Cuando la cultura popular ayuda a pensar en asuntos más profundos

Cuando la cultura popular ayuda a pensar en asuntos más profundos

Por Mónica López Ocón
¿Qué relación existe entre Superman y Platón? ¿Qué tiene que ver Batman con Aristóteles? ¿Es cierto que los superhéroes que nacieron del cómic plantean a su público los mismos interrogantes existenciales que plantea la Filosofía? Según el libro compilado por Tom y Matt Morris Los superhéroes y la filosofía, que incluye 16 artículos de filósofos de universidades de los Estados Unidos asistidos por los más significativos creadores y críticos de cómic, la relación entre los superhéroes y la disciplina filosófica es evidente.
Según explicita el prólogo, “los mejores cómics de superhéroes, además de resultar entretenidos, introducen y desarrollan de forma vívida algunas de las cuestiones más importantes a las que se enfrentan todos los seres humanos: cuestiones relativas a la ética, la responsabilidad personal y social, la justicia, la delincuencia y el castigo, la identidad personal, el alma, el concepto de destino, cómo pensamos sobre la ciencia y la naturaleza, la función de la fe, la importancia de la amistad, el significado verdadero del amor, la naturaleza de una familia, virtudes clásicas como el coraje y otros muchos tema de relevancia.”
Algunos de los artículos del libro llevan títulos que explicitan la relación entre el pensamiento filosófico y superhombres, como “Batman y sus amigos: Aristóteles y el círculo íntimo del Caballero Oscuro”; “Superman y Kingdom Come: la sorpresa de la teología filosófica” o “Identidad y metafísica del superhéroe”. Y el prologuista se encarga de aclarar: “Los autores que han contribuido con este volumen aprecian el poder de los superhéroes por dos razones: por su capacidad de deleitarnos y de hacernos pensar.”
En el capítulo “La auténtica verdad sobre Superman (y sobre todos nosotros)”, de Mark Waid, el autor establece uno de los vínculos fundamentales entre esos dos mundos aparentemente tan separados como lo son el pensamiento filosófico y la ficción heroica. Según apunta, Superman es un ser de naturaleza dual. Por un lado es un kryptoniano que siente nostalgias de su planeta, un alienígena. Pero también sabe adaptarse a las condiciones del planeta en el que ha caído y por eso se esconde tras grandes anteojos, un peinado prolijo y un traje que lo equipara al resto de los periodistas con los que trabaja. Superman es a la vez Kal-El y Clark Kent. Y “sólo siendo un kryptoniano declarado puede ser también un terráqueo excelente”. Cuando ante una injusticia saca a relucir sus dones y vive como quien realmente es, se siente plenamente realizado. El autor del artículo señala que antes de naciera a su vida de papel el hombre de acero, más precisamente entre el 385 y el 322 A.C. vivió un hombre, un filósofo llamado Aristóteles que, entre otras cuestiones, se dedicó a indagar con espíritu curioso cuáles eran las raíces de la felicidad. Pronto concluyó que una de las condiciones de la felicidad es “vivir con la excelencia”. “Superman, a su manera –afirma Waid– descubrió la misma relación”. He aquí que un héroe que comenzó siendo de papel ilustra y confirma con su proceder que Aristóteles tenía razón acerca de una de las condiciones necesarias para ser feliz.
En el capítulo “¿Por qué deberían ser buenos los superhéroes? Spider-Man, la Patrulla X y el ‘doble peligro’ de Kierkegaard”, C. Stephen Evans señala que los superhéroes no son una invención del siglo XX, sino que se remontan por lo menos a la época de Platón, quien en La República menciona a “un antepasado de Giges de Lidia” que descubrió un anillo mágico que al usarlo lo volvía invisible. El anillo le permitió entrar al palacio del rey sin ser visto, seducir a su esposa y asesinar al monarca. El ejemplo sirve para plantear si el hombre es naturalmente bueno o si sólo lo es cuando le teme al castigo. Según se afirma en el texto, una persona justa sería injusta si tuviera la posibilidad de ponerse aquel anillo. La razón por los cuales los superhéroes son justos en cualquier circunstancia tiene su fundamento en la filosofía platónica. ¡Santos filósofos, Batman!
TIEMPO ARGENTINO