Domingos sin hijos

Domingos sin hijos

Por Sebastián A. Ríos
Domingo al mediodía en la terraza de un restaurante de Palermo. Una pareja conversa, mientras espera que llegue la comida. No hay apuro ni interrupciones, sólo charla, algunos silencios e intercambio de miradas; están tomados de la mano. Ella hace un gesto cómplice y suelta la mano para marcar un número en su celular. Habla, no mucho, un par de preguntas; luego saluda y cuelga. “Los chicos están por comer”, dice, y vuelve a tomar la mano de su pareja.
La escena se está volviendo cada vez más frecuente, a medida que las parejas se animan a organizar salidas sin hijos durante el fin de semana. “Salimos una o dos veces por mes a pasear, al cine, a almorzar o a ver alguna exposición de arte, de ésas a las cuales no se puede ir con chicos. Comenzamos a hacerlo cuando Uma cumplió un año, un poco por recomendación del pediatra, que nos decía que teníamos que empezar a salir sin Uma y volver a ser una pareja de verdad, no sólo padres”, cuenta Mariana Kuzner, empleada administrativa de 34 años y madre de una niña de 3.
El pediatra tenía razón, reconoce Mariana. “La pareja gana muchísimo en las salidas sin chicos: gana en comunicación y recupera momentos como pareja. Eso sí, cuando salimos con Raúl [su esposo] sin Uma, nos pasamos la mitad del tiempo hablando de ella”, se ríe Mariana, que asegura que nunca sintió culpa al dejar a su hija al cuidado de una baby sitter.
“Buscar espacios de diversión en la pareja sin los chicos no debería generar culpa. Más bien es una expresión de un deseo que se mantiene vigente”, opina la licenciada Eva Rotenberg, psicóloga especialista en familia, directora de La Escuela para Padres Multifamiliar.
Detrás de esa pérdida de culpa pueden encontrarse cambios en la dinámica familiar. “La formación de la pareja está en transformación, tanto el lugar del hombre, que actualmente comparte la crianza de los hijos, como el de la mujer, que trabaja a la par del hombre o aun más. Todo eso marca una pareja más pareja. Hoy, siglo XXI, la pareja es una conformación que tiene su propia identidad dentro de la familia. La familia contiene la pareja y los hijos, pero la pareja ya no es pensada para toda la vida y requiere poder sostenerla entre ambos.”
“Hoy los papás sienten menos culpa al salir y dejar a sus hijos al cuidado de una baby sitter , pero al mismo tiempo investigan más, piden referencias e indagan acerca del perfil de baby sitter más adecuado para sus hijos”, dice Valeria Abravanel, directora del servicio de baby sitters Dejando Huella ( www.dejando-huella.com.ar ).
Valeria creó esa empresa como respuesta a la creciente demanda de mamás que le preguntaban “si conocía a alguien” que pudiera cuidar a sus hijos. “Cada vez es más común que los papás elijan un momento del día durante el fin de semana, que puede ser un brunch o un cine de domingo, o un programa el sábado a la tarde con amigos, para salir sin los chicos”, dice Valeria.
María del Pilar Bouzo, arquitecta de 38 años y mamá de Santiago, de 18 meses, afirma que a veces se hace necesario retomar la vida de pareja y volver a salir. “Llega un momento en que a una la cabeza y el cuerpo se lo piden, necesitás volver a tener de a poco algo, aunque sea un poquito de esa vida de pareja que tenías antes de ser madre”, asegura.
“Creo que es necesario, lo que pasa es que a la mujer le cuesta mucho dar el primer paso; mi marido me decía: «Dale, no pasa nada, viene mi papá y lo cuida», y yo le respondía: «¿Cómo?, si tiene 6 meses». Una generalmente es más apegada y posterga un poco la pareja, porque todo es el bebe, mientras que el hombre lo resuelve más fácil”, detalla, y recuerda cómo fue acercándose paulatinamente a la idea de salir sin Santiago. Fue algo gradual, a su manera, cuando se sintió lista. “Tardé unos 8 o 9 meses en dejar a Santiago con una babysitter, y no me arrepiento, lo disfruté un montón y respeté al mismo tiempo el momento en que sentí que lo podía hacer -cuenta-. Me acuerdo de la primavera pasada, una estación que es divina para salir y no fui a casi ningún festejo de fin de año. Me iba a dormir temprano, y veía que la noche estaba hermosa y yo me quedaba adentro. Pero llega un punto donde hay que hacer un esfuerzo y salir. Si probás y te va bien, y ves que el bebe está contento, está bueno y es necesario.”

