Campeón de la vida

Campeón de la vida

Aunque el Abierto australiano de tenis celebrado en la ciudad de Melbourne, el mes pasado, no reportó demasiadas satisfacciones en su variante tradicional para nuestro país, constituyó un hecho histórico en su modalidad en silla de ruedas. El argentino Gustavo Fernández, que jugó un tenis de alto nivel, alcanzó la final de la competencia, convirtiéndose en el primer sudamericano en lograrlo.
Fue una actuación digna de destacar. A pesar de caer en la final frente al japonés Shingo Kunieda, N° 1 del mundo y siete veces campeón del certamen, el deportista oriundo de Córdoba superó las expectativas, ya que no contaba con victorias en torneos de la máxima categoría.
Con 20 años, el argentino exhibió profesionalismo y ambición por triunfar en un deporte que practica desde los siete años. Quedó claro que el infarto de médula que sufrió cuando tenía apenas un año y medio y que le ocasionó la parálisis de las piernas no detuvo su amor por el deporte ni sus deseos por superarse.
Como en muchos otros casos, fue su familia la que lo incentivó en la práctica deportiva. “Vengo de una familia ligada al básquet -su padre, Gustavo, fue un exitoso base de la Liga Nacional de básquetbol y su hermano Juan Manuel juega en Obras- y, por eso, probé con ese deporte, pero cuando, en 2006, disputé mi primer torneo de tenis, sentí una adrenalina que demostró que había encontrado mi pasión”, dijo el subcampeón.
Su reciente actuación en Australia merece nuestro más profundo reconocimiento, respeto y admiración. Es un enorme ejemplo de perseverancia, de entereza y valentía. Es la demostración de que el éxito no depende de una copa o de una medalla y que, por eso, está al alcance de todos los deportistas.
“Ojalá esto sirva para que muchas personas con discapacidades se lancen a hacer algo y puedan disfrutar más de la vida, como lo hago yo”, sostuvo el deportista cordobés.
El paso de Gustavo Fernández por el Melbourne Park dejó múltiples enseñanzas, ayudando a desechar una falsa creencia que asimila el éxito sólo con el triunfo y desafía la retrógrada cultura resultadista, tan instalada especialmente en nuestro país con el fútbol, que ignora o minimiza los méritos y los esfuerzos de esa gran mayoría de jugadores que jamás levantan un trofeo.
La intensa preparación de quien nos representó en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 y su actuación inolvidable en los courts australianos lo convierten en un auténtico triunfador. Sin dudas, el argentino Gustavo Fernández dejó las canchas celestes del Melbourne Park como un verdadero campeón.
LA NACION