04 Mar Colón de Santa Guadalupe
Por Alejandro Wall
Ariel Garcé está parado sobre la terraza de la platea oeste de la cancha de Colón. Abajo Unión se queda con el clásico santafesino, que ese día volvió a jugarse después de ocho años. Es agosto de 2011. Garcé, afuera por una lesión, mira hacia arriba pero no hacia el cielo: sus ojos apuntaron a la Virgen de Guadalupe, patrona de la provincia, sus dos metros y medio. Fue el último partido con la imagen religiosa presidiendo el estadio Brigadier López. A los pocos días, la Virgen desapareció. Aunque dijeron que la estaban restaurando, la verdad era que la habían destruido. Los jugadores decían que era mufa, la causa de los males del equipo. Después de las críticas, una réplica fue colocada en el mismo lugar. En febrero pasado, con una nueva conducción en el club, dos sacerdotes la bendijeron como un acto de desagravio. Colón, que lucha por no descender, lleva tres triunfos en fila. Dos de ellos en su cancha.
El fútbol es un terreno invadido por la mística. Los vestuarios tienen sus altares con vírgenes y santos. Santigüarse antes de cada partido es un ritual tan común como entrar a la cancha con el pie izquierdo. Se hacen misas, exorcismos y brujerías. Las cábalas se extienden entre entrenadores y jugadores. Son muchos los que saben que esos asuntos no definen un partido, pero nadie se niega a una cobertura preventiva.
La imagen de Garcé mirando hacia la virgen durante la derrota en el clásico se repitió en su momento por el noticiero de canal Veo de Santa Fe. El jugador quedó señalado como el culpable de que sacaran a la virgen. Los mismos dirigentes dijeron que había sido él quien pidió retirarla.
–No ganamos de local, sacála porque la virgen es mufa- le dijo el jugador al presidente de Colón, Germán Lerche.
Garcé se defendió en una conferencia de prensa. “La decisión grupal, del plantel, de todo el club, fue sacarla y restaurarla para reubicarla y tenerla más con nosotros”, aseguró el futbolista. Nadie le creyó.
La comisión directiva, en forma unánime, votó no sacar la virgen. Pero dos días después, desoyendo a sus colegas, Lerche dio la orden de retirarla con una grúa. “Fue un operativo comando”, denunció el dirigente José Luis De Santis, que después del hecho renunció a su cargo en el Tribunal de Honor.
Mientras el club informaba que la estaba restaurando, otras voces aseguraban que la virgen había sido destruida en una casilla de Monte Vera, donde vive el curandero Ángel Muga. El canal Veo lo fue a buscar. “Qué se yo, fijate, en una de esas está tapada por los yuyos”, le dijo Muga, pero enseguida negó que tuviera que ver con el asunto. “Soy un hombre de Dios –asegur– y yo no ando en esas porquerías, ¿me entiendes?” En Colón dicen que se destruyó en un taller de Esperanza. Y otra versión sostiene que la virgen la rompió a palazos un grupo de jugadores en la cancha auxiliar del club.
El tema copó la discusión pública en Santa Fe durante varios días. “Bajo ningún punto de vista fue colocada en ese lugar como una cuestión de amuleto”, se quejó el sacerdote Axel Arguinchona, que suele dar misa con la camiseta de Colón. La virgen había sido donada diez años atrás por el entrenador Jorge Fossati. Después de la polémica, la virgen volvió. Aunque no era la misma. El diario El Litoral sostuvo que sí, que la habían restaurado, reproduciendo la voz oficial. Pero tuvo que retractarse. Se trataba de una réplica.
Colón terminó el año pasado en medio de un terremoto político y económico. El plantel estuvo siete meses sin cobrar. Los futbolistas no se presentaron a jugar contra Atlético de Rafaela. Con un club vaciado, a pesar de que le gustaba compararse con las mejores instituciones de Europa, Lerche tuvo que adelantar las elecciones. Las ganó Eduardo Vega, un médico que trabajó en el club y fue jugador de Colón en la década del setenta. En medio de la reconstrucción, el nuevo presidente organizó un acto de desagravio a la virgen. Se hizo en el estadio, antes de un amistoso con Boca Unidos de Corrientes, con los sacerdotes Arguinchona y Olidio Panigo, dos hinchas sabaleros.
–Era necesario hacerlo. En Santa Fe habían quedado muy dolidos con la historia de la virgen. Los hinchas, muchos devotos de la Virgen de Guadalupe, aplaudieron mucho –cuenta José Dato, secretario de Actas e Información Pública de Colón.
El equipo de Diego Osella perdió el primer partido del torneo con Racing. Pero en la segunda fecha le ganó a Argentinos en su cancha y rompió una racha de 15 encuentros sin victorias. Le siguieron triunfos ante Quilmes y, el último, contra River en Santa Fe. Las victorias –y las derrotas y los empates– en el fútbol son asunto de laicos. Aunque los creyentes se encomiendan a la virgen.
Dato, el dirigente de Colón, sostiene que los triunfos dan aire al equipo, pero que la situación institucional aún es muy complicada. Una comisión sumarial trabaja sobre la actuación de la administración anterior, y una comisión investigadora analiza los balances y papeles que dejaron. Se cree que los cheques rebotados alcanzarían los 20 millones de pesos, mientras que la deuda podría superar los 150 millones.
–Por suerte tenemos mucho apoyo, aunque esto es día a día–asegura.
Colón busca resurgir de su crisis institucional. Todavía le falta un largo camino. Aunque puede dejar atrás viejas discusiones, como el destrozo de la virgen. Aunque el debate haya olvidado, incluso, los estatutos del club. El periodista Nicolás Lovaisa, uno de los que más investigó a la gestión de Lerche, recordó por aquellos días en que todo pasaba por la estatua entronizada, lo que dice el artículo 3 del estatuto de Colón: “Absoluta prescindencia de toda actividad de tipo político, racial o religioso.”
EL GRAFICO