El Barça no fue una farsa

El Barça no fue una farsa

Por Ezequiel Fernández Moores
El juego, es cierto, perdió preciosismo y hasta Leo Messi confirmó que no es una máquina. La ausencia de Barcelona en la rueda semifinal de Liga de Campeones , después de seis años seguidos, cobra dimensión después de ver ayer el “moderno cero-cero” entre Atlético Madrid-Chelsea, el primero con problemas porque le cedieron la pelota y el segundo puro catenaccio, aunque sin contragolpe. Pero lo que Barcelona perdió en 2014 fue acaso algo más que aquel fútbol que le era único. El presidente Sandro Rosell, que impuso la moral del club como una cuestión de marketing, terminó escapando, acusado junto con buena parte de la directiva de esconder casi 50 millones de euros en el traspaso de Neymar. Y la FIFA, que en 2010 ternó para el Balón de Oro a Messi-Andres Iniesta-Xavi, ahora, cuatro años después, condena a La Masía, la mítica escuela-modelo que formó a los cracks. “Mes que un club”, el lema institucional que buscó representar Cataluña, libertad y democracia, pasó a ser “Less than a club”, como ironizó la CNN. Y ahora los críticos eternos disfrutan llamando al Barca como siempre quisieron: “Farsa”.
El último golpe lo dio el domingo pasado el Daily Telegraph. Según el diario inglés, el ahora expresidente Rosell habría sido el pagador del soborno de 3,4 millones de dólares supuestamente recibido por Ricardo Teixeira. A cambio, el expresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) votó a Qatar como sede del Mundial 2022. Los implicados no atendieron llamadas y el Telegraph, que dio fecha y titular de cuenta, prefirió publicar la información en potencial. Los estrechos vínculos entre Rosell y Teixeira, eso sí, tienen vieja y pública data: como hombre de Nike en Brasil, Rosell logró primero un millonario y polémico contrato con la CBF. Y luego, como titular de la firma Alianto, cobró una comisión de 5,6 millones de dólares de la CBF para organizar en 2008 un amistoso ante Portugal. Mejor le fue a Rosell después con Qatar. Ya presidente de Barcelona, logró en 2010 un contrato de tres años de patrocinio del club catalán primero con Qatar Foundation, que en 2013 pasó a Qatar Airways. Son 30 millones de euros al año. Mucho más que los 2 millones que, en rigor, paga Barcelona a UNICEF por llevar su logo, ahora desplazado a la parte trasera de la camiseta. Barcelona negó que Qatar dará su nombre al nuevo estadio para 105.000 personas que, según los proyectos, terminará de construirse en 2021 a un costo total de 600 millones de euros. Encuestas entre hinchas eligieron que el nombre sea “San Messi Stadium” o “Camp Leo Messi”. En Madrid, burlones, aseguran que el estadio se llamará “Qatar Petrolium Camp Nou”.
Lo peor, sin embargo, fue el golpe de la FIFA a La Masía. La escuela de Barcelona fue sancionada el 2 de abril por violar las reglas de trasferencias con al menos diez menores de edad. Un informe de la revista danesa Sport Executive estableció que los menores fichados por La Masía violando los reglamentos son en realidad 38, una lista que incluye niños de Corea del Sur, Filipinas y Estados Unidos. Pero el mismo informe determinó que Atlético Madrid tiene al menos 24 menores en igual situación, Inter 18, Real Madrid 13 y Roma 6, entre muchos de los poderosos clubes europeos que, también contrariando la normativa FIFA, “privilegian el interés deportivo a la salud del menor”. En un debate en la radio madrileña Onda Cero, el arquero Pepe Reina, actualmente en el Napoli, habló de su “agradecimiento eterno” a La Masía. “Porque me formaron primero como persona -afirmó- y luego como futbolista”. Uno de los periodistas especuló en la mesa que, con la reglamentación FIFA, Messi no habría llegado a ser el futbolista que es. Pero Angel Cappa, que primero rechazó la figura de niño futbolista sostén de familia, le replicó que Diego Maradona sí se formó en el fútbol argentino y fue número uno igual. Creída de que La Masía sería intocable, Barcelona desoyó advertencias. Jamás imaginó que la FIFA terminaría dándole la razón al denunciante anónimo que recurrió a sus oficinas de Zurich.
