El hotel más literario de Argentina celebró sus 100 años en Ostende

El hotel más literario de Argentina celebró sus 100 años en Ostende

Por Natalia Páez
Las vacaciones prometen ese espacio posible para las lecturas postergadas pero algo del espíritu del Viejo Hotel Ostende (VHO) invita especialmente a la literatura, a las letras, a las bibliotecas. En Los que aman, odian (1946), la novela policial inspirada en un invierno ostendino, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares –huéspedes del lugar– escribieron: “El edificio, blanco y moderno, me pareció pintorescamente enclavado en la arena: como un buque en el mar, o un oasis en el desierto”. Se referían a la arquitectura de este lugar que hoy es una pieza de la arqueología hotelera de principios del siglo pasado que está cumpliendo su centenario y lo celebra con Libro de huéspedes. Cien años del Viejo Hotel Ostende, publicado por Planeta.
Antoine de Saint-Exupéry pasó dos veranos seguidos en este balneario, y según la leyenda fue en un papel con membrete del hotel donde escribió su Vuelo nocturno.
La habitación 51 en la que se hospedó se mantuvo como una pieza de museo con sus objetos originales y decoración en homenaje al creador de El Principito.
Era 1913, cuando un grupo de inversores belgas eligió esa línea de medanales frente al mar para desarrollar un proyecto de balneario a la usanza europea.
Era una geografía que habían encontrado parecida a Oostende, con dos “o”, sobre la costa del Mar del Norte en Bélgica. Por aquellas épocas se estaban tendiendo las líneas férreas y la cercanía con la estación de Juancho que había sido habilitada unos años atrás sobre los campos de José Guerrero (padre de la mítica Felicitas) hacía accesible la llegada de los futuros turistas que terminaban el viaje en carruajes por entre los médanos.
Como homenaje a quien fuera una vieja dueña de estas tierras hay en el hotel una presencia en el bar. Muy sugerente. Se trata de la escultura de Felicitas Guerrero –su historia inscrita en el imaginario del amor romántico en el Río de la Plata– que obsequió el escultor Fernando Pugliese a los dueños y que ocupa un sector de privilegio junto al piano. Este objeto resulta inquietante para algunos por haberse tejido sobre la figura de la amante asesinada la leyenda de que vaga como alma en pena por su casa y de la Iglesia de Santa Felicitas en Barracas.
Guillermo Saccomanno, vecino de Villa Gesell también escribe en este libro sobre sus impresiones: “Cada vez que paso por Ostende no puedo dejar de contemplar con añoranza las historias que contiene esa construcción pródiga en anécdotas que, para un narrador son inexorablemente inspiradoras. No creo desatinado pensar que en el VHO uno, como lector no se aloja solo en un lugar confortable. También uno se sorprende al leerse, y, seguramente, esto se debe al rumor del mar ahí nomás, ese rumor que en las noches se introduce en las habitaciones alimentando la fantasía de lo que pudieron vivir aquí personajes legendarios. Y es ese rumor también quien lo devuelve a uno a esa indolencia de la infancia arrobada por la presencia del océano, su oleaje intermitente.”
El libro, que también sorprende con un apartado de recetas, fotos de la vajilla original del hotel y otras del actual comedor, también hace un homenaje a su cocina “como alquimia de amor”, citando a Guy de Maupassant.
Así Libro de huéspedes resulta de una lectura amena para transportarse por sus páginas a una ventana frente al mar y pensar desde la historia de un hotel, en un lugar donde literatura y verano son sinónimos.
TIEMPO ARGENTINO