El largo e increíble escape de la “viuda blanca”

El largo e increíble escape de la “viuda blanca”

Por Gregory Katz
Es considerada la mujer más buscada del mundo: una sospechosa de terrorismo acusada de planificar atentados con explosivos contra hoteles en Kenya durante la Navidad de 2011; una occidental que escribió una elegía a Osama ben Laden; una jihadista que eludió la ley a pesar de haber recorrido África con cuatro hijos a la rastra.
La historia de Samantha Lewthwaite es una saga de traiciones y venganzas; una mujer blanca, hija de un soldado británico, que se convierte al islamismo y, luego, en fugitiva internacional, acusada de conspiración.
Su primer esposo se voló a sí mismo en el peor atentado terrorista en suelo británico en 2005, un acto que Samantha primero condenó. Su segundo marido adhería a la misma rama militante del islam y, al parecer, también tuvo una temprana muerte. Los cuadernos de apuntes de Samantha, secuestrados en 2011, están llenos de encendidas alabanzas a los extremistas que masacran civiles y de expresiones de deseo de que sus hijos sigan el mismo camino.
Y sin embargo, desde su desaparición, en los meses posteriores al atentado de Londres, nadie puede explicar cómo fue que la “viuda blanca” se radicalizó, separándose de la corriente central del islam para encarar una “guerra santa” contra Occidente. “Ése es el misterio”, dice Niknam Hussain, ex alcalde de Aylesbury, la pequeña ciudad a 65 kilómetros al noroeste de Londres donde Samantha creció y donde jamás dio la más mínima señal de haber elegido la jihad.
“¿Cómo fue el paso de una cosa a la otra?”, se pregunta Hussain. “No creo que nadie se despierte de un día para el otro siendo un extremista. A uno lo educan, le inculcan el extremismo. Éste es un pueblo chico. Uno creería que si estaba pasando algo fuera de lo corriente alguien lo tendría que haber notado. Pero nadie tiene idea clara de lo que pasó.”
Samantha Louise Lewthwaite nació el 12 de mayo de 1983 en Irlanda del Norte, y su familia se mudó a Aylesbury cuando tenía 6 años.
Raj Khan, un ex alcalde de Aylesbury que conoció a la familia Lewthwaite, dijo que Samantha estableció vínculos fuertes con los musulmanes de la ciudad. Cuando era adolescente, se convirtió al islam.
Esa adhesión pasó casi inadvertida, al igual que su boda, en 2002, con un británico musulmán llamado Jermaine Lindsay. Y, sin embargo, el 7 de julio de 2005 su esposo se subió al subte y se voló a sí mismo como parte de un atentado en el que perdieron la vida 52 civiles y otros tres atacantes. Fue el ataque terrorista más letal de la historia en territorio inglés.
Los habitantes de Aylesbury nada sabían del rol de Lindsay, hasta que, seis días después del atentado, decenas de policías fuertemente armados cayeron sobre la casa de Lewthwaite. Esa misma noche, Samantha se convirtió en una figura a nivel nacional, una joven madre engañada, embarazada de su segundo hijo y consternada ante la revelación de que su esposo había participado de un complot terrorista.
En sus declaraciones al diario local, Samantha condenó las acciones de su esposo, aunque habló bien de él. “Era un esposo y un padre amoroso”, dijo. “Se me vino el mundo abajo. Mis pensamientos están con las familias de las víctimas de esta incomprensible devastación.”
Magnus Ranstorp, especialista en terrorismo de la Academia Nacional de Defensa Sueca, duda que Samantha haya ayudado a planear el atentado en el subte de Londres. Pero es bastante frecuente que los conversos como Lewthwaite intenten “sobrecompensar”, radicalizándose aún más que quienes los rodean.
Al parecer, eso es lo que pasó. A fines de 2005, Samantha y sus dos hijos pequeños salieron de escena, a medida que los medios de prensa británicos pasaban a otro tema. Un par de años más tarde, cuando asomó la cabeza en África, Samantha ya no era la viuda penitente que pedía perdón por su esposo.
Muy por el contrario, se había convertido en una jihadista hecha y derecha, comprometida con la guerra contra Occidente. No concedió entrevistas, pero la policía de Kenya, y los propios escritos de Samantha revelaban a una mujer deseosa de morir por su causa.
En julio de 2010, una mujer blanca que se hacía llamar Asmaa Shahidah Bint-Andrews se registró en la exclusiva clínica de maternidad Genesis, en las afueras de Johannesburgo. Del parto nació una bebe. Pero Asmaa Shahidah Bint-Andrews resultó ser el alias de Samantha Lewthwaite, que se había vuelto a casar y ya iba por su cuarto hijo.
Casi dos años después, a principios de 2012, la policía antiterrorista de Kenya hizo un anuncio sorprendente: Lewthwaite se había vinculado con figuras clave de la oscura red terrorista Al-Shabbab, que tiene lazos con Al-Qaeda.
La policía dijo que Samantha había entrado a Kenya un año antes, junto con otros terroristas, para planificar la voladura de un centro vacacional durante el feriado de Navidad de 2011. Aunque los atentados nunca fueron ejecutados, allí nació el mito de la “viuda blanca”.
El 21 de septiembre, terroristas de Al-Shabbab atacaron un exclusivo centro comercial de Nairobi con armas de asalto y mataron a 67 personas. Los primeros testigos dijeron que entre los atacantes había una mujer blanca, lo que alimentó las más afiebradas conjeturas sobre la participación de Lewthwaite.
“Exclusiva: la «viuda blanca», ¡madre de todos los terroristas!”, rezaba un titular de primera plana del tabloide londinense Daily Mirror.
Los constantes informes despertaron cierto escepticismo sobre su posible función. Desde el puerto keniata de Mombasa, el líder de la comunidad islámica Abubakar Shariff Ahmed dijo estar convencido de que la historia de Lewthwaite se había convertido en un mito que se alimenta solo.
“¿Una señora inglesa con cuatro hijos a cuestas que desaparece?”, se preguntó con escepticismo Ahmed. “¿La buscan Scotland Yard, el FBI y la policía antiterrorista de Kenya y no la encuentran? ¡Por favor!”, añadió.
LA NACION