¿Denunciante anónimo? ¿Por qué a nosotros sí y al resto no? Las teorías especulativas en Barcelona sugirieron que Real Madrid está detrás de todo. Y hasta especulan con presiones del poder político que, al jaquear a Barcelona, ataca asi a uno de los principales símbolos de una Cataluña que desea independencia. Lo mismo,afirman, que sucedió con las denuncias e investigaciones judiciales que apuntaron primero a la situación fiscal de Messi y luego al fichaje de Neymar (polémico porque además desestabilizó la escala salarial del plantel). “Observe dónde está el silencio -me dice un colega desde Barcelona, recurriendo a Sartre-: descubrirá qué no se dice. Allí está la verdad”. Pero es un hecho que Barcelona invirtió cerca de 100 millones de euros por Neymar y que lo hizo de modo ilegal, afirmó el periodista Orfeo Suárez. “Lo que no podrá cuantificar Barcelona -agregó- es la liquidación moral, el coste de una imagen para una institución que, en paralelo a su posicionamiento por el juego y los títulos, había pretendido posicionarse también por lo que llama valores”. Fueron años de Barcelona versus Real Madrid. Cantera versus chequera. Guardiola-Mou. Messi-Ronaldo, los bajitos versus los atletas, UNICEF contra Bwin, el Bien contra el Mal. El propio Johan Cruyff, voz autorizada -y también interesada- admitió que ahora todo ha cambiado. “Lo que está pasando en el club en los últimos meses -afirmó- ha echado a perder el prestigio de Barcelona. Es nefasto”.
Al Tata Martino lo criticaron aún cuando Barcelona goleaba e iba invicto. En la derrota le cuestionaron lo que meses antes le habían elogiado: que su Barcelona no era “Messidependiente”. El Barcelona que heredó, aplastado por un global 7-0 por Bayern Munich en semifinales de Champion’s, perdió intensidad, fluidez y combinación, posición, posesión y presión. Pasó a intercambiar golpes con la guardia baja, diezmado muchas veces por lesiones de jugadores inevitablemente más viejos y acaso mentalmente agotados después de ganar tanto, anulados además en los partidos claves, para que a Messi no le llegara la pelota. Fue un Barcelona que dejó de divertirse y pasó a jugar como todos. Cualquiera sea, la posible solución siempre será dolorosa, porque implicará el recambio de cracks que ganaron todo. Y la piedad no forma parte del fútbol competitivo. Aún así, y en medio de los problemas extradeportivos, este Barcelona en crisis cayó en Champion’s por apenas un gol de diferencia, igual que en la final de Copa del Rey, y aún tiene chances en Liga de España. ¿Y Messi, que en los últimos partidos claves pareció algo incómodo en medio de tantos tocadores y tan poco espacio? Una gran asistencia, un gol de rabia y dos penales bajo inmensa presión demostraron en el 4-3 del Bernabéu que Leo, como lo hizo casi siempre, sí tiene coraje para liderar aún cuando su equipo juegue mal. En su año “malo” lleva 39 goles en 41 partidos. ¿Aceptará seguir en un Barcelona que acaso perderá competitividad si no revierte la prohibición de adquirir refuerzos en dos temporadas que le impuso la FIFA por el caso de los menores de edad? ¿En un Barcelona donde, aunque mínimos, recibió insultos tras haberle hecho ganar todo y que, inicialmente, se rehusaba a mejorarle el contrato tras el fichaje de Neymar? Solemos embellecer los recuerdos. Y, peor aún, hasta esperamos su vuelta. La vuelta del recuerdo. Sucede que aquel gran fútbol del Barca, que nunca eligió pagar multas para no regar el césped, y que no tuvo insultos como arma, no fue una farsa. Que la decisión de La Masía de formar jugadores desde pequeños no fue una farsa. Y que saber perder tampoco es una farsa. Es una regla básica del deporte.
LA NACION
FOTO: S.Domenech