Mucho en común

Mucho en común

Por Francisco Barreiro
¡Aldana!”, llama Antonio Birabent (42) a la moza: “Un cortado, doble”. Su padre, Moris (69), pide un té de tilo. Ambos acaban de lanzar un disco -“Familia canción”- que ya presentaron en Buenos Aires, el Chaco y Mar del Plata. “La experiencia de trabajar juntos es algo conocido; lo que es una novedad es el disco”, explica el más joven de los Birabent.
Moris tiene sobre sus hombros el honor de llevar la fecha de fun­dación del Rock Nacional: el 2 de junio de 1966, día en que grabó la canción “Rebelde” con su grupo Los Beatniks. Hacer música durante aquellos años, bajo la dictadura del General Juan Carlos Onganía, era muy diferente a lo que sucede hoy en día. Para la difusión de aquel naciente grupo, Moris y los suyos realizaron una serie de fotos semidesnudos que fueron publicadas en la revista “Así”. Pero esta idea no tuvo la repercusión buscada: vendieron 200 copias y los músicos pasaron tres días en la cárcel. Años más tarde, Moris compuso “Ayer nomás”; y en 1970 editó “30 minutos de vida”, su primer dis­co. Más tarde, para buscar la libertad que en el país no encontraba, partió a España y predicó -con éxito- el rock en castellano.
En ese ambiente de canciones, viajes y guitarras creció Antonio Birabent, hasta que a los 17 años, a mediados de los ’80, se insta­ló en Buenos Aires. Comenzó su carrera escribiendo en el diario El Cronista mientras formaba parte de la banda de su padre como guitarrista. En 1993 encarnó a su propio padre en la película “Tango Feroz: la leyenda de Tanguito”; donde tuvo el agrado de cantar “El oso”, una de las más populares canciones de Moris. Antonio comenzó a transitar entre el mundo de la música y la actuación: par­ticipó de otras seis películas y en varias series de renombre en la te­levisión argentina. Además, tiene nueve discos propios en su haber, en los que varias veces contó con la presencia de su padre.
¿Cómo es esta nueva experiencia de trabajar juntos?
A: En todos estos años, más o menos, hemos compartido música: la novedad es haber grabado un disco juntos, lo que es un desafío aún mayor. De entrada planteamos grabar temas nuevos.
M: Empezó lentamente. Con unas letras mías a las que Antonio puso música, y después viceversa. El proyecto fue tomando fuerza; un tema, dos temas y un día nos encontramos que teníamos un disco terminado.
¿Cómo nació la primera canción?
A: “Civilización” es una letra de mi padre a la que yo puse música. Tenía mucho que ver con un espíritu que compartimos: es una vi­sión apocalíptica y al mismo tiempo esperanzadora, lo que vamos a hacer cuando las cosas estallen.
M: Fue lo que disparó todo el proyecto.
-Antonio, ¿cómo llegó a tus manos esa letra?
A: Conocía muchas letras que no estaban todavía grabadas, y ha­bía algunas en especial que me llamaban la atención.
¿Cómo es el público de “Familia canción’?
M: Increíble, muy receptivo, le gusta escuchar las letras como son y también cantar, se mezclan los que siguieron a Antonio y a mí durante tantos años. ¿Vos qué pensás, Toni?
A: Es diverso, ¿no? Porque el álbum tiene un planteo generacional. Somos dos personas que tenemos mucho en común, pero al mismo tiempo de otras generaciones y de distintas influencias musicales. Y eso está en el disco, por lo tanto es normal que la gente que se acerca sea bastante heterogénea, y hasta hay un público joven que no llega a los 25 años.
¿Es distinto al que tendrían solos?
A: Sí, es más amplio. Ninguno de los dos solo hubiera hecho este disco. Tuvimos la posibilidad de potenciarnos.
¿Qué creen que aportó el otro a cada uno?
M: Antonio aportó una música muy interesante y emocionante, que se adaptada estupendamente a las letras.
A: Le puso unas letras que creo que yo no hubiera podido escribir jamás, aunque me sienta muy identificado con ellas. Además de una forma de cantarlas, no sólo las de él, sino las letras propias. Le dio un aire y una lectura distinta a las canciones.
-Al escuchar el disco, es difícil diferenciar cuáles son los aportes de cada uno…
M: Es algo bastante nuevo lo que grabamos. Es difícil para el que está afuera diferenciar quién es el autor de cada letra y de cada música. Trae arrastres de estilo, pero al juntarnos se produce una tercera fuerza.
A: Es una tercera posición (los dos se ríen). Después de tanto tiempo de compartir la música, el disco es una presentación formal.
¿Cómo fue la convivencia durante la grabación?
A: Buena. Morís delegó muchas cosas en mí y en Víctor Volpi, el co-productor, lo cual es bueno. Grabar un disco con muchas manos en el plato es complicado. Ahora que está terminado, mirando para atrás, fue…
M: Fácil.
A: Sí, largo, pero fácil.
¿Es fundamental esa ter­cera persona en la produc­ción de un disco?
A: Víctor es un socio incon­dicional que además no es de la familia, por lo que no tiene una visión tan comprometida afectivamente.
M: No trataba de quedar bien con uno o con otro, decía la ver­dad. Tuvo mucha libertad para trabajar.
¿Y el vivo cómo es?
A: Está pasando algo muy lindo: nos mezclamos muy bien, entre lo viejo de ambos y lo nuevo. Son como tres shows adentro de uno: él canta un tema mío, yo uno de él; y nos juntamos para cantar “Familia canción”.
M: Eso le da mucha dinámica.
¿Por qué el disco se da ahora y no antes?
A: Los dos estábamos en un momento de sintonía. Era una idea que tenía desde hacía tiempo y que por una cosa o la otra no se daba. Pero ahora que lo pienso creo que valió la pena esperar. Tenemos un disco juntos que nos representa y que es único; no es el de él más el mío, sino que es de los dos.
M: Y no quedó en el disco y nada más: ¡estamos presentándo­lo los dos! Desde siempre nos juntamos a tocar la guitarra; es el resultado de toda una vida juntos.
A: Es una conclusión natural.
REVISTA CIELOS ARGENTINOS