Guardianas del buen sexo

Guardianas del buen sexo

Por Laura Reina
“Quiero mi Grey.” Así es como las clientas de María Tesler Hansen, creadora de Isabellina, le piden el combo que incluye esposas, plumas, antifaces, máscaras venecianas, látigos y bolas chinas, los juguetes sexuales más utilizados por Anastasia Steele y Christian Grey, los protagonistas de la famosa y exitosa trilogía escrita por E.L. James en 2011. Pero debajo de ese pedido concreto, material, subyace un deseo casi inconsciente de encontrar a un Grey o de convertir a la pareja en ese hombre capaz de despertar y llevar adelante las fantasías eróticas que habitan sobre todo en mujeres de más de 40 y con varios años de matrimonio y cama compartida con la misma persona.
Claro que el libro es sólo un capítulo en el gran manual sexual al que hoy recurren las mujeres. Convertidas en las guardianas del buen sexo en la pareja, viven una suerte de segunda revolución sexual que las encuentra activas y demandantes. Juguetes pensados para ellas, preservativos que aumentan el placer femenino, coaches y terapistas sexuales a los que se recurre para conectar con la pareja y escuelas donde, entre otras cosas, se aprende a practicar masajes eróticos forman parte de las opciones con las que cuentan en pos de satisfacer sus deseos y mejorar su sexualidad.
Patricio Gómez Di Leva, docente de la cátedra libre de Sexualidad y Salud Reproductiva de la Facultad de Medicina de la UBA y sexólogo del departamento de Educación Sexual de Prime Argentina, dice que son ellas las que toman la decisión de consultar con un sexólogo o de acudir a un terapista sexual. “El 80 por ciento de las que llaman son mujeres. Claramente, son las más interesadas en mejorar aspectos de la sexualidad de la pareja -afirma el sexólogo-. Tienen menos prejuicios y son más inteligentes: no buscan la solución mágica, saben que la sexualidad no depende de una pastillita.”
Para Gómez Di Leva, el rol más activo que la mujer asume hoy en la cama es consecuencia de los cambios sociales que experimentó en los últimos años: “Antes decidía sólo en su casa, ahora en todos los ámbitos, incluida su sexualidad. Pero aun así y a pesar de los avances, es el ámbito donde tiene más terreno para ganar”.
La escritora y periodista Verónica Malamfant, al frente del programa de radio Las pornógrafas , también atribuye este papel más activo a un nuevo rol social. “Esto fue un proceso, va de la mano de una mujer profesional, independiente económicamente de su marido, y en esa independencia, ella se permite también el disfrute.”
Tras varias investigaciones y cuatro años al frente del programa que propone hablar de sexo desde un lugar desprejuiciado y natural, Malamfant dice que el gran cambio es que la mujer hoy no se conforma si su pareja no le da placer. “Antes era impensado que ella tomara la iniciativa o dijera qué quería hacer en la cama -opina-. Hoy son las mujeres las que llevan la bandera del buen sexo. Es la más activa en la relación, la que quiere usar juguetes, la que arrastra a su pareja a un coach o a un terapista sexual para mejorar lo que no funciona. Eso muchas veces asusta a los hombres, pero ellos acceden para no perder a su pareja.”
Pero a pesar de que algunos representantes del género masculino pueden sentirse inhibidos o amenazados ante esta nueva revolución sexual femenina, Malamfant cree que también para ellos es un cambio positivo. “Sin dudas es una relación más completa: antes la mujer le hacía de partenaire al hombre y la responsabilidad era sólo de él. Hoy es de a dos”, dice la autora de ADR, Amigos con derecho a roce (Ediciones B) que está por estrenar en enero una serie web basada en el libro.
Para el sexólogo Gómez Di Leva, que la mujer se anime a proponer ampliar sus horizontes sexuales “le quita presión al varón y da la posibilidad de conectarse de igual a igual, de compartir responsabilidades, tanto en los buenos resultados como en los que no lo son”.
Sin embargo, hay quienes piensan que tanto conocimiento y seguridad puede no tener resultados del todo buenos en los encuentros sexuales. Según el doctor J. D. Nasio, reconocido psicoanalista argentino radicado en Francia y doctor Honoris Causa de la UBA, “al hombre le cae bien este papel más activo a condición de que la mujer lo haga con timidez -opina-. La franqueza y la soltura no son eróticas. La mujer no puede mostrarse demasiado sabia o segura porque el hombre se pone celoso y deserotiza. En la mujer el pudor es muy importante; es lo que la hace femenina y deseable. Lo lúdico atrae y lo impúdico, tarde o temprano, repele”.
El psicoanalista sostiene que hoy la mujer les da mucha más importancia a la calidad del sexo y a la satisfacción sexual que el hombre. “Esto significa que la relación sexual es para la mujer un momento en donde ella se siente deseada, donde siente que es conducida por el hombre al orgasmo.”

