22 Feb Dos leyendas se autohomenajean en un film humilde y efectivo a la vez
Por Santiago García
Sylvester Stallone y Robert De Niro son dos glorias del cine mundial. El primero se hizo famoso interpretando al boxeador de su propia creación Rocky Balboa, en la película de 1976 que ganó el Oscar a mejor film del año: Rocky. El segundo, actor de mucho más prestigio, inmortalizó a otro boxeador, pero de la vida real, cuando interpretó a Jake LaMotta en la película Toro salvaje, de Martin Scorsese en 1980. Pasaron los años y Stallone explotó al máximo –y a veces con resultados muy pobres, otras veces con agradables sorpresas– el fenómeno Rocky, mientras la crítica y el prestigio se iba a alejando de su carrera. De Niro, por el contrario –que había ganado su segundo Oscar por actuación gracias a Toro salvaje– se convirtió en una leyenda viviente. Pasaron más años y Stallone logró reinventarse con algunas ideas que explotaban su condición de actor popular de acción, mientras que De Niro finalmente había cedido a la tentación de films menores pero muy comerciales. En los primeros minutos de la película, estos dos actores que vuelven aquí interpretar a dos boxeadores, cargan con esas filmografías e historias encima, dándole a Ajuste de cuentas un sentido que excede por mucho la humilde propuesta del film. Pero justamente, el enfrentamiento de ambas carreras hace que estos dos boxeadores viejos signifiquen para nosotros algo. Dos actores diferentes no nos habrían convencido tan rápido ni tan bien. Henry “Navaja” Sharp (Stallone) y Billy “El Niño” McDonne (De Niro) son dos boxeadores que se enfrentaron dos veces en el pasado. Una victoria para cada uno. Pero cuando llegaba la pelea definitiva, Sharp se bajó de la misma y arruinó la carrera de ambos. Treinta años más tarde, la rivalidad parece estar intacta y la ridiculez de ambos, todavía enojados y peleándose en público, abre la posibilidad de un absurdo combate para terminar de forma definitiva con la disputa.
Ambos actores son leyendas y son puro carisma, la trama es disparatada pero el sentido del humor que aportan para reírse de sí mismos hace que el espectador disfrute del show y no se preocupe por la lógica. No es un clásico ni pretende serlo, es más bien un homenaje a dos leyendas. Para completar el elenco están Kim Basinger y Alan Arkin. Sin duda quien ame el cine y conozca un poco de historia, sabrá valorar tanto grande junto al servicio de una película humilde y a la vez efectiva.
TIEMPO ARGENTINO