Las reglas de etiqueta para no quedar mal en la Red

Las reglas de etiqueta para no quedar mal en la Red

Por Uriel Bederman
exponencial crecimiento de la conectividad ha propiciado un fenómeno que ya había sido anticipado en 1995, cuando se publicó el RFC 1855, llamado Netiquette (expresión que conjuga los términos red y etiqueta, en inglés) Guidelines, que el lector puede consultar aquí . Este clásico fundacional de Internet ofrecía consejos para escribir correos electrónicos y presentarse en la Red. “Sé especialmente cuidadoso con el sarcasmo”, aconsejaba. Y también: “En una conversación de chat siempre decí adiós y esperá a ver la despedida de la otra persona antes de cerrar la sesión”.
LA NACION dialogó con Urko Fernández, Project Manager en Pantallas Amigas, una iniciativa con base en España que ofrece el recurso didáctico en línea Netiquétate ( www.netiquetate.com ) creado para que los internautas adolescentes desarrollen una conciencia ciudadana digital. “La clave es tratar a los demás con respeto y eso requiere que los usuarios sientan y reconozcan este nuevo espacio de socialización que es Internet como algo tan real como la vida misma. No debería haber distinción entre el mundo real y el mundo virtual: en los dos estamos los mismos habitantes y en los dos nos afecta la mala educación de los demás de una forma similar”, sostiene Fernández.
Ariel Taiana, que fue moderador durante 5 años del sitio Retrograming ,opina al respecto: “En cualquier espacio virtual donde las personas se pueden expresar siempre encontré un reflejo de aquello que las personas son y hacen en la vida real.
“Ser educado y tener respeto por los demás hace que uno se relacione mejor en cualquier entorno en el que participe, sea éste tangible o no. Hay excepciones, pero en general creo que quien tiene una conducta y personalidad determinada no necesariamente debería ser muy distinto en los espacios virtuales. No obstante, como dije anteriormente, a cualquiera que participe como miembro nuevo de un espacio como un foro o un grupo, le recomiendo tener en cuenta las pautas establecidas para entrar con el pie derecho”, concluye.

EL ABECÉ
“Cuando se ingresa a una nueva cultura (y el ciberespacio tiene su propia cultura) usted puede cometer algunos errores: puede ofender sin proponérselo o malinterpretar lo que otros dicen (.) Para hacer las cosas más difíciles hay algo en relación al ciberespacio que hace muy fácil olvidar que uno está interactuando con personas que son reales -no propiamente con caracteres (.) en una pantalla-, sino con seres humanos”, afirma Virginia Shea en Netiquette, una lectura ineludible que puede conseguirse en las estanterías de Amazon. Aunque es anterior al boom digital del siglo XXI, el ensayo detalla las reglas más importantes que deberían tener en cuenta los recién llegados a este ámbito, aunque éstas también son útiles para muchos de los que ya transitan la Web hace años.
La multiplicación de los espacios de participación en Internet (el auge de las redes sociales, movimientos como el periodismo ciudadano y los comentarios en las notas, entre otros fenómenos) potencia los alcances de la netiqueta, cuyos cánones se ven en la necesidad de ir en sintonía con la actualización.
No responder agravios en sitios como Facebook, rectificar y no eliminar mensajes que contienen errores tanto en blogs personales como en Twitter, citar correctamente las fuentes de la información que se comparte y evitar el anonimato al comentar contenido de terceros son algunas de las reglas más frescas en este terreno.
En el ámbito laboral se considera una buena costumbre responder los correos no después de las 24 horas de la recepción, cuidar la ortografía y (antigua peste de la Red) no hacer uso de letras mayúsculas.

UNA ANÉCDOTA FINAL
Guy Kawasaki, que trabajó en las oficinas de Apple y que actualmente es parte de Motorola, es considerado un gurú tecnológico. Además es un reconocido autor en estas arenas.
Shea cita una jugosa anécdota que será epílogo de este repaso. Kawasaki contó a la autora de Netiquette que en una ocasión recibió un correo de un desconocido que lo acusaba de pésimo escritor. “Acaso porque usted no ve la cara de desagrado que producen sus palabras (.) esto es increíblemente común”, indica Shea. Bajo esta consideración, Kawasaki comparte la siguiente máxima: ¿diría aquello que escribe en un mail cara a cara? “Si la respuesta es no, reescriba y revise. Repita el proceso hasta que se sienta que lo que envía a través del ciberespacio es lo mismo que le diría en la cara a la persona -dice Shea y concluye-: por supuesto es posible que usted quiera decirle algo desagradable en la cara a esa persona. En ese caso, la netiqueta no puede ayudarle.”
LA NACION