Colón, un fenómeno que se explica por su enorme corazón

Colón, un fenómeno que se explica por su enorme corazón

Por José E. Bordón
Algunos creen que torcer la historia no es tan difícil. Es el caso del fútbol. Muchos se olvidan de que se puede tener un gran plantel, pero no un gran equipo. Ejemplos sobran. Colón es, hoy, el claro ejemplo del club que tiene jugadores, quizá, sólo conocidos en la ciudad, pero que están sorprendiendo al mundo futbolístico con virtudes que no se pueden soslayar a estas alturas del campeonato. Diego Osella tiene razón: “Algo estaremos haciendo bien para estar donde estamos”. El entrenador fue claro después del sufrido, pero muy festejado, triunfo ante All Boys, que lo reubicó en lo más alto de la tabla de posiciones y acrecentó el sueño de mantener la categoría.
Vamos a coincidir todos con que Colón no juega exclusivamente para lograr el título de campeón. Sabe que si sigue sumando ésa es una posibilidad. El primer objetivo es mantener la categoría. Si lo consigue, habrá logrado resurgir de sus cenizas.
Por eso, para entender el presente sabalero, hay que ir algunos meses atrás…
El último trimestre de 2013 fue el peor en lo institucional, en lo económico y, mucho más, en lo deportivo. Todos saben que la administración de Germán Lerche dejó un pasivo multimillonario (algunos hablan de hasta 150 millones de pesos), que ocho jugadores consiguieron su libertad de acción por falta de pagos (ocho meses de sueldo adeudados) y que Eduardo Vega, nuevo presidente (ex médico del plantel profesional), que arriesga lo poco que hay, sólo consiguió, hasta acá, lo posible. Una sola incorporación (Ezequiel Videla, que venía de la Universidad de Chile, en reemplazo del lesionado Maximiliano Caire), porque el club está inhibido, para intentar torcer la historia.
Apareció Diego Osella, que venía de dirigir a Patronato, en el ascenso, aunque conocía los vestuarios cuando fue ayudante de Roberto Sensini (2012). Juntó lo que quedaba, y sumó a los pibes de las inferiores. El entrenador, ese hombre de los gestos ampulosos al borde del campo de juego, al que Julio Toresani (ayudante de campo) no puede controlar, explicó: “La necesidad de Colón aceleró el proceso de muchos chicos que están respondiendo de buena manera”.
El comienzo del torneo (derrota 0-3 con Racing) resultó nefasto. Fue la noche que muchos aseguraron que Racing había sacado chapa de campeón y Colón caminaba derecho al descenso. Porque el fútbol tiene esa magia tan particular fecha tras fecha, Colón comenzó a ganar de local y se hizo firme de visitante. Nadie le regaló nada. Eso entusiasmó a su gente, que comenzó a llenar el Cementerio de los Elefantes con un grito que bajó sonoro: “Vamos, vamos los pibes”. No es otra cosa que la realidad que viven los sabaleros desde mitad de febrero. Tanto es el contagio que vuelven los socios que, decepcionados, renunciaron el año pasado. Y se suman nuevas adhesiones desde el interior. Hay que decirlo: Colón recuperó la mística que perdieron aquellos jugadores de sueldos elevadísimos y mínima entrega. Colón, ahora, juega a lo Colón: disciplina táctica, pero presión hasta el último minuto. No espere nadie que Colón dé cátedra de fútbol. Con lo que tiene en el plantel alcanza para la meta resultadista y nada más. El resto es la filosofía de muchos años atrás: puro corazón.
En lo táctico, Osella es un técnico tradicional. Y como en este caso está claro que el fin justifica los medios, hay un 4-4-2 que tiene como objetivo inicial recuperar la pelota, después circular y finalmente aprovechar las bandas para que los volantes laterales se aproximen al área adversaria acompañando a los delanteros.
Este Colón no tiene secretos. Tiene un objetivo marcado a fuego. Y juega como sabe y como se lo permite el adversario. Nadie vio un equipo exquisito, pero sí uno luchador, que va a dejar el alma en el campo de juego. El plantel, que a fines del año pasado vivió varias pesadillas, observa más la tabla de los promedios para mantener la categorías que la de vanguardia. Y hasta ahora, con los pies sobre la tierra.
Lo más importante, y lo que su gente más valora, es que la camiseta se transpira. En eso, Colón recuperó la memoria. Ya a mitad campeonato, no es poco.
LA NACION

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