28 Mar Vitali Klitschko, el campeón de boxeo que quiere ser presidente
Por Rodrigo Duben
“Siento que la gente me necesita”, dijo el boxeador Vitali Klitschko cuando colgó los guantes en diciembre de 2013. Su prolija carrera deportiva tuvo títulos mundiales y números envidiables. Sintió que la crisis en Ucrania le pidió socorro y decidió abandonar definitivamente el pugilismo.
Tras el rechazo de Yanukovich a un posible acuerdo con la Unión Europea en noviembre de 2013, los ucranianos se hundieron en la fatalidad. La puja del continente contra el presidente ruso, Vladímir Putin, y su intención de meter a Ucrania en su proyecto aduanero junto a Bielorrusia y Kazajistán, cosecharon decenas de muertos y centenares de heridos en manifestaciones. El caos social ganó terreno y en el rincón de Klitschko sonó la campana.
Nació en la actual República Kirguisa en 1971. Su padre, un coronel de la antigua Fuerza Aérea Soviética, murió de cáncer tras participar en la limpieza del desastre de Chernobyl. Él generó un vínculo irrompible con su hermano Vladimir, también boxeador y campeón. Juntos encontraron hogar en Alemania en los ’90, después de la disolución de la URSS, arrastrados por un visionario directivo de la liga de Boxeo de Flensburg.
En su larga carrera en el boxeo profesional, Vitali fue campeón mundial de pesos pesados del Consejo Mundial de Boxeo (WBC) en tres ocasiones. De 47 batallas, ganó 45. 41 por nocaut. Nunca fue noqueado y solamente perdió dos veces: cuando el inglés Lennox Lewis le ganó porque su ceja tenía una herida profunda en 2003, y el día que se luxó el hombro ante Chris Byrd en el 2000.
Debutó como profesional en 1996, en Hamburgo, y Alemania se transformó en su hogar. Era un nativo más. Sus peleas paralizaban al país y el público lo adora. Peleó 35 veces ante sus fanáticos adoptivos, y solo una en Kiev: un rápido nocaut técnico en el primer asalto ante el italiano Francesco Spinelli. Mientras triunfaba, se casó, tuvo tres hijos, hizo un Doctorado en Ciencias del Deporte y tomó al ajedrez como pasatiempo. Nunca un escándalo, siempre transparente.
Su éxito deportivo lo convirtió en un hombre rico y célebre en Ucrania. Haber residido fuera del país durante mucho tiempo contribuyeron a su capacidad de convocatoria desde la falta de identificación: no es ni del este ni del oeste del país y está razonablemente alejado de los clanes dirigentes en Kiev.
Sin dejar de subirse a los cuadriláteros, comenzó su actividad política en 2004 con la llamada Revolución Naranja que le costó el puesto a Yanukovich, por entonces primer ministro. En 2010, venía de varias frustraciones en elecciones municipales, pero resurgió al fundar la Alianza Democrática Ucraniana para la Reforma (UDAR). Las siglas pueden traducirse al español, casualmente o no, como “golpe” o “puñetazo”.
A los 42 años, lidera un partido que es la tercera fuerza parlamentaria del país desde las legislativas de 2012. Al comenzar el año, rechazó el puesto de primer ministro para seguir su pelea por limpiar las heridas de su país.
El gigante de 110 kilos y 2,02 metros de altura se hizo figura determinante durante toda la crisis. Se lo pudo ver con megáfono en mano en medio de barricadas ardientes, ayudando a los heridos o negociando en despachos varios, incluido el de la canciller alemana Angela Merkel en Berlín.
Con el apoyo alemán, uno de los países más fuertes de la región, a Ucrania llegarían 610 millones de euros, según consigna el diario español El Mundo. Todo condicionado a que el 25 de mayo logre ganar las presidenciales y se haga cargo del nuevo gobierno.”Sería histórico tener a un presidente de una nación quien, además, sea poseedor del cinturón verde y oro”, dijo Mauricio Sulaimán, hijo del presidente del WBC y secretario ejecutivo de este organismo.
Se colocó los guantes y el protector bucal. Intentará dominar la política tal como lo hacía sobre el ring, con guardia a media asta y golpes medidos. Vitali ‘puño de hierro’ Klitschko primero deberá vencer a Yulia ‘Juana de Arco’ Timoshenko en las internas de la oposición, y luego irá por su título más importante, ser presidente.
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