16 Mar Memorias del terremoto
Recuerdos de los damnificados, entonces niños, del sismo que davastó San Juan hace 70 años.
Por Esteban Schoj
Fue terrible. Yo tenía 12 años y vivía con mis abuelos. Me acuerdo que corrí afuera y zas, cayó la casa, entera. Era de adobe, ¿cómo iba a aguantar semejante remezón? Nosotros nos salvamos, pero unos vecinos murieron. Había claridad todavía, eran las nueve menos cuarto, más o menos, y enseguida se tiñó el cielo con la polvareda enorme que se levantó. Y después, a cada instante, aguaceros, durante varios días.”
Pasaron 70 años pero Luis Flores se acuerda bien. Fue a las 20:52 del 15 de enero de 1944, hace 70 años, que el piso empezó a moverse en San Juan. Fue el desastre geológico más impresionante y trágico de la historia argentina: un terremoto de 7,4 grados en la escala de Richter dejó un saldo de más de 5000 muertos y un 80% de la capital provincial destrozada. El epicentro fue en el departamento de Albardón, unos 20 kilómetros al norte de la ciudad, muy cerca de Chimbas, donde vivía Luis. “Esa noche y muchas más dormimos en la calle, y después hicimos rancho hasta que nos dieron una casilla, donde estuvimos como un año. Mi abuelo tenía un carro para transporte de ripio y arena, y se pasó semanas llevando escombros.”
A los 80 años, Gladys Berta Lima recuerda aquel instante como si fuera hoy. “Estaba sentada con mi hermanita, que tenía un mes, en brazos, mi madre estaba haciendo la comida. Salimos todos, nos caímos, pero alcanzamos a salir, en la calle había una grieta enorme, y la casa quedó inhabitable.” El terremoto abrió la tierra a varios kilómetros a la redonda de San Juan Capital, también en Caucete, al sudeste. “Mi padre era ferroviario, así que ahí nos quedamos, en unas carpas frente a la estación. Años después, le escribió a Eva Perón y nos entregaron una casa en el Barrio Huarpe, el primero que se hizo cuando empezó la reconstrucción, que fue pagando en cuotas.” En el ’77, Gladys, que se dedicó a la costura y se quedó “soltera o solterona, como prefiera”, debió padecer otro devastador terremoto, esta vez con epicentro en el propio Caucete, “pero esta casa estaba bien hecha, algunas se hundieron en el barrio, pero no se cayó ninguna”.
Además de las pérdidas humanas, miles de viviendas y edificios públicos fueron tragados por la tierra. Fue tal el grado de destrucción que sufrió San Juan que se necesitaron diecisiete años para finalizar el plan dispuesto por el Consejo de Reconstrucción de San Juan, creado inmediatamente después de la tragedia.
Pero la solidaridad tardó mucho menos: movilizó a todo el país en auxilio de los sanjuaninos. Y motivó, además, el que para muchos analistas políticos es uno de los episodios fundacionales del peronismo. Cuarenta y ocho horas después del terremoto, se realizó en el Luna Park un acto solidario para recaudar fondos y ayuda para los damnificados, organizado por la Secretaría de Trabajo y Previsión, a cargo de Juan Domingo Perón. Y allí conoció, en palabras del entonces coronel, “a una joven dama de aspecto frágil, pero de voz resuelta, con los cabellos rubios y largos cayéndoles a la espalda, los ojos encendidos como por la fiebre. Dijo llamarse Eva Duarte, ser una actriz de teatro y de la radio y querer concurrir, a toda costa, a la obra de socorro para la infeliz población de San Juan.”
A 70 años de la tragedia, los sanjuaninos ahora están preparados. “Lo que produjo semejante daño no fue el hecho sísmico en sí, sino la interacción del fenómeno con las construcciones vulnerables que hizo el hombre”, explica Alejandro Giuliano, director del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES), con sede en San Juan. Consumado el hecho, cuenta, “la reacción de la dirigencia fue muy rápida, y el gobierno puso en funcionamiento un reglamento de construcciones sismo resistentes, que en aquel momento fue de aplicación provincial y en 1972, con la creación del INPRES, se extendió a todo el país.”
¿Qué pasó en 1944? Giuliano empieza desde el principio: “La generación de los sismos se debe a que la parte superior de la Tierra, la litósfera, está dividida en grandes bloques que interactúan entre sí. En el caso puntual del borde occidental de Sudamérica, la placa del Pacífico Sur, conocida como Placa de Nazca, se introduce entre ocho y 11 centímetros por año por debajo de la placa sudamericana, que llega hasta el Atlántico. Este fenómeno se conoce como subducción, y provocó que el continente se plegara, formando la Cordillera de Los Andes. Cuando se vence la resistencia de la roca, se produce un deslizamiento violento de las placas, lo que genera los terremotos. El centro-oeste argentino está ampliamente fracturado, y esas fracturas, las fallas geológicas, están en actividad constante. La falla que causó aquel terremoto fue la de La Laja.”
En el país se registran entre 25 y 30 movimientos telúricos por día, pero pocos se sienten. Y no se pueden prever. “La ciencia aún está muy lejos de poder hacerlo –sostiene Giuliano–. Sí, puede prevenirlos. ¿Cómo? Haciendo construcciones que no sean vulnerables a los terremotos. De lo contrario, el responsable de las catástrofes es el hombre.”
TIEMPO ARGENTINO