el abogado Mario Casteja solicitó que se eliminaran los resultados de búsqueda al anuncio de una subasta de inmuebles en la que se lo relacionaba con un embargo por deudas. Casteja ya había pagado y resuelto el tema hacía años. Si bien la Agencia Española de Protección de Datos exigió a Google que eliminara esos vínculos, el gigante de internet se negó. Para el buscador, borrar esa información correspondía a los sitios web en donde estaba alojada.
“Las personas deberían tener intimidad y elegir dónde salir”, dijo Casteja al diario español El País. “Esto no tiene nada que ver con la libertad de expresión (algo que alegó el buscador), porque Google se dedica solo a cortar y pegar”. Al final, la justicia europea dio la razón a Google.
Pero, además de la intimidad, el derecho a borrar información protege el derecho de las personas a olvidar el pasado, dijo el experto en protección de datos del Instituto de Internet de Oxford, Viktor Mayer Schonberger, al diario británico The Guardian. “La belleza del cerebro humano es que olvidamos, lo que nos permite pensar en el presente. Eso nos ayuda a tomar decisiones”, agregó el experto.

El camino uruguayo
En Uruguay, la Unidad Reguladora y de Control de Datos Personales (Urcdp) es el organismo que recibe las denuncias, solicita a las webs (o dueños de bases de datos en general) que eliminen cierta información y los sanciona en caso de negarse.
Hasta ahora la Urcdp ha recibido pocas denuncias como para llevar adelante una política general. Uruguay está, más bien, siguiendo el camino que se perfila en los diferentes foros internacionales y que, en definitiva, es el mismo que defienden los buscadores: recomendar medidas para que no sea posible acceder a cierta información online.
Según la opinión del director ejecutivo del Registro de Direcciones de Internet para América Latina y Caribe (Lacnic), Raúl Echeberría, las empresas que manejan información de sus usuarios deberían “brindar las opciones de borrar toda la información que ese usuario ha generado dentro del marco de lo posible”. Pero el asunto se vuelve más complicado en el caso de empresas que no tienen sede en el país.
Otro caso particular es el de las redes sociales, como Facebook. “Cuando subís algo a las redes estás dando tu consentimiento, estás cediendo tus derechos sobre tus fotos”, explicó la experta. Por eso, en estos casos lo que el usuario debe cuidar es cómo configura su privacidad.
Otro tema complejo es qué hacer con esa información cuando morimos. El legado digital debería manejarse como un activo más, cree el director de Lacnic, pero es una idea que aún no ha madurado.
En definitiva, no es del todo viable borrar lo que existe de uno en internet, incluso cuando ser olvidado es un derecho. En la era de la memoria perpetua, queda rescatar este derecho humano más allá del algoritmo.
EL CRONISTA