20 Apr El calvario de Jesús, un teatro vivo en las calles
Por Marina Artusa
La imagen de un Jesús tamaño natural, sentado a la mesa junto a los 12 apóstoles y a punto de ser traicionado por uno de ellos, avanza por el centro histórico de Caltanissetta, en Sicilia. Las figuras -diseñadas entre 1883 y 1909 en madera y papel maché- desfilan sobre carros cubiertos de flores que empujan en subida unos muchachos corpulentos que parecen vestidos de monaguillos. En realidad, lucen los hábitos típicos que vestían los miembros de cada confraternidad hace siglos. La gente fuma y compra comida en los puestitos delante de los que pasa el Jesús doliente, los vendedores de globos -a 5 euros la princesa Aurora de Disney- interceptan la procesión y, una vez sobre la plaza Garibaldi, una lluvia de fuegos artificiales lanzados desde el palacio municipal ilumina desde el cielo cada una de las 16 representaciones de los Misterios que llegaron hasta aquí precedidos por bandas musicales. La procesión de los Misterios del Jueves Santo se realiza desde el 1700 y es uno de los acontecimientos más esperados del año en Caltanissetta.
Esto es Semana Santa en Sicilia, la región de Italia donde la celebración de la muerte y la resurrección de Cristo se convierte en una teatralización dramática, pintoresca, sentida. Porque aquí, entre simulacros de Jesús muerto, María en su dolor y otros personajes de la Pasión de Cristo, lo sacro y lo profano se abrazan. Sicilia muta en una vidriera de tradiciones que combinan justas dosis de patrimonio pagano, de reminiscencias religiosísimas heredadas del dominio español -que hizo pie aquí entre los siglos XV y XVII- y de la cultura árabe de donde, según algunos historiadores, derivan las lamentaciones típicas del Viernes Santo.
Como las procesiones de encapuchados de Enna, en el centro de Sicilia, donde la dominación española dejó, como legado, la mutación de las confraternidades que ya existían como agrupaciones de artes y oficios en asociaciones religiosas. Fue así que las confraternidades fueron autorizadas a organizarse como grupos religiosos para promover el culto. Algunas se dedicaban a asistir a los pobres, otras a los enfermos y otras se ocupaban de los condenados a muerte. En 1740 en Enna había 34 confraternidades. Hoy quedan sólo 15 que, respetando la antigua norma según la cual sólo podían estar integradas por hombres, circulan por la ciudad el Viernes Santo encapuchadas.
El Miércoles Santo, en Licata, una comuna de 40 mil habitantes sobre el Mediterráneo, desfiló el Cristo alla Colonna, una imagen de Jesús flagelado y arrodillado que la Confraternidad de la Caridad cargó al hombro por la ciudad recreando un simulacro que se realizaba en el siglo XVIII. Ligata es también conocida por ser considerada la tierra del comisario Salvo Montalbano, el personaje de Andrea Camilleri que lleva 20 años develando policiales y que en mayo tendrá, según anunció el mismo Camilleri -hijo adorado de esta Sicilia que cuenta historias-, su nueva intrigra en las librerías. Vigàta es la tierra de fantasía de Montalvano que, según Camilleri, era Porto Empedocle -donde él nació- y no Licata, como creen muchos. “Licata estaba cerca y tomé el nombre -dice Camilleri-. Pensé Licata, Vigàta”.
A pocos kilómetros de Agrigento, en Palma di Montechiaro, el Viernes Santo es un día de silencio y luto donde, entre las 13.30 y las 14.30, una representación del cuerpo de Cristo recorre las calles para luego ser colocada en la cruz. Palma de Montechiaro -fundada en 1637 por la familia Tomasi de Lampedusa- no sólo es conocida por sus procesiones durante Semana Santa: es también la ciudad donde Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957) halló inspiración para escribir Il Gattopardo, donde retrató la decadencia de la aristocracia siciliana en tiempos del Resurgimiento.
“La gente participa como si fuera una celebración familiar”, coinciden en cada ciudad siciliana donde la pasión, muerte y resurrección de Cristo se representan con dramatizaciones y ritos propios derivados de los usos y costumbres locales, procesiones a toda hora y cortejos de las confraternidades y de los oficios en sus trajes antiguos, seguidos por el clero y las autoridades de la ciudad.
Desde el domingo de Ramos hasta el de Pascua, Sicilia se convierte en un escenario doloroso y gozoso, un teatro vivo del calvario y de la gloria.
CLARIN