11 Apr Los de afuera son de palo
Por Ezequiel Fernández Moores
La primera alegría que Paco Casal recibió del gobierno del presidente Pepe Mujica se produjo en mayo de 2012, con la salida de Héctor Lescano. El ministro de Turismo y Deporte había pedido pasar “cepillo de alambre” para limpiar el fútbol. Elaboró un proyecto que, por un lado, prohibía la cesión de futbolistas a personas físicas. Y, por otro, que los intermediarios pudieran dedicarse simultáneamente a la difusión del deporte profesional con fines lucrativos. Era un tiro al corazón del negocio de Casal, representante, intermediario y dueño de jugadores. Y, también, titular de Tenfield, eterna propietaria de los derechos de TV del fútbol uruguayo. En mayo de 2011, Lescano fue aún más claro. Pidió que la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) tuviera “soberanía y autonomía” en los derechos de TV. Lescano se fue un año después. Casal ya había sido el gestor de una reunión de negocios que Mujica había obtenido en España con Florentino Pérez, poderoso constructor y presidente de Real Madrid. El nexo entre Mujica y Casal se llama Gustavo Torena. En 2008, cuando Mujica era senador, Torena le consiguió una cita con Hugo Chávez. Torena, presente inclusive en la última reunión de Mujica con el papa Francisco, ganó fama en el fútbol cuando entró a la cancha y logró demorar el inicio del partido ante Argentina, en una última fecha clave que clasificó a Uruguay a un repechaje para ir al Mundial de 2002. Torena entró al Centenario vestido de “Pato Celeste”.
La anécdota de “Pato Celeste” está en Goles y Votos. El libro, un notable repaso histórico del periodista Luis Prats sobre los vínculos entre el fútbol y la política en Uruguay, ayuda acaso a entender por qué el fútbol celeste sufrió esta semana, a sólo dos meses de Brasil 2014, la caída de Sebastián Bauza. Es el presidente de la AUF bajo cuya elogiada gestión la selección logró un brillante cuarto puesto en Sudáfrica 2010, además de formidables campañas en Mundiales juveniles y sudamericanos. Todo se cocinó en apenas cinco días: 1) barrabravas de Nacional provocan episodios de violencia contra Newell’s por la Libertadores; 2) Mujica decide retirar seguridad policial para partidos, ante todo en el Centenario; 3) la Mutual de jugadores anuncia que, sin seguridad, no hay partido; 4) la AUF suspende el cotejo Peñarol-Miramar Misiones; 5) Nacional, el otro grande del fútbol uruguayo, pone el grito en el cielo, dice que la decisión beneficia a su clásico rival y 6) Bauza, sin el apoyo de los clubes, renuncia el lunes pasado junto con todo su Consejo Ejecutivo. Cada episodio tiene su matiz, claro. Pero no son más que anécdotas. La verdadera causa de la caída de Bauza, me aseguran desde Montevideo, se debe a que quiso independizar al fútbol celeste de los dineros de Casal, patrón de muchas cosas en Uruguay.
El cuarto puesto en Sudáfrica revalorizó a la Celeste. La AUF resolvió que, después de 2016, recuperaría derechos de imagen y comercialización de la camiseta. Y, he aquí el problema central, decidió también que llamaría a licitación para los derechos de TV del Mundial 2018, sin la vieja cláusula que permitía a Tenfield igualar la mejor oferta. En febrero, 7 clubes de la A y 11 de la B, retiraron la confianza a Bauza. La carta, según el portal 180, fue elaborada en las oficinas de Tenfield. Apenas cuatro de esos clubes, en todo un siglo, jugaron alguna vez copas sudamericanas. Sin embargo, 15 de los 21 puntos mencionados se referían a derechos de TV de la Conmebol. “Creo que eso -dijo Bauza a 180- deja claro cuál es el interés”. El “interés”, un tema casi ignorado en Argentina, fue el durísimo ataque de Casal para ingresar al negocio de la TV de la Libertadores. Siete clubes uruguayos (Miramar, Cerro Largo, El Tanque Sisley, Rentistas, Fénix, Cerro y Racing), más la Mutual de jugadores, denunciaron a la Conmebol el 24 de diciembre pasado en un juzgado de Montevideo. Peñarol, pentacampeón de la Libertadores, formó parte de la denuncia, pero se retiró cuando quedó amenazado de ser excluido de la Copa de 2014.
