Vivir sin tele, una utopía posible en la era multiscreen

Vivir sin tele, una utopía posible en la era multiscreen

Por Víctor Pombinho
Hace siete años que Julia Proserpio, de 36 años, no ve televisión. Ni de aire, ni de cable, ni nada. “No me interesa llenar el tiempo porque sí. Además, detesto estar sometida a las tandas publicitarias. Odio la estética, la música y los mensajes subliminales”, explica con énfasis casi militante. No es la única. Como ella y a contramano de la tendencia de comprar televisores cada vez más grandes, con alta definición, cientos de canales e imagen 3D, hoy son muchos los que deciden sacarlos definitivamente de sus casas.
Como Carolina Agostino, de 31 años, que es personal trainer y también vive al margen de la programación televisiva. En su caso, desde hace 15 años que desconoce lo que ocurre en los canales de aire locales. En la casa de sus padres había dos televisores y de chica miraba muchísimo (“era casi adicta”, admite) hasta que, a los 27, dejó la casa paterna y no volvió “a tener ni a mirar tele”. Aunque asegura no sentirse excluida por su decisión, más de una vez se entera tarde de algunas noticias y es la “colgada” del grupo.
Para los que viven solos, el tema puede resultar divertido. Pero ¿qué hacer cuando uno tiene hijos? Christian Arnaiz, de 36, y su esposa, Mariana, de 37, son padres de Francisco, de tres años, y Mila, de 6 meses. Después de discutirlo, llegaron a una decisión: nada de “chupete digital” en el hogar. “Al principio fue porque el pediatra decía que no era buena la luz de la pantalla en la vista en los primeros meses de los bebes y después nos pareció preferible que se dediquen a cosas lúdicas”, asegura Christian, politólogo y docente.
Como la mayoría de su generación, él se reconoce a sí mismo como “un producto de la tele” y confiesa que en su niñez y adolescencia miraba entre 4 y 5 horas por día. “Hoy creo que es mejor jugar en la plaza que estar frente a una pantalla”, opina. Un caso parecido es el de Verena y Emmanuel Cabrera Zagni. Ellos viven con sus hijas Luz, de 12, y Paz, de 9. Tras un año sabático en Brasil, se acostumbraron a prescindir del televisor y decidieron erradicarlo para siempre. “No queremos que las chicas vean publicidad, por el tema del consumo constante y el lenguaje chabacano. Yo trato de enseñarles a hablar bien y en la tele se la pasan diciendo malas palabras”, dice Verena.
Si en otro tiempo un chico sin tele caía directo en el estigma del “bicho raro” entre sus compañeros, parece que algunas cosas están cambiando. “Las series las pueden ver por Internet-asegura Verena-. No estamos desconectados, con la Web es suficiente. Las chicas buscan lo que quieren ver, en vez de que la tele se los dé servido, y eso me parece importante”, destaca.
“Las formas de consumo de los medios masivos de comunicación, en particular, la televisión, se han modificado en los últimos años -afirma Lorena Betta, especialista en educación y medios digitales de UCES y la Universidad de Belgrano-. La gente que decide vivir sin tele le dice adiós a un ritual y decide reemplazarlo por hábitos más próximos a la conectividad.”

SERIES EN LA COMPU
Otra realidad, en plena década del consumo multiscreen (pantallas múltiples), es la de los usuarios de Internet que miran películas, series y programas de televisión en su computadora o tablet (algunos hasta en el teléfono). Florencia Braccini tiene 30 años y es licenciada en marketing. Cuando se fue de la casa de sus padres vivió tres años sin televisor porque se adhirió a Netflix, el canal online para ver series y películas en streaming . “Los canales de aire no me gustan y lo que pasan por cable ya queda viejo”, decreta.
Otro caso es el de Elena Codouras, de 30 años, que desde hace dos años y medio no tiene televisor en su casa. Con la última mudanza decidió probar y se acostumbró. “Sólo miraba series y películas en canales de cable, y ese contenido hoy lo encuentro en Internet. En lugar de prender la tele todas las noches, busco lo que quiero en la compu”, dice, y explica: “Así no tengo que bancarme las tandas publicitarias ni esperar una hora determinada para ver cierta serie. Además me di cuenta de que estoy leyendo mucho más, y eso me gusta”, detalla esta fanática de Breaking Bad , Homeland y Game of Thrones .
El experto español en comunicación digital Francisco Vacas, de la Universidad Austral, opina: “Hace tiempo que las personas adaptan los contenidos a sus horarios sociales y laborales, acabando con la vieja televisión, que ya no digita las vidas. El contenido se ha disociado de la programación, que para muchas personas es un download constante. Mucha gente se da cuenta de que uno no tiene que vivir una vida programada por la televisión y la consume con otros dispositivos”, afirma Vacas.
“Recordemos que nació como un medio familiar, para una sociedad de mediados del siglo XX que ya no existe. Ya no es efectiva ni para los anunciantes. Es muy difícil que la gente acepte que alguien le diga que el prime time es a las 21. La penetración masiva de Internet convierte esto en una tendencia. El 31% de los argentinos tiene un smartphone . Y el 10, una tablet . En poco tiempo vamos a ver que el desvincularse de la tele no es tan traumático. Yo tengo 5 pantallas en casa. Y a mí todavía me da miedo romper con el último cordón umbilical del siglo XX, que es la tele. Pero a mis alumnos de 18 años no les pasa, para ellos es una pantalla de PC donde se conectan dispositivos”, concluye el experto.
Algo es claro: si la sobredosis de televisión dejó marca en la generación infantil de los años ochenta y noventa, no es raro que esos chicos hoy adultos decidan repensar su relación (y la de sus hijos) con el tiempo libre. O, al menos, que quieran cambiar de formato..
LA NACION