23 Mar El año de El Greco: cuatro siglos de un artista transgresor y admirado
Por Ignacio Gutiérrez Zaldívar
El 7 de abril de 1614 en la ciudad de Toledo, en donde vivió 37 años, fallecía Domenikos Theotokopoulos, llamado El Greco en España e Il Greco en Italia. Fue el pintor más moderno y revolucionario de la época y fue injustamente olvidado durante casi tres siglos. Recién con una exposición en 1902 en el Museo del Prado fue reconocido, aunque los primeros que se fijaron en él fueron los pintores franceses del Siglo XIX.
Nacido en la Isla de Creta en 1541, parte de la República de Venecia, a los 20 años tenía taller propio y era reconocido como pintor profesional de Iconos con fuerte impronta Bizantina. Adquirió fama y prestigio. Algunas de sus obras se vendían tan caras como las de Tiziano. A los 26 años viajó a Venecia y se transformó en un pintor renacentista con influencias del Verones, Tiziano y Tintoretto. Pero su gran obra la realizó en las tres últimas décadas de su vida en Toledo. En Venecia encontró su paleta de colores y la capacidad de realizar fondos arquitectónicos para dar profundidad a sus pinturas. Trabajó para el Cardenal Farnese en Roma, relación que se terminó por el pago de una de las obras, conflictos contractuales permanentes en su trayectoria, En Roma fue influenciado por el manierismo de Miguel Angel y Rafael. Todos relacionaban su obra con la de Tiziano. Hasta lo consideraban su discípulo, aunque nunca trabajó con él. Con 36 años, se afincó en Toledo, la capital religiosa de España, con cerca de 70.000 habitantes.
Realizó pinturas para iglesias y también para la sacristía de la Catedral. El fabuloso Expolio, una de sus obras cumbres, fue objetado por las libertades doctrinarias que se tomó el artista. Con esta obra también tuvo problemas de dinero. Recibió 350 ducados y aspiraba a 900. Su deseo era trabajar para el Rey Felipe II y tener sus obras en El Escorial que se estaba terminando de construir. Allí realizó dos obras que aún se encuentran en el Palacio, pero no recibió más encargos porque al Rey no le gustaron.
En 1578 nació su único hijo Jorge Manuel, quien se ocupa luego del taller, junto con Francisco Preboste. Allí realizaban no sólo pinturas sino también escultura policromada y marcos arquitectónicos con estofados en oro para los altares. En 1586 realizó su más importante obra, El entierro del Conde de Orgaz, para la Iglesia de Santo Tomé en Toledo. Recibió 1200 ducados, aunque como siempre pretendía más. En sus últimos años su obra se multiplicó gracias a encargos de iglesias y también de privados que muchas veces solicitaban réplicas.
El artista tenía un catálogo de sus obras realizadas en óleo en pequeño formato donde uno podía escoger. Algunas llevaban cinco años de ejecución. Era un gran bibliófilo y su biblioteca era de gran importancia. La mayoría de sus 500 obras son de temas religiosos, aunque también se destacan sus retratos. Muchos están referidos a la Virgen María. Eran tiempos de Contrarreforma y su inmaculada concepción era negada por los protestantes. También sus San Francisco son numerosos ya que en Toledo había 13 conventos franciscanos. Cerca de un centenar de imágenes fueron realizadas en el taller, algunos por discípulos y otros autógrafos del autor, aunque todos llevan su firma en griego.
Su taller era muy cómodo con 24 diferentes ambientes. Su vida está reflejada en una gran película donde Mel Ferrer es el protagonista. El 90% de su obra se encuentra en España y son pocas las que se venden en el mercado internacional, debido a las restricciones de exportación en la Península. Hace 40 días se vendió en Nueva York, una Anunciación de 63×76 cm. en u$s 6 millones. El año pasado Sothebys vendió su pintura más cara en u$s 14 millones, un Santo Domingo adquirido por un coleccionista ruso. Y Christies vendió un pequeño Cristo crucificado 43x28cm en u$s 3,6 millones hace 17 años. Y muchas otras obras alcanzaron los u$s 3 millones en la década del 90. Hay que ir este año a Toledo y disfrutar las diferentes muestras, con más de un centenar de obras tanto en el Museo del Greco como en el Museo de Santa Cruz. También en Madrid, donde el Prado realizará dos muestras, una de ellas con la Biblioteca del Greco y otro comparando sus obras con autores modernos como se realizó en Dusseldorf hace dos años. Color y dibujo personal, un trasgresor, sin ninguna duda nuestro admirado pintor.
EL CRONISTA