Cuando la Argentina desafió a la URSS

Cuando la Argentina desafió a la URSS

Por Carlos Ilardo
Esta es una crónica escrupulosamente evocativa; arrastra imágenes sepia de una época golpeada por el olvido, y a la que acaso, se necesite tener el corazón y los oídos ajedrezados para recoger los gritos de auxilio que dispara el recuerdo.
En 1954, Buenos Aires fue sede de uno de los matches más atrayentes de la historia del ajedrez vernáculo: Argentina vs. URSS; los salones del Teatro Cervantes fueron testigos mudos de un duelo de ingenio que durante cuatro jornadas mantuvieron ocho de los mejores ajedrecistas soviéticos frente a ocho gauchos del tablero. Sesenta años después, tres sobrevivientes, guardianes de reminiscencias, los rusos Yuri Averbakh (92 años) y Mark Taimanov (85), y el argentino Oscar Panno (79), ejecutan un jaque mate al olvido. Nace la historia.
Cuando en 1950 se reanudó la olimpíada de ajedrez (una prueba por equipos por entonces llamada Copa de las Naciones), que los horrores y espantos de la Segunda Guerra Mundial habían interrumpido, la Argentina se convirtió en un rival de cuidado; su escuadra, con los expertos Bolbochán, Guimard, Pilnik y Rossetto, se vio reforzada con los consagrados Miguel Najdorf y Erich Eliskases -dos de los más de 20 ajedrecistas extranjeros, que tras la disputa de la 8» Copa de las Naciones, realizada en el Teatro Politeama en 1939, se quedaron en el país a causa del holocausto-. En la olimpíada de Dubrovnik (Yugoslavia), en 1950, la Argentina fue escolta del dueño de casa, y dos años después, en Helsinki (Finlandia), repitió el 2° lugar, esta vez detrás de la Unión Soviética, que hacía el debut en esta competencia.
Entre el 4 y el 25 de septiembre de 1954, Amsterdam sería sede de la 11» olimpíada, en la que la Unión Soviética y la Argentina partían como favoritos; por ello, con seis meses de anticipación, se organizó el match en Buenos Aires, a modo de intercambio cultural, de entrenamiento para nuestros jugadores y de una final anticipada de Holanda.
“Nunca olvidaré ese viaje. El primero que hice en mi vida a un lugar tan lejano de mi país”, contó a LA NACION, vía Skype, el GM Yuri Averbakh desde su domicilio en Moscú. Y agregó: “Yo era el campeón soviético de ese año y jugué con Panno, un joven de 19 años que era el último campeón argentino; gané 3 a 1, pero no fue sencillo y la diferencia pudo ser menor. Me sorprendieron dos cosas, el talento de Panno y el fuerte interés de los aficionados por el ajedrez. Cuando terminó el match dimos charlas y simultáneas en varias provincias, muy lejanas de Buenos Aires (Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Santa Fé y Córdoba)”.
“No creo que se deban analizar las causas de la victoria de la URSS ante la Argentina; se trató de un match promocional, como más tarde sucedió en Uruguay o en EE.UU. Triunfamos simplemente porque teníamos un equipo poderoso y superior a cualquier otro. Incluso nuestra delegación no contaba con el campeón mundial Botwinnik, porque él le tenía miedo a los aviones”, dijo Mark Taimanov, desde su casa en San Petersburgo.
El match se dividió en cuatro partidas, dos con blancas y dos con negras para cada una de las 8 parejas de rivales; se jugó el 16, 18, 21 y 24 de marzo y la URSS se impuso con holgura, 20,5 a 11,5 (ver recuadro).
Más de 1500 personas colmaron a diario la sala del Cervantes; allí, el 24 de marzo, el general Juan Domingo Perón, con impecable traje blanco, participó de la jugada inaugural frente al tablero de Najdorf -con blancas- y David Bronstein. El presidente Perón ejecutó el tradicional movimiento e4 (peón cuatro rey), posó para la foto y se marchó hacia el palco de honor donde lo aguardaba el presidente de la FADA, Juan Laurens, el presidente de la Comisión de Cultura, Cátulo Castillo, el Dr. Rafael Castell Méndez, y los soviéticos Viacheslar Ragosin (presidente de la delegación visitante) y Oleg Ignatiev (intérprete). Antes que el maestro David Bronstein efectuara su respuesta y ante la mirada del árbitro del match, el viejo Najdorf tomó el peón que estaba en “cuatro rey” y lo retornó a su lugar de origen. Sin saberlo, desató la anécdota.
“Miguelito, cómo te atreves a corregir a un general; en mi país podrían matarte por ello”, dijo el soviético -sobrino de Trotsky- con ojos de asombro. “David, querido, no es para tanto; lo que sucede es que aquí el general Perón es un excelente estadista pero un muy mal ajedrecista… ¿Cómo va jugar una apertura abierta frente a Bronstein? ¿A quién se le ocurre?”, cerró el entrañable Najdorf con su particular carcajada mientras efectuaba d4 (peón cuatro dama), en el inicio de una partida que finalizaría en tablas.
A sesenta años del match Argentina-URSS, el ajedrez y sus personajes continúan ejecutando historias, las que ponen en jaque a la memoria y en mate al olvido. Acaso, la mejor partida.
LA NACION