Pinamar, una temporada bien arriba

Pinamar, una temporada bien arriba

Por Natalia Pecoraro
Médanos, playas interminables y bosques. Actividades en familia y movida joven. Espacios para la aventura y lo extremo, pero también para el relax. Precios en pesos y gastos sin el 35 por ciento de la AFIP. Las razones para elegir Pinamar sobran.
Durante los últimos días de diciembre y los primeros de enero, esta ciudad desbordó de visitantes, especialmente para Año Nuevo y los fines de semana. En calles, playas, bares y restaurantes, en supermercados. Hay gente en cada rincón. En una ciudad chica (40.000 habitantes estables), cuya principal actividad económica es el turismo, enero y febrero no pasan inadvertidos. La temporada se siente.
La tendencia, que se dio ya en veranos anteriores y que se repite en este 2014, son las estadas cortas, de tres a cinco noches, que bien pueden estirarse hasta una semana o una quincena. Las vacaciones de un mes o de verano completo prácticamente quedaron en la historia. Hay familias, grupos de jóvenes, parejas. Y opciones para todos.
Hoteles de una a cuatro estrellas, casas y departamentos en alquiler, campings. En Pinamar hay 28.000 plazas hoteleras tradicionales y 160.000 en lugares de alquiler. ¿Lo nuevo y cool? Los barrios cerrados. Este verano, el lujoso La Herradura, con sus 300 lotes rodeados de pinares, cuatro lagos y canchas de polo, cuenta con una línea directa desde la entrada de la ciudad: el camino Los Pioneros, que une el acceso a la ciudad con el barrio y con Pinamar Norte, la otra zona canchera.
Ese sector, tal como lo indica su nombre, está al norte pasando el Golf. Suntuosas casas rodeadas de pinares conviven con un centro comercial. Es el lugar elegido por los turistas de mayor poder adquisitivo, que pasan sus días en este reducto exclusivo sin pasar prácticamente por el centro y por el eje -colapsado- de la avenida Bunge. De hecho, el intenso tránsito en ésta y en la avenida Del Mar y calles aledañas, la escasez de lugares para estacionar (y los trapitos que se tiran encima cuando uno encuentra un espacio) y las largas filas para cargar nafta en las estaciones de servicio son tres postales que dan cuenta de la cantidad de visitantes que hay este verano.

CLÁSICOS
En los 23 kilómetros de costa, hay para elegir. En los 33 balnearios las carpas tienen un precio promedio de alrededor de $ 7000 por mes; las sombrillas, a unos $ 160 por día.
En cuanto a los paradores y restaurantes, los tradicionales y familiares como Viejo Lobo, La Gamba o Perico siguen manteniendo su vigencia, pero en los que se ve más la movida joven y trendy son UFO Point, Terrazas del Alba, CR y Hemingway (en Cariló), mientras que Sport Beach parece ser el elegido de los deportistas.
Los que quieren huir del centro y las multitudes se corren a la zona conocida como La Frontera, al parador El Límite y al restaurant El Más Allá, o incluso más lejos, a La Deriva, donde sólo se accede con camionetas 4×4, cuatriciclos y buggies. Los médanos dan el marco ideal para buscar ahí un escenario diferente con amigos o en pareja.
Aquí sobran las alternativas para alquilar los vehículos todo terreno. Por ejemplo, rentar un cuatriciclo arranca en $ 150 la hora.

ACTIVIDAD PARA TODOS
¿Qué hacer en la playa? Al típico plan de tomar sol, bañarse en el mar, caminar, charlar, leer o tomar mate se suman opciones para niños, adolescentes y adultos. Clínicas de fútbol, clases de surf, sandboard o kitesurf; stand up paddle, torneos de vóley y de tejo; pilates, yoga, spinning, tratamientos de belleza, degustaciones de vinos y tragos, todo es posible en las arenas pinamarenses.
En los bosques, caminatas matinales y al atardecer, cabalgatas, paseos en fourtrax. La lista sigue.
¿Precios? La hora y cuarto de cabalgata, desde $150; sandboard, desde $ 200 por una hora y media; circuito de spa, a partir de $ 200; masajes, desde $ 200 la hora.

GASTRONOMÍA
Al mediodía, muchos restaurantes ofrecen menús o promociones. En promedio, comer frente al mar cuesta unos $ 120, porque al plato y a la bebida hay que sumarle el servicio de mesa o cubierto. A la noche hay que calcular un mínimo de $ 120 sin contar las bebidas.
Los platos más elegidos son, un año más, las rabas, las ensaladas gourmet (nada de tomate y lechuga) y combinaciones clásicas como hamburguesa o milanesa con papas fritas. ¿Qué pisa fuerte? El sushi. Cada vez hay más lugares que ofrecen exquisitos combinados a precios muy variados.
El restó peruano Ceviche, de Palermo, abrió esta temporada en el Hotel Playas de Pinamar. No es el único nuevo con cocina peruana-nikkei y sushi: también inauguró Akira-Nikkei, en el Hotel del Bosque, donde el año pasado estaba Sushi Club, que se mudó a la planta baja del hotel Terrazas al Mar, una novedad celebrada por los huéspedes.

DE NOCHE
Se sabe: a los adolescentes y adultos jóvenes les encanta la noche pinamarense. Siguen vigentes el histórico complejo de boliches Ku-El Alma, Mr. Jones, Super XV, Rugbeer, Mamá Kocha, Pinta, La Luna, UFO Point, El Signo. A diferencia de otros años, las autoridades están muy estrictas con los horarios de venta de alcohol (en la provincia de Buenos Aires está prohibida la venta, el expendio o el suministro de alcohol para ser consumido fuera del establecimiento donde se realiza la venta entre las 21 y las 10).

SEGURIDAD
Pinamar se caracteriza por ser un lugar de veraneo clásico para familias, que priorizan la seguridad. Este año, lo más comentado en playas y restaurantes es la presencia policial que no pasa inadvertida. En cada manzana hay efectivos: a pie, en moto, a caballo, en cuatriciclos, en auto. La vigilancia parece permanente.
Este año, el Operativo Sol, del Ministerio de Seguridad bonaerense, desplegó en zonas balnearias y turísticas de la provincia unos 8000 policías. Alfredo Baldini, secretario de Turismo de Pinamar, aseguró que sólo en esta ciudad hay más de 800 efectivos de la policía bonaerense.
Además, en Pinamar se suman la Guardia Urbana, un cuerpo para el control urbano creado por el Concejo Deliberante el año último, y más de 130 cámaras de la municipalidad.

A FUTURO
Al norte del partido de Pinamar está Montecarlo, una localidad que “se está abriendo” y “empezando a lotear”. Se esperan en un futuro muy próximo la inauguración de hoteles de categoría y negocios muy al estilo Cariló. Además, Pinamar aspira a tener un puerto deportivo para incentivar y explotar el turismo náutico. Cualquier semejanza con Punta del Este no es casualidad.
LA NACION