UN GRAN PLAN, PARA TODOS
El hobby de Miguel de Nicola es hacer cerveza artesanal a partir de recetas antiguas, lo que implica que en algún momento del fin de semana -en especial los domingos por la tarde- Miguel participa junto a su esposa Verónica de alguna de las tantas ferias que se realizan en la ciudad de Buenos Aires. Y es entonces cuando sus hijos Francesco, de 5 años, y Valentino, de 2, quedan habitualmente al cuidado de sus abuelos, o a veces de la tía de Miguel.
“Si salimos a la tarde, el fin de semana, yo trato de cansarlos un poco antes así están más tranquilos -cuenta Miguel, diseñador gráfico de 35 años-. Les dejo la comida lista, les compro una película, mi viejo se queda jugando a algo con ellos, y cuando volvemos, están todos felices. También es un plan para ellos. Y en especial si es domingo, porque en esos días les encanta quedarse a la tarde con el abuelo.”
“Cuando las mamás me llaman porque necesitan una babysitter, debe ser un plan también para los chicos -opina Valeria-. Ellas hacen el plan de salir con sus maridos y con amigos las tardes del fin de semana, y es importante que los chicos también tengan un programa. Para mí, algo que también ha cambiado con respecto a muchas agencias de baby sitters que las llaman cuidadoras, es que el término implica exactamente lo contrario, porque las babysitters van a jugar con los chicos, no sólo a cuidarlos, es algo más activo.”
La ausencia transitoria de los padres puede incluso ser esperada con ganas por los chicos, ya que en muchos casos la diversión de los más pequeños está asegurada. Uno de estos casos es cuando distintas parejas de amigos que tienen hijos se ponen de acuerdo para salir juntos o reunirse, y dejan a todos los chicos juntos y a cargo de una babysitter o de un familiar, generando informales colonias en las que los chicos disfrutan del tiempo compartido con sus pares.
Cuenta María del Pilar que comparte con un grupo de amigas un mismo hobby, que las reúne casi todos los domingos por la tarde. “En mi casa hacemos ferias en las que reciclamos muebles y hacemos objetos para la casa con diseño y un criterio artesanal -explica-. Entonces viene una babysitter que cuida a todos nuestros chicos en forma grupal; la casa tiene parque y entonces ahora, que está lindo el clima, hacen actividades al aire libre juntos, juegan, se meten a la pileta, y en invierno, juegan en un lugar de la casa mientras nosotras llevamos adelante nuestra actividad. Son dos o tres horitas en las que las mamás podemos compartir nuestro hobby y los chicos se divierten.”
Independientemente de qué tan bien lo pasen los chicos en ausencia de sus padres, es posible hallar un aspecto positivo en lo que la salida de los padres sin hijos representa para los más pequeños.
“Para los hijos es bueno ver que papá y mamá, o papá o mamá solos en caso de viudez o divorcios, son personas que tienen vida propia y no se aferran a ellos como único objetivo de vida -agrega Rotenberg, que acaba de publicar el libro Familia y escuela: límites, borde y desborde-. Porque si no, quedan atrapados en vínculos patógenos que no les permiten desarrollarse.”
“Para los chicos también es importante participar de situaciones en otros contextos diferentes a los que les pueden ofrecer sus padres”, opina Máximo Soto, médico clínico de 47 años y papá de Catalina, de 19 meses, que recurre durante los fines de semana a los abuelos para salir con su esposa Jimena (“al cine, al teatro, a comer, a un recital o, incluso, a bailar”), o también sólo para descansar y poder llevar adelante ciertas tareas hogareñas complicadas de cumplir con una pequeña en esa edad en que requiere atención constante.
“Cuando Cata se queda con sus abuelos, ellos les enseñan cosas o hacen cosas que quizá con nosotros no haría, o a lo mejor las hace de forma distinta a cómo las hacemos nosotros. Creo que eso es muy enriquecedor para ella”, afirma Máximo, que destaca en otro plano el momento del reencuentro: “Es muy lindo cuando después de estar unas horas sin Cata nos volvemos a encontrar con ella. Son besos, abrazos y la posibilidad de retomar la vida familiar con las energías renovadas”.

ABUELOS OCUPADOS
El crecimiento de la demanda de servicios de babysitters responde en parte a que las parejas comienzan a reconocer la necesidad de generar un espacio y un tiempo propios más allá de la familia, pero también al hecho de que la disponibilidad de los abuelos para cuidar de los nietos no es tan ciega como solía serlo.
“Hoy no hay tanta disponibilidad de abuelos -confirma Valeria, de Dejando Huella-. Las parejas son jóvenes y los abuelos muchas veces también, y tienen sus propias actividades y sus propios horarios. Ya no están tan disponibles durante todo el día ni durante toda la noche, porque también salen, muchas veces a la par de los padres.”
“Los abuelos de hoy no quieren volver a criar hijos. La vida se alargó y quieren seguir trabajando o viajar”, opina, por su parte, la licenciada Rotenberg, al tiempo que advierte que incluso muchas veces esto repercute en otros aspectos de la dinámica familiar en la que ambos padres trabajan: “Hay una anticipación de la inclusión de bebes de muy corta edad en jardines maternales, cuando los niños todavía no tienen internalizados los vínculos de seguridad para poder separarse de los padres o de figuras más familiares”.
Rotenberg advierte que no se puede generalizar hasta qué punto puede ser positivo y a partir de qué límite puede resultar negativo el tiempo que los chicos pasan sin la compañía de sus padres. “No hay absolutos. Todo depende de con quién se quedan los niños, qué vinculo tienen con sus padres, por cuánto tiempo los dejan y cuál es la edad de los hijos. Todo eso es fundamental y debe ser tomado en cuenta”, advierte la especialista.
Pero algo es claro: padres full time no es sinónimo de buena crianza, ya que es más importante la calidad del tiempo compartido que lo que marcan las agujas del reloj.
“Si desde la primera vez que salimos sin Uma no sentimos culpa es porque sabíamos que ella lo estaba pasando bien, aunque no estuviera con nosotros, y porque además tenemos la tranquilidad de que tenemos nuestro tiempo con ella como padres en forma diaria”, dice Mariana Kuzner. “Todos los días le dedicamos un rato de exclusividad a Uma, que pueden ser 15 minutos o media hora, pero durante el cual no hay interrupciones, no atendemos el teléfono ni el celular -agrega-. Son momentos únicos, de exclusividad, que nos hacen saber que estamos lo suficientemente presentes como padres.”
LA NACION