Camioneros y alcohol: una peligrosa relación en la ruta

Camioneros y alcohol: una peligrosa relación en la ruta

Por Pablo Mannino
La tragedia en la ruta 7, que en el mes de febrero dejó 16 muertos por el choque entre un ómnibus y un camión brasileño que circulaba de contramano, desnudó una inquietante problemática: la ingesta de alcohol y drogas anfetamínicas entre los choferes de transporte de carga, en especial, en la zona de alta montaña. Además, dejó en evidencia las falencias del Estado para evitar estas situaciones.
La tragedia encendió la alerta. Pero no fue la única: el 17 de febrero la policía detuvo a un camionero entrerriano que conducía alcoholizado y cruzaba semáforos en rojo, haciendo zigzag en pleno microcentro mendocino. Tenía 1,7 gramos de alcohol por litro de sangre, cuando la tolerancia, en profesionales, es cero.
El secretario de la Asociación de Propietarios de Camiones de Mendoza (Aprocam), Guido Calzetti, reconoció a LA NACION que la ingesta de alcohol es recurrente entre los choferes. Esto se debe, dijo, al tiempo de espera cuando se cierra el paso cordillerano a Chile, donde deben lidiar con el frío, y a la falta de vigilancia policial.
Un grupo de camioneros brasileños admitió que es común consumir drogas y anfetaminas para cumplir con largos trayectos sin dormirse.
Se conoció que el chofer brasileño de la tragedia, Mariano Genecio, de 35 años, se encontraba en estado de ebriedad y con problemas psicológicos, por lo que no descartan que haya querido suicidarse. El Cuerpo Médico Forense así lo determinó luego de identificar los dos últimos cadáveres: el del chofer y el de una ciudadana norteamericana, Tyler Mooney Sabrooke.
Los forenses confirmaron en sus peritajes que no había rastros de estupefacientes en el cadáver del conductor, pero sí 2,32 gramos de alcohol por litro de sangre al momento del impacto. Esto significa, según los especialistas, “intoxicación alcohólica grave”, ya que el máximo permitido es de 0,5 gramos (en choferes profesionales la ley de tránsito dice que la tolerancia es cero). Genecio se encontraba en la fase 3, de “hipnosis o confusión”, según explicó el jefe de Toxicología, Sergio Saracco, en declaraciones al diario Los Andes.
Esta dramática situación reveló que en la provincia son casi nulos los operativos oficiales de seguridad vial que se realizan a los choferes de camiones en las rutas.
“La verdad es que transitamos con total libertad, y ahí están los riesgos. Nadie controla si estamos bien cuando manejamos. Es un peligro y no siempre tomamos conciencia”, reconoció Sebastián, de 42 años, camionero de una reconocida empresa de transporte local.
La policía de Mendoza y Gendarmería prometen reforzar de ahora en más la vigilancia, sobre todo en la alta montaña, pero reconocen que no se prestó especial atención a estos conductores, que representan un verdadero riesgo en las principales vías de acceso a la provincia, teniendo en cuenta que son cada vez más los camiones que transitan por el corredor internacional, que une el Atlántico con el Pacífico.

TRABAS BUROCRÁTICAS
“Nosotros hacemos lo que podemos con capacitaciones, pero la provincia es la que tiene que hacer los controles. No se puede esperar más a la burocracia después de semejantes tragedias. El alcohol al volante es algo muy serio, y la mayoría, después del descanso, sale a las rutas con alcohol encima, y hay casos graves en la Cordillera”, reconoció a LA NACION el secretario de Aprocam, quien detalló que los choferes consumen vino, cerveza, coñac y hasta whisky por el frío. Además, señaló que muchos mastican hoja de coca.
Asimismo, el dirigente comentó que hace cuatro años ofreció un alcoholímetro a las fuerzas de seguridad para realizar controles más efectivos, pero su instrumentación aún está en veremos. “Evidentemente la burocracia no ayuda. Es muy importante que haya controles, concientización y educación. Hay que machacarles a los choferes con que manejar alcoholizado es perjudicial para todos”, agregó.
Asimismo, según publicó el diario Uno de Mendoza, un grupo de camioneros brasileños admitió que es común entre los choferes de ese origen consumir drogas y anfetaminas para poder cumplir con los largos trayectos y no dormirse. A pesar de las revelaciones forenses, esos conductores opinaron que el caso de Genecio está más relacionado con el consumo de narcóticos que con el de alcohol. “Si hubiera estado borracho se hubiese dado cuenta de que iba de contramano”, explicaron.
Los brasileños dijeron que pudo haber tomado rebite (remache, en castellano, una anfetamina en comprimido) y que posiblemente haya agregado una droga fuerte, como la cocaína. “Al menos la mitad toma estas drogas”, indicaron.
Según explicó días atrás el fiscal Martín Scattareggi, Genecio se había separado de su mujer y la noche anterior al siniestro habría tomado también drogas, según advirtió un testigo al 911 horas después del accidente, aunque luego se desdijo ante el funcionario judicial.
Finalmente, los peritajes confirmaron que sólo había consumido alcohol en grandes cantidades. Por su parte, ambos análisis (alcohol y drogas) dieron negativo para los choferes del ómnibus de la empresa Mercobus, José Alberto Nieva y Jorge Rubén Lionetti, que también murieron en el lugar, carbonizados.

A MAR DEL PLATA, BORRACHO Y A CONTRAMANO
Un camionero boliviano circuló durante varios kilómetros a contramano y en estado de ebriedad por la ruta 226, que une Balcarce con Mar del Plata. Alertada por varios automovilistas que se cruzaron con el rodado, la policía lo detuvo.
Fuentes policiales confirmaron que Ismael Yucra Condo, de 22 años, tenía 2,42 gramos de alcohol por litro de sangre, cuatro veces por encima del máximo permitido para conductores particulares. En el caso de profesionales, el límite es cero.
Quedó a disposición de la Justicia. Afrontará una multa de $ 8500, la retención de su carnet profesional e inhabilitación para ejercer la profesión.
En la misma ruta fue detenido otro camionero que estaba ebrio y conducía sin licencia. Fue identificado como Guillermo Molina, que tenía 1,98 gramos alcohol por litro de sangre.
LA NACION