La ofensiva de Casal incluyó la cumbre de 2013 en San Pablo. Fueron una veintena de clubes sudamericanos, entre los cuales, además de sus aliados uruguayos, el brasileño Corinthians, Liga Deportiva Universitaria de Quito, Libertad de Paraguay, Bolívar y Oriente Petrolero de Bolivia y Zamora de Venezuela, además de Universitario, cabecera en Perú, donde Casal ya posee también derechos de TV. Estuvo además el hoy diputado brasileño Romario. Y Enzo Francescoli, socio en Tenfield. Se habló de crear una liga de clubes que incluya a Estados Unidos. Y de impulsar a un ex jugador para las elecciones presidenciales de 2015 en la Conmebol, que bien podría ser José Luis Chilavert, presente en San Pablo, junto con viejos adversarios, como Diego Maradona y Oscar Ruggeri, entre otros. Sin Nicolás Leoz, presidente de la Conmebol desde 1986, echado por la FIFA en 2013, acusado de cobrar coimas de ISL, y ahora aliado de Casal, Chilavert-Maradona apuntaron entonces a Julio Grondona, duro crítico de Paco. Denunciaron supuestas cuentas suizas y lo llamaron “mafioso y dictador”. La prensa invitada denunció supuestos faltantes de 300 millones de dólares en los balances de la Conmebol. Y Casal, que corrió a cargo de todos los gastos, aseguró que Global Sports (GolTV), su empresa, ofreció casi el triple del último contrato que la Conmebol firmó en 2012 con T&T (Torneos-Traffic), que trasmite la Libertadores por Fox y Globo. La Conmebol replicó que el contrato, que fue firmado sin licitación y cuyos montos casi nadie conoce, rige hasta 2018. Suspendió a los presidentes de los siete clubes uruguayos denunciantes y, por las dudas, mejoró los premios de la Libertadores. El caso podrá ir a la Comisión Etica que la Conmebol creó en 2013, 97 años después de su fundación.
Igual que Harold Mayne-Nicholls, echado en 2011 por los clubes-SA de Chile, Bauza era una de las interesantes caras nuevas del fútbol sudamericano. Sin él, el fútbol uruguayo regularizará su marcha acaso este mismo fin de semana. Casal había ganado a comienzos de año otra batalla importante. Cuando Mujica, en contra de la opinión del vicepresidente Danilo Astori y del renunciante ministro de Economía Fernando Lorenzo, firmó la clausura de un expediente abierto por la DGI por una evasión inicialmente estimada de 100 millones de dólares, finalmente reducida a 10 millones. Casal, que asomó desplazando en Uruguay a viejas patronales de familias que se creían intocables y pagaban migajas a jugadores y clubes, había amenazado con demandar al Estado por 300 millones. Paco podrá tener ahora un nuevo amigo en el Parlamento.
El lunes, apenas después de la renuncia de Bauza, anunció su lanzamiento político Enrique Saravia, el presidente de la Mutual que paraba el fútbol si no había policía. Irá por la lista 609, de Mujica. Mario Bardanca, una de las pocas voces críticas de Casal, no tiene dudas. Habla de “campaña desestabilizadora” de Casal, que usó a los clubes que viven de sus dineros. Un “triángulo mágico”, me dice, que completaron la Mutual de Saravia y el propio Mujica, quien se hartó de los barras y obligó a los clubes a firmar un código FIFA que impone hasta quita de puntos a los clubes. “En el medio -añade- está la selección a dos meses de Brasil 2014”. Un vocero de la FIFA me asegura desde Zurich que no hay amenaza de exclusión del Mundial, como dijeron algunas versiones. El Maestro Oscar Tabárez y el Ejecutivo saliente, me dice Bardanca, habían “blindado” a la Celeste de viejos “vicios” y “recuperaron orden y tranquilidad. Esto -sigue el periodista- es una regresión. Se volverá a la época de la selección privatizada, los manejos de costado y el descreimiento de la gente”.
El Maestro, tal vez, deberá recurrir al viejo lema que pronunció el Negro Jefe en el Maracanazo, después de que los dirigentes sólo pedían evitar la goleada antes del partido decisivo contra Brasil. “Los de afuera -le dijo el capitán Obdulio Varela a sus compañeros minutos antes de entrar en la cancha- son de palo”.
LA NACION