Caballos de exportación en tiempos coloniales

Caballos de exportación en tiempos coloniales

Por Roberto Elissalde
Aquellos yeguarizos que trajo don Pedro de Mendoza y desembarcaron en los primeros días de febrero de1536, y que tan bien recordó en un libro casi olvidado Josefina Cruz, se multiplicaron de tal modo que don Juan de Garay, cuatro décadas después, en su expedición al Sur, calculaba haber encontrado unos 80.000 en su camino. Con la fundación de la ciudad en1580 muchos de esos caballos y yeguas salvajes fueron atrapados en grandes boleadas, destinándose algunos para cuero y otros se amansaban.
Con tal abundancia -según Enrique Peña- aquellos primeros pobladores vieron la posibilidad de realizar los primeros negocios, y comenzaron exportando las colas al África para adorno de la población. Quizás ése fuera el motivo por el cual el gobernador de Angola -que de 1580 a 1640 perteneció a España- Rodríguez Cousiño decidió, en 1602, llevar caballos del Río de la Plata a esas tierras para utilizarlos en la campaña que había comenzado.
Envió para ello el navío Santa Catalina, que el 6 de abril de1603 amarró en el Riachuelo de los Navíos. No faltaron demoras en el trámite ya en esos tiempos, porque el encargado de entregar la caballada, don Sebastián de Acosta, había marchado al Perú, pero el capitán de la nave Martín de Ugarte deseaba cumplir su encargo.
El 23 de noviembre, para salvar su responsabilidad, hizo labrar un acta en la que declaraba haber recibido los caballos, de los cuales embarcó 32 en cubierta y 8 en la boca de la bodega.
A la vez, tenía suficientes tablas como para armar los pesebres para cada animal, pero solicitó que le entrega-ran 350 clavos de distinto tipo, ya que, para la seguridad de los animales, necesitaba reforzar las tablas, porque los caballos iban a descansar sobre ellas. También pidió 200 cañas, para hacer en cubierta un cerco donde depositar una buena “cantidad de paja de trigo o cebada”, además de la guardada en los pañoles de la nave; iba a embarcar 100 fanegas de cebada, 100 entre maíz y trigo para alimentarlos.
Nada faltó en la previsión del capitán Ugarte: pidió cabestros anchos y cabezadas en mayor cantidad que los caballos embarcados, pues se rompían con frecuencia, como argollas para pasar los cabestros a fin de amarrar a los animales. No faltaban dos pipas de agua por animal, que era lo que calculaba iban a ser necesario, pero pedía un tonelero que las reparara o se las proveyera.
Como encargado de los animales, pidió un hombre blanco, seis indios o negros para el cuidado de los caballos, darles de comer y limpiarlos.
Con todas estas previsiones en la Santa Catalina, a fines de 1603 se hizo la primera exportación de caballos. Eran los nacidos de aquella manada inicial que a fines de enero de 1536 navegaba por el Río de la Plata para des-embarcar poco después en estas pampas.
Vale recordaren este rincón a más de cuatro siglos de aquella primera exportación, de una producción que aún hoy continúa internacionalmente enorgulleciendo la producción de nuestros campos.
LA NACION