DEL SEX SHOP AL LOVE STORE
Nuevas necesidades, deseos que se van sofisticando y un mercado siempre atento a satisfacerlos, acompañan este rol más activo de la mujer. Hacia afuera, uno de los cambios más visibles es el reemplazo de los sex shops por los love stores, un concepto totalmente opuesto al local oculto en una galería donde la luz y el buen gusto priman por sobre la oscuridad y la falta de sutileza. En estos locales, el rosa y los colores en tono pastel son claros dominadores en una paleta cromática donde el negro y el rojo dejaron de predominar. Y detrás del mostrador ya no hay hombres: hoy atienden y aconsejan mujeres. Pero más allá de la cuestión estética, los diferencia algo sustancial: en los love store no se vende pornografía.
En las Lomas de San Isidro, By Jadda recibe a un público que busca encender la chispa en la pareja. Es un local lleno de luz y de juguetes para explorar, que invita a quedarse un buen tiempo. “Vienen parejas o personas solas de más de 35 años, que es la edad en la que hace falta, donde surge la necesidad de algo más -dice Silvina Serantes, dueña y creadora de By Jadda-. Cuando se es más joven, tal vez, con la pasión sola alcanza; después hay que ponerle fantasía.”
Por eso, además de vender vibradores de todas formas, tamaños y colores, aceites comestibles y velitas para masajes, en el local de más de 100 metros cuadrados hay un caño para aprender pole dance. “Nuestra propuesta es que las personas se animen a explorar sexualmente en pareja, proponer el juego erótico de a dos. En general, la mujer es la que viene primero y después trae al hombre, que se entusiasma con este renacer sexual.”
Tesler Hansen, de Isabellina, se preocupa por introducir diseño a los productos y que las telas utilizadas en ropa interior, antifaces y otros elementos sean de calidad. “Usamos raso italiano porque éstos son productos pensados para mujeres. La mayoría de nuestras clientas está atenta a combinar los accesorios con la ropa interior. La moda también se traslada a la cama.”
Pero a pesar de la proliferación de los love stores, son muchas las mujeres que prefieren mirar y preguntar en la intimidad de la casa o en una reunión con amigas. En ese caso, los tupper sex también sirvieron para despertar el deseo y la curiosidad de muchas mujeres que no se animan a entrar todavía en esos locales.
Mónica y Marta son amigas y colegas que ejercieron la docencia por años. Hasta que una de ellas, dictando clases de biología, se dio cuenta de que existía un gran desconocimiento de la sexualidad, del placer y del disfrute y que, al mismo tiempo, había una avidez enorme por explorar y aprender. Juntas crearon CuatropuntoG y empezaron a organizar reuniones de tupper sex en casas privadas.
“A las mujeres les cuesta acercarse a un local que vende juguetes sexuales. O a lo sumo entran, compran cualquier cosa y se van -describe Mónica-. La mujer se suelta mucho más en este tipo de reuniones, se anima a preguntar. Porque nosotras no sólo vendemos, explicamos para qué y cómo se usa.”

EL LEGADO DE GREY
A más de un año de la publicación del primer libro de la trilogía, que sigue estando entre los más vendidos aquí y en todo el mundo y con la película en pleno rodaje, el fenómeno Grey sigue vigente y se traslada en forma muy concreta a los encuentros sexuales, donde ellas toman un rol cada vez más activo y prácticas como el sadomasoquismo empiezan a aceptarse, a plantearse y hasta a concretarse sin que sea un tabú.
“La mujer adopta el papel principal, dominante, porque es la que leyó el libro -dice Tesler Hansen-. Es la que instruye, la que le enseña al hombre. Antes era al revés. Lo que pasa ahora es similar a lo que pasó hace seis años con los juguetes eróticos, cuando empezaron a ser un boom entre las mujeres. Hoy eso mismo está sucediendo con el sado. La novela dio un permiso. Muchas se entusiasman con conocer nuevos puntos de placer y con probar cosas. El látigo, por ejemplo, es uno de los objetos que más gustan. Lo que buscan es recuperar la pareja con una vida sexual renovada.”
Para Ana Ottone, dueña de Sophie Jones, la empresa que importa juguetes sexuales de alta gama, libros como el de E.L. James han abierto un camino y ha dado un permiso que antes no estaba del todo explícito. “El libro fue el disparador de un deseo que ya existía. Antes de Ciencuenta sombras… hubo un montón de programas que fueron abriendo el camino y preparando el terreno -recuerda-. Pero, a partir del libro, prácticas como el sadomasoquismo, que existieron siempre, empezaron a aceptarse en mujeres de más de 40 años. No es que el libro las convenció de usar el látigo; el deseo estaba y el libro lo legitimó. La mujer como energía femenina estaba esperando este permiso para disfrutar más ampliamente de su sexualidad.”
Sin embargo, Ottone advierte que un juguete sexual no sirve, sino hay un vínculo real con el otro. “Toda esa parafernalia no alcanza si no hay conexión. Es efectiva cuando hay aburrimiento.”
Las escuelas de sexo, que ofrecen seminarios donde se enseña a dar y recibir placer son un claro ejemplo de la necesidad de correr límites y ampliar los horizontes sexuales dentro de la pareja. Hay mayoría abrumadora de alumnas, que cursan seminarios sobre cómo practicar sexo oral o dar masajes eróticos a su pareja.
“Estamos activas, curiosas. El acceso a la información hace que una esté abierta a nuevas posibilidades”, dice Paola Kullock, especialista en juegos eróticos al frente de PK Escuela de Sexo. Pero, a pesar de los avances sobre su sexualidad, Kullock asegura que la mujer sigue fingiendo orgasmos para complacer a la pareja. “Seguimos siendo más dadoras que receptoras de placer -dice Kullock-. Hay que saber que el hombre está dispuesto a complacernos, sólo hay que decirle cómo.”
LA NACION